Luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial, los países aliados procuraron implementar en Alemania un gobierno que impidiera el resurgimiento de la ideología nazi y que ayudará con la rápida reconstrucción del país; pero, sobre todo, que garantizará el cumplimiento del pago de la deuda que este país debía asumir por causas de la guerra.
Sin embargo, esta situación supuso un problema para los aliados y la propia población alemana, debido a la necesidad de personal altamente capacitado para cumplir funciones administrativas y de otro tipo en el nuevo gobierno, el cual no se podía encontrar fácilmente sin que hubiesen pertenecido al régimen nazi. Como solución a esta situación el entonces canciller opuesto a los nazis, Konrad Adenauer, decidió implementar una política de amnistía e integración, en la que no se permitió discriminar a los funcionarios de acuerdo a su anterior militancia. Esto debido a que la prioridad del gobierno en ese momento era la de solucionar los problemas urgentes que tenía la población, entre estos, el acceso a los alimentos, hogar digno y la reconstrucción de las ciudades.
Aunque el contexto en el que se enmarca la realidad cartagenera no es en lo absoluto comparable a la situación que condicionó la crisis alemana de la posguerra, sí merece consideración el análisis de la situación que enfrenta el actual alcalde (William Dau) luego de su elección, cuando este encontró una gran cantidad de funcionarios de la alcaldía, que, inevitablemente, habían estado confabulados de manera voluntaria o involuntaria con las actuaciones indeseadas de las administraciones anteriores.
La preocupación del alcalde, seguramente, fue la misma que la de Adenauer y los aliados en su momento. No obstante, de manera contraria a como actuaron los alemanes, el alcalde hizo lo que había pregonado durante su populosa campaña: expulsar a todos los que fuesen cuotas de los anteriores “malandrines”, pensando, además, que sus amigos de la sombra foránea lo ayudarían con el personal requerido para mantener a flote el barco.
Pero en los cálculos de lo que sería su gobierno, no tuvo en cuenta que el manejo de una ciudad no se realiza al igual que el de una oficina de cobranzas, y mucho menos como el de una oficina de detectives especializada en denunciar hechos de corrupción. Para ello, además de saber administrar, se requiere personal capacitado, encapsular pasiones, pensar en el bien común, cumplir lo prometido, y, sobre todo, actuar de manera diligente, debido a que esto puede significar sobrecostos en las obra.
Señor alcalde, por favor, necesitamos diligencia en su actuar. No deje que la ciudad siga siendo absorbida por el agujero negro de la desidia. En sus mismas palabras me permito decirle: “Deje de mamarle gallo a la ciudad”. Demuestre que, en verdad, “su papá la quiere”.
Nota: El estado de la vía Perimetral es deplorable. Allí algunas personas del sector aprovechan su mal estado para “rebuscarse” tapando los huecos con tierra que encuentran en las inmediaciones de esta. El estado de deterioro de esta vía es lamentable y todavía no se han adelantado actividades para su recuperación.
Referencia: Diamond J. 2019. Crisis. Como reacciona los países en los momentos decisicos. Ed. Debate. 523p.