Lo que está pasando con el patrimonio de Rionegro se puede personificar con la figura de un muñeco de año viejo, liquidado y descuartizado por la administración municipal “Rionegro tarea de Godos”. Ese muñeco, repleto de pólvora mojada, no ha explotado y tal vez no lo haga, porque el descontento pasivo de los habitantes no alcanza ni para prender una mecha —salvo a las bautizadas por don Andrés Julián Rendón Cardona, “Minorías Ruidosas” o ciudadanos que se hacen sentir—.
La absurda construcción de un sistema de transporte masivo, del que ni siquiera el Ministerio de Transporte estaba informado, según lo confirmó el concejal Ricardo Nieto; la liquidación del Hospital Gilberto Mejía Mejía, que dejó desempleados a más de 120 funcionarios y a miles de ciudadanos con el corazón en la mano; la creación de la Empresa de Desarrollo Sostenible, una figura jurídica que parece una reunión de amiguitos políticos; y la venta de Empresas Públicas de Rionegro a Empresas Públicas de Medellín, son las puñaladas más profundas que le han propiciado, con sevicia, patrimonio.
En memoria de Aguas de Rionegro
La ley 142 de 1994, que permite que las empresas privadas presten servicios públicos domiciliarios, gestó a Aguas de Rionegro, entre 1995 y 1997, durante la alcaldía de Luis Carlos Mejía Quiceno. Con la empresa buscaban eliminar los intereses de monopolio de Acuantioquia, hasta ese momento encargada, para darle propiedad y autonomía al municipio
Si bien es cierto que Aguas de Rionegro se convirtió en una plaza asignada por el dedo de los favores políticos, registró casos de corrupción y algunas polémicas —la más reciente, la firma, en 48 horas, de un contrato de 7.093 millones de pesos, para reponer un tramo del alcantarillado, en los últimos días de administración del exalcalde Hernán Ospina Sepúlveda—, logró ser sostenible y prestar un servicio de buena calidad, certificado por el Icontec.
Una de las justificaciones de los asesinos de EP. Río es “el agua de mala calidad que reciben los rionegreros”, pero existen estadísticas que lo desmienten. Según la Superintendencia de Servicios Públicos, dentro de las, aproximadamente, 200 empresas que hay en el país, EP. Río se encuentra en el ranking de las primeras mejor reputadas en materia de turbiedad, inquietudes, quejas y reclamos —con 5.8 reclamos por cada 1.000 usuarios—, por encima de municipios como Itagüí, La Estrella y Bello, atendidos, paradójicamente, por EPM, el nuevo dueño del muñeco.
La venta no era la única opción. Exgerentes, entre ellos León Darío Orozco y Diego Botero, propusieron alternativas viables ambiental y socialmente, como la búsqueda de inversionistas y la democratización para que los habitantes pudieran adquirir acciones. Sin embargo, a partir del 26 de octubre la empresa dejó de ser propiedad de Rionegro, la Gobernación de Antioquia, la Universidad Católica del Oriente, la Cámara de Comercio del Oriente Antioqueño y la Corporación Empresarial del Oriente Antioqueño, para convertirse en una filial de EPM.
Los acueductos comunitarios son otra extremidad que, seguramente, será desmembrada. En términos de infraestructura no podrán alcanzar a EPM, por lo que, sí o sí, desaparecerán, restándole autonomía a las comunidades y otorgándole mayor poder y recursos a ese titiritero gigante. ¿No es esto monopolio? El esfuerzo de largo aliento, que se mantuvo por más de 20 años, para exterminar este mal, se está quedando sin aire.
Esta puñalada penetró también en el río Negro, que determina el Plan de Ordenamiento Territorial y sobre el que, ahora, el alcalde de Medellín, presidente de la junta directiva de EPM, tendrá injerencia directa. El río Negro es uno de los afluentes que más recursos le genera al país y su caudal es propicio para la generación de energía, por lo que no será sorpresa que nuevos proyectos hidroeléctricos lleguen al Oriente, dejando a su paso esa mancha criminal, de desplazamiento, desarraigo, conflicto e inequidad, que los colombianos apenas están conociendo.
EPM invertirá más de 550.000 millones de pesos para la "mejora" del servicio, aunque no ha aclarado si se recuperarán en un incremento en las tarifas, es el escenario más probable. Más de 28.000 suscriptores sentirán la puñalada, simplemente porque el ego de Andrés Julián Rendón Cardona no permitió poner sobre la mesa otras alternativas. Estas, como la mayoría de inquietudes, no van a ser relevantes para el monarca, en parte porque, el que debería intermediar, el Subsecretario de Comunicaciones Diego Mora, anda muy ocupado con su cargo de Youtuber, respondiendo insensateces a la oposición y satanizando todo lo que no sea godo.
Los dardos que arroja la, cada vez más impopular, administración municipal tienen un blanco y es la salud pública. Esta seguidilla de ventas y liquidaciones, que no dialogan con las necesidades de los rionegreros, sigue demostrando que el interés económico se está comiendo al bienestar social. Sin agua, ni salud, ninguna comunidad podrá alcanzar el sobrevalorado ‘progreso’, ojalá la marca de ciudad, para la que destinan un fajo gordo, no vaya a ser “Rionegro tarea de sedientos”. El caso es que seguirán descuartizando el muñeco, con sevicia y puñaladas certeras, porque saben que la pólvora mojada nunca va a explotar.
