Desde el sábado cinco de diciembre las comunidades de todo el país iniciaron una caminata por los territorios de Pensilvania, Samaná (Caldas) y Argelia (Antioquia), en tres rutas diferentes que se encontraron a su llegada en Puente Linda, vereda de Nariño.
Esta gran travesía es organizada y financiada por el Departamento para la Prosperidad Social y convoca a jóvenes de todo el país integrantes del programa Legión del Afecto, como una acción en defensa de la biodiversidad de los bosques y selvas, a la vez que como una forma de llevar un mensaje de paz mediante el arte y la cultura en comunidades donde la violencia tuvo lugar.
Ruta Samaná-Nariño: Territorios que se hacen tinto al andar
La espesura y los empinados terrenos fueron atravesados por 75 expedicionarios en una de las rutas que salió desde el casco urbano de Samaná, pasando por las veredas Esmeralda, Tarro pintado y Dulce nombre, lo que les permitió disfrutar de las aguas de los ríos Pichinche y río Moro, donde rindieron homenajes a la memoria, a sus pobladores y demás seres del bosque con rituales simbólicos, en una de las zonas con mayor biodiversidad del país.
El paisaje que ofrece este viaje a pie es principalmente zonas montañosas donde sobresalen los cultivos de caña y café, que hablan de la vocación agrícola de la zona. Recorrer sus caminos es tomarse un buen tinto con todos los sentidos. En cada finca al lado del camino se ve la maquina despulpadora del grano, acompañada del trapiche de panela. Sus pobladores mismos llevan el aroma y herencia cafetera, a la vez que las “cargas” y problemáticas que afronta este renglón de la economía nacional.
Jesús Albeiro Cardona es uno de los caficultores que salió a recibir con toda su familia a los expedicionarios en su llegada a Encimadas, primera estación en la ruta que partió desde Samaná. Jesús es habitante de la vereda La Argelia y con dulzura en sus palabras describe su oficio como “sembrador de cafesito: siembro comidita, y mucha labor en la finca para la alimentación de la familia (su esposa y cuatro hijos). Uno coge el café lo seca y en la chiva lo echamos pal pueblito, hace uno el mercadito y de allá nos regresamos otra vez a la finca”.
Sin embargo, no todo es dulzor en las parcelas. Los sembrados de café se han visto afectados por la plaga de la broca, lo que obliga a los sembradores a venderlo de menor calidad y a un bajo precio, situación que describe José David Restrepo Ortiz, habitante de Encimadas quien gracias al café ha sostenido a su esposa Orfa García y sus ocho hijos, “La siembra de café anteriormente era muy buena, pero ya es muy mala, mucha plaga, nos tiene ‘matados’ la broca, y hay que venderlo como sea, eso lo pagan barato“.
Sumado a esto los pequeños productores de café se ven afectados por el estado de las vías de todo el municipio y departamento, lo que incrementa los costos del flete. José Ovidio Giraldo Aristizabal lleva los 72 años de su vida dedicados a la producción de caña del que dice es rentable “solo para el gasto, vale más la sacada del producto que lo que vale el mismo producto. Un municipio de estos se llena con nada; aquí serviría sacar al centro del país y para sacar a Corabastos está muy costoso. La panela cuando la compran los acaparadores es porque en Bogotá la venden muy bien, pero cuando no vienen los acaparadores aquí encarece, en estos momentos puede estar a 14 mil pesos la buena”.
El corazón de la selva
Caminar la selva de Florencia es un goce para los sentidos, por su abundante belleza. Precisamente por su biodiversidad fue declarada parque natural en marzo de 2005 al ser el último fragmento de selva andina sobre la cordillera central. Es el pulmón de esta región con una extensión de 10 mil 19 hectáreas, de las cuales se conservan vírgenes (o bosque primario) 8 mil 296 de ellas.
Es, además, la cuna de ríos como Samaná sur y la Miel, que alberga especies endémicas de la región como la rana flecha y cristal, nutrias, guaguas, monos titi, tigrillos y armadillos; sin contar la variedad en flora conformada por el siete cueros, orquídeas, bromelias, laurel, palma macana, yarumo, cedro, nacederas, higuerones entre otras plantas que reconocieron los expedicionarios en la ruta.
La región del oriente de Caldas es reconocida además por registrar la mayor concentración de anfibios de la cordillera central, entre las que se encuentra una especie de rana endémica del Magdalena Medio y una salamandra, ambas amenazadas de extinción por la explotación hidroeléctrica, que sin embargo son solo un eslabón en la larga cadena de efectos colaterales generados por estos proyectos.
El agua se defiende
De manera paradójica cuando las comunidades solicitan mejorar las vías de acceso para la comercialización de sus productos, el argumento que ofrecen sus gobernantes es que se requieren licencias ambientales, mientras que para la explotación de los recursos hídricos y naturales de la región por parte de terceros pareciera que no existiera ninguna salvaguarda ambiental.
En esta región se proyecta al 2027 la creación de once de estas hidroeléctricas, que generarían más de 220 Mw mediante pequeñas centrales; sin embargo muchos de los habitantes de los territorios que acompañaron la expedición manifiestan su preocupación por los efectos sobre el medio ambiente, por lo sucedido en los municipios vecinos como Pensilvania, donde se proyecta la construcción de seis de estas microcentrales.
De acuerdo con el relato que entrega el coordinador de la ruta y habitante del municipio Oscar Eduardo Giraldo, “Pensilvania vive tiempos difíciles no por cuenta de la guerra sino de la explotación de sus recursos naturales” y agrega “seis microcentrales en un territorio de 530 kilómetros cuadrados sería algo inimaginable y poco creíble para una persona que no conozca Pensilvania con sus verdes profundos y sus abundantes aguas cristalinas y limpias”.
De estas seis ya se construyó una en el corregimiento de Bolivia, llamada Central Hidroeléctrica El Edén, que privatizó las aguas del río La Miel a través de su canalización por un túnel de 6 kilómetros.El agua que antes fluía abundante a la superficie, comenzó a filtrarse bajo el suelo de la montaña, lo que trajo como consecuencia el desabastecimiento de las fincas campesinas allí asentadas, así como la calidad y producción de sus productos que requieren agua para las moliendas de la caña, el lavado del café, y la crianza de los animales.
Así mismo desde el año 2008 cuando iniciaron las obras de ingeniería en el Embalse de Amaní, que hace parte de la Central La Miel, ubicado en límites de los municipios de Samaná y Norcasia (Caldas), la comunidad de la vereda Berlin ha sido testigo de la desaparición de 22 quebradas, luego de la construcción de un túnel que capta las aguas del río Manso y las conduce hasta la planta hidroeléctrica.
Respeto a la vida y amor por el territorio
Aunque el deterioro ambiental ha sido señalado por las comunidades y los proyectos han sido suspendidos en diferentes oportunidades por la autoridad ambiental, el propósito de esta expedición era precisamente promover la defensa de los territorios desde su reconocimiento y el de sus habitantes, que solo piden permanecer labrando sus tierras en armonía con el medio ambiente.
Los jóvenes legionarios provenientes de Sincelejo, Caquetá, Natagaima, Libano, Buenaventura, Cali, Tibú, Copey, Soacha, Cartagena, llegaron hasta Puente Linda, donde acamparon cerca a La casona, una antigua casa campesina que cuenta 120 años de construida y que fue fonda y posada de descanso para los arrieros de la región. Desde allí, y con la frescura de sus cuerpos renovados por los paisajes y vivencias del viaje, dejaron salir un potente grito de la selva, que aspiran viaje por toda la cordillera central y sea oído por toda la Colombia profunda.