Desigualdad social y el paro de pilotos de Avianca

Desigualdad social y el paro de pilotos de Avianca

A simple vista las peticiones de los pilotos parecen exageradas porque en este país nos acostumbramos a que las condiciones laborales van en declive

Por: Fabián Valdés Torres
octubre 04, 2017
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Desigualdad social y el paro de pilotos de Avianca

Existe un acuerdo social en el cual profesiones que hacen parte del entretenimiento, como futbolistas, actores o cantantes tienen derecho a remuneraciones por encima del resto de los mortales. Es cuanto menos extraño, ya que se sitúan muy por arriba de labores que generan productos o servicios básicos para la subsistencia, pero a nadie parece importarle y no despierta mayor debate.

Tampoco es lógico que se quiera desconocer a las personas con mayor preparación una mejor remuneración, toda vez que en el modelo actual de nuestra sociedad los gastos de educación y manutención corren en gran medida por cuenta propia. El individuo que rechaza cualquier educación formal o informal carece de introspección cuando años más tarde exige igualdad salarial sin haber cumplido con su deber ciudadano de procurarse una formación que enriquezca la sociedad.

Definir cuál debe ser la remuneración de cada profesión puede ser un debate sin fin, pero no hay tal. No se trata de tiempo de estudios, no se trata de lo fundamental para sobrevivir, no se trata de su relación con la salud y la vida. Se trata, simplemente, de oferta y demanda. El trabajador es una materia prima, si escasea se encarece, si abunda se abarata. Aprovechando una comparación inexplicable entre médicos y pilotos que se ha realizado en día previos, similar a comparar manzanas y peras, tomemos a los primeros para ejemplificar: el poder adquisitivo de los médicos disminuye cada año y se puede relacionar directamente con el incremento en el número de facultades de medicina en Colombia.

El mercado no reconoce esfuerzos, va a pagar tan poco como sea posible y las agremiaciones de trabajadores son uno de los mecanismos que intentan aliviar esa presión, con resultados variables. Desafortunadamente se ha incurrido en una satanización de la lucha sindical, se ha metido todo en una misma bolsa, porque cuando se quiere etiquetar algo como negativo basta con decir que es de izquierda o comunista; sin importar que algunos de los sindicatos más grandes se encuentren en países tan capitalistas como Estados Unidos o Alemania.

Las peticiones de los pilotos de Avianca a simple vista parecen exageradas, la dificultad al analizarlas es el contraste con el cual son comparadas, porque en este país nos acostumbramos a que las condiciones laborales van en constante declive, con contrataciones por prestación de servicios, más horas a laborar, menos horas extras, menos recargos nocturnos, mayor tiempo para jubilación, más impuestos, menos primas etc, etc, etc.

Simplificando la situación: los trabajadores desean más dinero, y beneficios que al final se traducen en lo mismo: dinero, por supuesto. ¿Y la compañía que desea? Dinero, igual. Es una lucha de poderes por un asunto económico. Son partes que están aportando en la producción de capital y pujan por la tajada que les corresponde. Si alguien se quiere aventurar a emitir un juicio debería al menos considerar, además del salario del trabajador, el monto de los dividendos y el riesgo del capital.

Lo que queda de manifiesto al leer cientos de comentarios en redes sociales es que la visión más que lógica es emocional. Queremos que a las personas les vaya bien, pero no mejor a que nosotros. Hemos encontrado un triunfo en el fracaso del otro. En una cultura tan futbolera como la nuestra, donde las victorias que no se nos permiten en la vida real son sublimadas a través partidos de fútbol, también aprendimos a sentir alegría en la caída de ese otro imaginario definido como rival.

La situación de Avianca y sus pilotos no es para ver en blanco y negro cuando tiene tantos matices. Se debe evitar entrar en el juego de señalar a los trabajadores como únicos responsables, aprovechando la carga visceral de la desigualdad social. A la larga se sentará un precedente sobre la manera de abordar este tipo de conflictos, y tal vez de la forma en que se resuelva esta coyuntura podría depender su futuro laboral.

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