Desde Madrid, Timochenko se abre en exclusiva entrevista

Desde Madrid, Timochenko se abre en exclusiva entrevista

En exclusiva, Esther Rebollo, directora adjunta del diario Publico.es entrevistó al excomandante de las Farc y obtuvo detalles de su nueva vida y del proceso de paz

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diciembre 05, 2021
Desde Madrid, Timochenko se abre en exclusiva entrevista
Rodrigo Londoño en la Gran Vía en Madrid. Foto: Mauricio Vargas / Publico.es

*Entrevista exclusiva de Esther Rebollo, periodista y directora adjunta de Publico.es

Baja de un automóvil en plena Gran Vía madrileña, hace frío, llega impuntual y lo primero que hace es quitarse un gorro de lana para saludar; se deja fotografiar, viste con una chaqueta de cuero ochentera, jersey, pantalones de sport y zapatillas deportivas. Parece uno más entre la muchedumbre, le miran madrileños y turistas porque posa ante los edificios emblemáticos, pero nadie le reconoce. Alguien le hubiera pedido un selfie de haber sabido que durante décadas portó traje guerrillero o que con una pulcra guayabera blanca firmó en 2016 la paz que puso fin a más de 50 años de guerra en su país.

Rodrigo Londoño (alias Timoleón Jiménez o Timochenko) fue el último comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), comandó a la guerrilla más grande y antigua de América hacia la desmovilización, negoció con el Gobierno de Juan Manuel Santos y transformó el grupo subversivo en un partido político, Comunes. Se acaban de cumplir cinco años de la firma del acuerdo histórico de paz y lo ha celebrado en Madrid. Hablamos en exclusiva con Londoño en Público sobre las razones de la larga guerra colombiana, reconciliación y perdón, lo que falta para lograr una paz duradera y el legado para las nuevas generaciones.

¿Rodrigo Londoño o Timochenko?

El seudónimo que tenía en las FARC era Timoleon Jiménez, el de Timochenko lo tomé en algún momento porque me llamaban Timo. Siento que Timochenko lo usan quienes quieren mantener la idea de la guerra. Ahora uso el nombre con el que me bautizó mi mamá, Rodrigo Londoño. No me molesta si me llaman Timo.

¿Ha dejado atrás su vida de guerrillero?

En todos los sentidos, no. Los ideales que me inspiraron a ir a la guerrilla, esos sueños, se mantienen; también los valores que aprendí en las FARC, siempre nos cultivaron colectivamente en valores que uno trata de mantener en una sociedad que va en contravía.

Tras más de 50 años de lucha armada, usted llevó a las FARC, la guerrilla más antigua y poderosa de América, a la paz. Todo empezó en Marquetalia (Departamento de Tolima), en 1964. ¿Cuáles fueron las razones para alzarse en armas?

Las razones fueron objetivas frente a una situación subjetiva, unos campesinos que venían de ser víctimas de una violencia conservadora, de una violencia partidista, de una etapa que dejó más de 300.000 muertos, cuando se hizo toda una redistribución en la propiedad de la tierra (y dejó a los campesinos sin ella). Los campesinos se organizan tras aquello y comienzan a plantear reivindicaciones para dar solución a ese problema de toda la historia republicana de Colombia, que tiene que ver con la propiedad, distribución y uso de la tierra. El régimen colombiano siempre ha respondido a esas luchas con violencia. Las FARC surgen en respuesta a una acción violenta del Estado: los bombardeos a Marquetalia, Riochiquito y Guayabero. Esos campesinos que dieron origen a la FARC se organizaron y se pusieron la meta de construir un ejército guerrillero con un objetivo político.

Más de 300.000 muertos y nueve millones de víctimas. ¿Ha servido para algo?

Ha servido para conseguir lo que logramos.

El éxito del proceso de paz ha sido la desmovilización y la entrega de las armas por parte de las FARC, pero hay muchos aspectos en el aire. ¿Qué es lo que más le preocupa ahora?

