El COVID-19 ha causado una pandemia y emergencia sanitaria a nivel mundial que ha forzado a diferentes países a someterse a un aislamiento como medida para detener los rápidos contagios del virus, causando en las diferentes sociedades retos y pruebas en diferentes ámbitos.
El sector educativo en Colombia ha sido golpeado fuertemente debido a la cancelación de las clases presenciales. Sin duda, el país no estaba preparado estructuralmente para tal suceso. La decisión inmediata de las instituciones públicas y privadas fue llegar a los hogares de los niños a través de las clases en modalidad virtual con el objetivo de no alterar el calendario escolar y dar continuidad a los programas educativos, currículos y demás.
Según un análisis hecho por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana, la población que atiende los colegios públicos es mayor a la de los colegios privados, pues son menos las familias colombianas que cuentan con el privilegio de pagar educación privada que las que no pueden acceder a esta. El gobierno colombiano se ha visto retado por más de un año de pandemia para garantizar el derecho de la educación a los niños y las niñas. Después de trece meses de educación en virtualidad, se puede evidenciar que no es una solución viable en la educación pública por diferentes factores: primeramente, la ausencia de equipos tecnológicos, herramientas digitales y conectividad a internet en los hogares, también se evidencia que los maestros no han sido capacitados en su mayoría en competencias digitales.
El mismo análisis señala que el 96% de los municipios del país no tiene los recursos ni la cobertura para desarrollar cursos virtuales. Y es que a pesar de las acciones implementadas a través del Decreto 464 de 2020, que garantiza un paquete mínimo vital de comunicaciones otorgado por los operadores de la industria móvil de Colombia, hay lugares sin acceso a la red donde no aplicarían.
De igual modo, la situación en las instituciones públicas en cuanto a las habilidades técnicas y pedagógicas que se requieren para articular los dispositivos en la enseñanza, los rectores consideran que el 48% de sus docentes no están capacitados para hacerlo, por otro lado, en los colegios privados esta situación se refleja solo en un 12%. Se denomina analfabetismo digital al no estar familiarizado con los medios digitales o con las tecnologías que puede presentarse como consecuente a la falta de acceso a los recursos al igual que por la dificultad de aprender sobre el manejo de las nuevas herramientas.
En Colombia se presentan las dos dificultades anteriormente planteadas, adicional a esto, las instituciones educativas no cuentan en su mayoría con dispositivos digitales suficientes para el desarrollo de las clases, tampoco cuentan con una plataforma que permita el desarrollo de los programas educativos que garanticen un aprendizaje. Además, los docentes de las instituciones del Estado son personas mayores de 60 años.
Mundialmente la industria tecnológica está cada vez más revolucionada y con la situación de la pandemia se ha evidenciado que en el país, específicamente en temas de educación, se presenta un gran reto en educación tecnológica, empezando por las habilidades básicas que permitan favorecer los aprendizajes de los niños y niñas colombianos. Lo anteriormente planteado procede al análisis de como los estudiantes de los colegios públicos se encuentran en desventaja en comparación con los estudiantes de los colegios privados del país, esto marca la brecha en el desempeño en las pruebas Saber, en el 2020, el puntaje global en la prueba Saber 11 de los estudiantes de colegios oficiales con acceso a herramientas tecnológicas (internet y computador) se mantuvo igual que en 2019, mientras que el puntaje de los estudiantes que no tienen acceso a estas herramientas disminuyó en 3 puntos frente al año anterior.
Es imperativo que los procesos de enseñanza sean más eficientes e innovadores, involucrando diferentes herramientas digitales de manera transversal en los currículos de las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, esto impulsaría el desarrollo y desempeño escolar en busca de acabar con la deserción.
Por lo tanto, el COVID-19 lleva al país a reflexionar en la oportunidad de revolucionar la educación, rediseñando las políticas públicas para la transformación de las prácticas educativas que integren las diferentes tecnologías. Para lograrlo se requiere generar una cobertura en la conectividad, la capacitación de los docentes en herramientas digitales y articulación pedagógica de las mismas, de forma innovadora que respondan a los nuevos desafíos que deja esta pandemia y por último la dotación de equipos a los colegios. De la misma manera, se requiere la formación de ciudadanos que dominen las competencias digitales que exigen los mercados laborales a nivel mundial y esta nueva sociedad que se avecina pospandemia.