Inquietante puede ser la palabra que deja la exposición de Ramón Giovanni quien se dedica a alterar la verdad de la realidad desde la fotografía. Desde diferentes perspectivas y con distintas imágenes el artista va creando imágenes que mantienen su lógica propia.
Las imágenes giran alrededor de algunos temas como el cosmos, los desnudos femeninos, los bañistas, los caminantes. Las ideas se convierten en frases con la una palabra. Lo onírico se convierte en parte de una historia real donde Freud convierte los sueños en realidad. Soñamos lo que no podemos pensar a sangre fría. La vida de los otros. La historia imaginada. Todo sometido al mecanismo del tiempo posible y el espacio virtual.
Claude Levi- Strauss de su mayor -o menor- espontaneidad, escribió en 1924 que “no estaba seguro” de que el valor de lo estético de la obra dependa de su espontaneidad. “Prefiero lo dictado del pensamiento fuera de toda preocupación estética o moral”. En 1950 René Magritte (el gran surrealista belga) firmaba con sus amigos: “La manufactura de la poesía” otro repertorio combinatorio de la creación que permitía una maniobra para confeccionar un número incalculable de poemas.
Todo se permite. Las imágenes pueden ver el agua en cemento, pueden recurrir al desierto de en las curvas de un cuerpo o pueden construir el cuerpo dentro de un mundo geométrico que nos hace pensar en el Malevich el ucraniano maravilloso que pensó en la espiritualidad de las formas a principios del siglo pasado.
Se trata de defender la utopía del tiempo y el espacio. La libertad de contradecirla de cualquier intervención directa con la lógica para que el otro mundo posible salga a ser parte donde las referencias de algunas imágenes pictóricas tienen referencia virtual.