Categorizar las preocupaciones es difícil. No quiero que se saque la conclusión de que es un proceso fallido, a los cinco años podemos decir: ¡victoria!. El primer presidente tras los acuerdos de paz (el derechista Iván Duque) fue elegido para hacer trizas el acuerdo, pero falta medio año para que finalice su mandato y los acuerdos se han fortalecido gracias a la gente y la comunidad internacional. Lo que más preocupa es el asesinato de los firmantes de la paz (300) y de los líderes sociales (más de mil), aquellos que lideran la implementación del acuerdo. Esa es la principal preocupación. El próximo gobierno debe ir pensando cómo blindar la seguridad física. Luego viene el tema de la tierra, no se ha cumplido nada y es el primer punto del acuerdo; si no se transforma la tenencia de la tierra y se apoya al campesinado va a ser difícil resolver el conflicto en Colombia.

Que siga vivo el proceso es un triunfo... Pero el mayor éxito, que es la desmovilización, ha tenido fisuras. Algunos excombatientes no estuvieron de acuerdo con el proceso o con las maneras cómo se llevó a cabo. Hoy esas disidencias, las facciones de Gentil Duarte y la Segunda Marquetalia, han vuelto a la guerra. ¿Quiénes son? ¿Les queda algo del viejo espíritu revolucionario y marxista?

Yo no quisiera hablar de este tema porque son compañeros que nos acompañaron en la lucha y llegaron con nosotros a la firma. Iván Márquez estuvo en varias zonas convenciendo a la gente, llamando a la población colombiana a sumarse a la paz; Gentil nos acompañó en La Habana (sede de las negociaciones 2012-2016). No sabemos qué les lleva a tomar esa decisión, pero en el caso de Iván fue una decisión suicida, se erosionaron los caminos. Me da mucha tristeza porque no tiene ninguna posibilidad. Logramos sacar este acuerdo tras más de 50 años de lucha, dejando heridas en la sociedad colombiana, en medio del proceso nos fuimos haciendo conscientes de eso, de las heridas profundas que dejó la guerra, heridas a las que contribuimos nosotros. Nuestro papel, además de impulsar lo acordado, era hacer lo necesario para sanar a la sociedad. Ellos, con su actitud, siguen profundizando esa herida, pero sin ningún futuro.

Iván Márquez, Jesús Santrich, Gentil Duarte -exdirigentes de las FARC que participaron en las negociaciones-. ¿Pueden poner en peligro el proceso de paz?

Hacen daño al proceso y dan instrumentos a la extrema derecha, los extremos se juntan. En la medida en que el proceso sea exitoso les pone en evidencia de que están muy equivocados.

¿Qué razones aducen para volver a las armas? ¿Ha tenido la oportunidad de hablar con ellos?

No, en absoluto. Nunca he estado de acuerdo en llamarles disidencias, son desertores del proceso, levantaron la mano en la décima conferencia que aprobó los acuerdos, fue la guerrillada la que los aprobó, ellos desertan, en ningún momento se apartaron durante la negociación. Las razones que explican en los comunicados es que el gobierno estaba incumpliendo. Nosotros no éramos ingenuos, sabíamos que por el hecho de firmar no se iban a cumplir, necesitábamos meter pueblo a la implementación, sabíamos que necesitábamos el apoyo de la mayoría de los colombianos, y ganar el apoyo de la comunidad internacional. No bastaba con la firma, y lo hemos ido logrando, si mira las encuestas cada día hay más apoyo a los acuerdos.

Investigadores advierten de que estos desertores ya son bandas dedicadas a negocios ilícitos, al narcotráfico, son violentos, atacan a la población, participan en el asesintado de desmovilizados.

Se han convertido en bandidos, llama la atención que en algunas zonas actúan libremente ante los ojos, los odios y la vista de las Fuerzas Armadas, algunos están implicados en todo eso en regiones que están militarizadas, como el Cauca o Catatumbo. Eso nos preocupa porque no es la actuación de un contradictor político, sino gente que está buscando un espacio en una actividad que no tiene envoltura política.

