Un país que llega a una contienda presidencial a decidirse por balotaje presenta dos grandes tendencias políticas. Maurice Duverger dijo que “el movimiento natural de la sociedad tiende al dualismo de partidos”.
En Francia los seguidores del centrista Macron, por un lado, y del otro los neonazis de Marine Le Pen, por poner un ejemplo reciente.
Es así que en Colombia asistimos a la polarización derivada de dos movimientos nacionales: uno de centroizquierda, que es el Pacto Histórico y otro de ultraderecha, que es la Liga de Gobernantes “Anticorrupción”.
Esto de ninguna manera implica que vaya a haber una guerra civil ni nada por el estilo, como nos quieren meter miedo ciertos medios.
Cada bando tiene sus propuestas realistas o populistas a un cartapacio de problemas, del que damos por descartado el otrora peliagudo tema de la seguridad nacional debido al Acuerdo de Paz de 2016.
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Uno de los problemas tiene que ver con la alimentación. Se calcula, a ojo de buen cubero, que en Colombia más de la mitad de la población ―en especial mujeres y hombres pertenecientes a los estratos uno y dos, o “bajo-bajo” y “bajo” según la bajeza conceptual del actual desgobierno―, no se está nutriendo de forma balanceada.
Muchos son menores de edad a los que se supone que el Estado debe proteger en cuanto a sus derechos fundamentales. Hasta ha habido cientos de niños muertos a causa de la desnutrición.
Gravísima cuestión esto de la alimentación. Buena parte de su solución depende la producción interna de alimentos y la importación respectiva.
Debemos satisfacer tal necesidad todos los días, todos los días, todos los días. Por tanto nos debe importar que todas las personas del mundo, del país, del vecindario y, ante todo de nuestra vivienda, consuman a diario tres comidas con un aporte balanceado de proteínas, cereales, frutas y verduras.
Tú mismo tienes que desayunar, almorzar, cenar y tomar tus bocadillos, meriendas o pasabocas intermedios entre las comidas. Si tienes con qué. Si no, aguántala.
La mala y escasa alimentación está determinada por los bajos ingresos en las clases populares y esto es consecuencia directa de la permanencia en el poder de un grupúsculo bastante incluyente para sí mismo o sea para sus bolsillos y muy excluyente para el resto de la sociedad.
Vamos a presentar un sucinta explicación al respecto desde una amplia perspectiva, a ver si podemos aportar algo a la discusión. Veamos.
El Cosmos nació de la pelota material que fue el “huevo originario” (nada que ver con los tres huevitos). La Gran Explosión ―o Big Bang, por su manido nombre en inglés―, apareció en un abrir y cerrar de ojos.
Las partículas se sintieron libertarias a sus anchas en un espacio antes vacío, reinando en soledad “individualista” durante unos 300.000 años, según los cálculos de la teoría astrofísica más aceptada.
A partir de aquí vino una añoranza de su unidad inicial y, digámoslo así, el “socialismo” de las partículas, al formarse los primeros átomos de hidrógeno y helio, elementos químicos signados con los números atómicos 1 y 2 por tener este número de electrones. Y, con ellos, las primeras moléculas de hidruro de helio.
Luego vendrían colosales sociedades de moléculas conformando estrellas, y estas galaxias, y estas cúmulos y supercúmulos de galaxias.
También se formaron los planetas, astros apagados, en nuestro Sistema Solar. Unos gaseosos, como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Otros sólidos, como la Tierra, Marte, Venus y Mercurio.
Y he aquí que en nuestro planeta hicieron su triunfal aparición los primeros seres unicelulares, bacterias procariotas que se reprodujeron sin mayores cambios durante dos mil millones de años.
Luego se montaron al milagroso escenario de la vida las células eucariotas. Mas tarde vendría el período cámbrico en el que hubo una explosión de modelos básicos de insectos, peces, anfibios, reptiles y mamíferos.
Tras la gesta iónica de la evolución natural de las especies, entramos a la trama los seres humanos, a quienes se nos hace que Dios y la madre naturaleza nos entregaron el sacro deber de progresar y llevar adelante el mejoramiento de nuestra sociedad y de todo el Cosmos.
Suponiendo lo anterior, podríamos concluir que un socialismo democrático debe primar sobre el individualismo neoliberal salvaje que hoy tiene nuestro país al borde del abismo.
El debate ideológico entre las dos alianzas que se enfrentan de cara a las elecciones presidenciales en Colombia consiste, palabras más y palabras menos, en que una respalda de forma mayoritaria una organicidad social y la otra se muestra proclive a una entropía antipopular.
Cabe aclarar eso de la entropía. La RAE la define como: “2. f. Fís. Medida del desorden de un sistema. Una masa de una sustancia con sus moléculas regularmente ordenadas, formando un cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia en forma de gas con sus moléculas libres y en pleno desorden”.
De tal manera que el grado de entropía de una sociedad puede definirse como su tendencia al desorden ¿Leyeron? Desordenados.
Domingo 19 de junio: día de nuestra cita con la democracia. Debes apostar por la organización o la entropía, entre ser o no ser, entre la vieja oligarquía excluyente y una innovadora élite incluyente.
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