¿Cómo se puede pacificar Colombia con el problema de los desertores? ¿Cuál es la solución desde el Estado o desde ustedes que ya están en las instituciones?

Los elementos clave para lograr la paz completa son, lo primero, implementar lo acordado en su espíritu y en su letra, de manera integral y simultánea; mientras se implementa la reforma de la tierra, también la reforma política, la sustitución de cultivos (ilícitos), la reincorporación de nuestra gente, el sistema de justicia, verdad y reparación que está funcionado. Y también el diálogo con el ELN (Ejército de Liberación Nacional y única guerrilla que sigue activa en Colombia), su grupo negociador sigue en La Habana y ha mostrado su voluntad de dialogar con el gobierno que salga elegido (en 2022), sea el que sea. Y, por último, el sometimiento de las bandas criminales, que se venía trabajando. Santos dejó el acuerdo con nosotros y un camino adelantado con el ELN; también trabajó para que estas bandas del narcotráfico y de criminales fueran sometidas a la justicia. Ese es el camino.

Hay información de que están reclutando a jóvenes indígenas en el Amazonas. Son nuevos guerrilleros, no excombatientes… ¿Cómo es posible que esté ocurriendo otra vez esto después de tantas décadas de violencia?

Antiguos guerrilleros son pocos, la mayoría es gente que se viene reclutando, fruto de que la situación no ha cambiado, no hay perspectivas para los jóvenes en el campo, no hay un norte para trabajar y construir a partir de implementar los acuerdos.

¿Cuántos calcula usted, de los más de 13.000 desmovilizados, que han retomado la lucha armada?

El mismo gobierno dice que un 95 o 98% de desmovilizados nos mantenemos en el proceso, pero es difícil saber el número exacto de cuántos se fueron a esas bandas que se mantienen de la economía ilegal.

Dentro de las FARC que se mantienen en el proceso, las que se han organizado en un partido político, los Comunes, también hay diferencias. Por otro lado, la policía informó de que habían detenido a algunas personas que buscaban asesinarlo a usted. ¿Por qué esa división?

Me revuelve el tema porque lo del atentado es cierto, están todos los elementos de juicio, hay información de inteligencia que lo demuestra, capturaron a los muchachos, fueron desertores. Pero lo más bonito de esta etapa, a diferencia a la anterior, en cuanto a cómo resolver las contradicciones políticas internas, es de manera democrática, hablando. Hay cosas difíciles de entender, pues si escuchan su discurso y escuchan el de nosotros, es el mismo. Yo tuve algunas diferencias, pues defendí el nombre del partido FARC, lo hice por convicción, el nombre que tuvimos tantos años, pero cuando tuve relación con gente por las redes sociales, me plantearon que no usáramos el mismo nombre, me dieron argumentos, inicié un debate por Facebook y lleve esa propuesta al Congreso, pero no se recogió. Nos dimos cuenta que nos confundimos y terminamos cambiando el nombre por la propia dinámica.

¿Qué futuro vaticina a los Comunes?. Por mandato del acuerdo de paz disponen de seis escaños hasta 2026, pero después tienen que ganarlos en unas elecciones. ¿Cómo lo van a hacer?

Buscando los votos en las ciudades y manteniendo el apoyo en el campo. No es fácil, es una actividad nueva para nosotros, seguro que hemos cometido errores, novatadas, pero de ese aprendizaje hemos ido corrigiendo el rumbo. Pero ahora estamos creciendo y están llegando al partido jóvenes, hombres y mujeres que están aumentando las filas. Sabemos que es un proceso largo, que tenemos que acertar, tenemos que ganarnos los votos para en 2026 tener la personalidad jurídica.

¿Están pensando en renovar los liderazgos?, pues hasta ahora los dirigentes de los Comunes son, como usted, antiguos combatientes

Lo estamos haciendo ya, renovando la dirección, ya llegaron muchachos, jóvenes, que están metiendo un nuevo espíritu al trabajo, estamos construyendo listas, tratando de corregir el sentir de la gente, esperamos no equivocarnos, queremos también integrantes que no sean exguerrilleros, no queremos un partido de exguerrilleros, queremos un partido de colombianos. No es fácil, es un proceso lento, de mucha pedagogía con la militancia, uno puede tener la mente abierta, pero lo importante es que la tengan todos en el partido.

¿Van a presentar candidato a las elecciones presidenciales de 2022 o van a apoyar al izquierdista Gustavo Petro?

Lo estamos discutiendo y estamos en el Pacto Histórico (alianza de izquierdas liderada por Petro), aunque no nos muestran, pero estamos ahí.

¿Cuál es su relación con Petro, podrían trabajar juntos?

No quiero adelantar la decisión que va a tomar el partido. Él nos visitó en La Habana cuando estábamos en la mitad del proceso, muy escéptico lo vi las veces que he hablado con él, pero hay buena relación de intercambio. Después de las elecciones pasadas (2017) nos llamó para decirnos que el resultado que había obtenido (el mejor de la izquierda en su historia) había sido fruto de los acuerdos de paz. Fue estimulante que nos hiciera ese reconocimiento porque estamos convencidos de que el acuerdo transformó la dinámica política colombiana y abrió las compuertas para que sectores alternativos puedan llegar al gobierno. Dentro del Pacto Histórico van a hacer una consulta interna, habrá varios candidatos, quien gane irá a presidente y el segundo a vicepresidente.

¿Se imagina que en 2022 Colombia tenga por primera vez un gobierno de izquierdas?

Si no es de izquierdas, al menos que sea alternativo. Colombia necesita un gobierno que trabaje en la transición de la guerra a la paz, generando diálogo y reconciliación, no como nos pasó ahora, que nos llegó un gobierno de extrema derecha (Iván Duque). Uno de los problemas de este gobierno es la estigmatización y eso no beneficia a la paz, nos estigmatiza a nosotros, también a los jóvenes que estuvieron en la primera línea de las protestas. Todavía lo siguen haciendo.

¿Qué beneficios tendrá Colombia después de que EEUU haya sacado a las FARC de su lista de grupos terroristas?

En Estados Unidos también hubo un cambio hacia la extrema derecha con Trump, nunca tuvo una actitud contraria a los acuerdos pero no fue un apoyo propositivo como el de Obama. La orientación cambió con la llegada de este nuevo presidente (Joe Biden), que ha ido poco a poco apoyando el proceso, nos ha retirado de la lista de terroristas, pero quedan más pasos, es un camino complejo.

EEUU siempre tuvo un papel decisivo en el conflicto colombiano, aportó casi 10.000 millones de dólares a la guerra a través del Plan Colombia. Cuando deciden sentarse a negociar, entendemos que ambos lados están agotados, parecía que nadie iba a ganar. El Gobierno de Álvaro Uribe estaba muy tocado por las violaciones de los derechos humanos y las ejecuciones extrajudiciales. ¿Cuáles son las razones que llevaron a las FARC a negociar? También estaban golpeadas, con mucha presión militar, pero no estaban derrotadas.

La motivación para negociar fue un asunto de concepción desde Marquetalia, cuando llamamos al diálogo antes de ser bombardeados. Lo hicimos con los gobiernos de Belisario Betancur (1982-1986), con César Gaviria (1990-1994), hasta el Caguán, en época de Andrés Pastrana (1998-2002). Nosotros teníamos una estrategia militar, y también política, pero ningún gobierno quiso abrirnos ese espacio político. Belisario lo intentó pero los militares nos cerraron el camino; Gaviria nunca lo hizo. Queríamos entrar a la política con las mismas banderas pero en otro escenario. Santos nos abrió esa ventana, no abierta del todo, pero estaba en nuestras manos abrirla completamente, y eso fue lo que nos llevó a negociar.

Y, sí, golpeados estábamos, sobre todo la sociedad colombiana, pero no estábamos derrotados y eso a veces a alguien se les olvida, llegamos a negociar con el Estado, como parte contratante, firmamos un acuerdo con el Estado y no porque estuviéramos derrotados. Golpeados, sí, pero la lucha guerrillera tiene flujos y reflujos, hubo momentos en la historia de las FARC que quedaba reducida a lo mínimo, pero volvía y se levantaba. Nunca se sabe qué dinámica habría tenido la guerra de haber seguido, lo que sabemos es que hubiera profundizado las heridas. La sociedad colombiana no soportaba 10, 15 ó 20 años más de guerra, y eso lo entendió Santos y abrió esa posibilidad.

¿Cuál es su opinión de Juan Manuel Santos?

Es un verdadero representante de su clase, sabe bien los intereses que representa, y lo que está haciendo es defenderlos, son intereses que van en contra de los de la gran mayoría de colombianos. Su concepción de la economía y la sociedad es totalmente distinta a la que tenemos nosotros. Es un gran representante de esos intereses. Pero ha sido leal con lo que prometió. Se lo he dicho en varias ocasiones. Él me dijo en La Habana que estábamos en la misma barca y que teníamos que remar para el mismo lado, yo pensé que apenas viniera la primera tormenta él se bajaría; afortunadamente no lo ha hecho y hay que agradecerle.

Aguantó la negociación en momentos delicados…

Santos estableció unos criterios y los aceptamos: lo que pase en la guerra no puede afectar en la mesa, ni la mesa va a afectar en la guerra; en Colombia se debía seguir como si no pasara nada y en La Habana buscando el acuerdo. A veces no pudo aguantarlo, pero se mantuvo porque habíamos avanzado bastante y no era justo que Colombia fuera a perder esa oportunidad.

¿Cree que el Nobel de la Paz también le pertenece a usted?

Ese tema lo dejo para los demás.

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un sistema de justicia transicional que emana de los acuerdos, va a dictar sentencias en 2022. ¿Qué puede pasar con los comandantes de las antiguas FARC? ¿están tranquilos?

Nosotros estamos completamente tranquilos porque esto lo llegamos a construir nosotros, conocemos el espíritu y la esencia del sistema, en su aporte fundamental está la verdad. A partir de ahí esas cortes que entren a juzgar…, lo que hemos hecho desde el inicio es asumir las responsabilidades y, en ese sentido, estamos tranquilos.

Ustedes han pedido perdón a las víctimas. ¿El Estado colombiano lo ha hecho? ¿se deberían abrir casos a los victimarios que estuvieron al lado del Estado durante el conflicto?

No quiero ahondar en ese tema, pero falta, falta. Esa es la parte que se desequilibra. El sistema está fallando en la apertura de casos al Estado, creemos que eso también está en construcción, es un camino por el que ningún país ha transitado. Se está haciendo, en medio de debates, lo importante es mantenerse en la vía de la reconciliación.

¿Estaba más seguro cuando estaba en el monte, cuando era combatiente, o como firmante de la paz?

Siempre está el miedo, siempre está el riesgo. Allí se mantenía más, todos los días uno se levantaba pensando que podría ser el día, hay que estar pendiente de la guardia, que no salga humo del fogón, de no extender ropa blanca en sitios destapados, pendientes de que no se haga bulla, siempre, las 24 horas del día; durante las noches pendientes de que los guardias hagan sus funciones, que no se alumbre. Ahora sabemos que hay enemigos que quieren hacerle daño al proceso, pero uno se levanta tranquilo, ahora hay que apagar el bombillo para ahorrar energía, no hacer mucha bulla para concentrarse en el estudio o la lectura, o para no despertar al niño, es una vida completamente distinta.

¿Sueña con una Colombia totalmente pacificada?

Estamos dejando un legado a las nuevas generaciones, es una tarea para ellas, hemos sentado las bases para que esas nuevas generaciones continúen.

**Entrevista exclusiva de Esther Rebollo, periodista y directora adjunta de Publico.es

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