En época especial de reflexión, como la que aquí se inicia, vamos al espejo.
La banalidad, palabra que resume todo y, todo lo que nos ocurre. ¿Recuerdan ustedes? ‘La Banalidad del Mal’, remembrar lo sucedido no es anecdótico, es simplemente recrear el pasado, en punto del presente y, con mirada al futuro; y se dijo: "Cuando hablo de la banalidad del mal —dice Arendt— lo hago solamente a un nivel estrictamente objetivo y me limito a señalar un fenómeno que, en el curso del juicio, resultó evidente. Eichmann carecía de motivos, salvo aquellos demostrados por su extraordinaria diligencia en orden a su progreso personal. Y en sí misma, tal diligencia no era criminal."; no lo era, no era criminal, pero logró lo que la misma guerra no pudo producir, centenares de muertos y, con una eficiencia –perdón por la expresión- que rompe cualquier esquema mental, una máquina de exterminio nunca antes vista; consecuencia de la guerra, en víctimas civiles que nunca debieron producirse; un sentido de desproporción y de asco que rinde el sentimiento humano. Invito a leerlo; nada hacía que parara, nada.
De otro lado, la ‘Banalidad del Bien’, un libro, una apuesta desde el Instituto Berg, en asocio, en buena hora, con la Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Jurídicas; el libro que se da a conocer constituye un icono pedagógico; así lo repiensa el Decano Sampedro A. en el Prólogo de esta versión: “(…) la propuesta pedagógica de Giorgio Perlasca; la ‘Banalidad del Bien’; (…) El reconocimiento de Giorgio-Jorge Perlasca como uno de los justos evidencia una gran potencialidad pedagógica, (…) enseña que la recuperación del pasado no visible, de lo impensado en la filosofía, es el campo de batalla donde se decide el futuro; es el instrumento capaz de abrir el expediente y reconocer que ahí hay derechos pendientes, derechos que pueden y deben ser saldados mediante el despertar de la conciencia del presente”. La puesta en escena de la posibilidad de humanidad, como una estrategia de hacer las cosas grandes triviales y, lo trivial buscarle su conducción de grandeza: salvar vidas, en humana condición. Invito a su lectura, introyección, análisis personal. Bienvenida la posibilidad de acercarnos a la demostración de la protección de la víctima y, ahora al Derecho a NO ser víctima.
La banalización de lo nuestro, es evidente,
pero no en contextos de volver grande las cosas ‘triviales’ que se han de proteger,
sino en trivializar las cosas grandes que jamás se han protegido
La banalización de lo nuestro, es evidente, pero no en contextos de volver grande las cosas ‘triviales’ que se han de proteger, sino en trivializar las cosas grandes que jamás se han protegido, ni se quieren proteger.
Banalización: “1. f. Acción y efecto de banalizar”; y, banal: “Del fr. banal. 1. adj. Trivial, común, insustancial”. Se banaliza, se vuelve trivial la situación cuando de las muertes de líderes sociales se afirma se producen por riñas intestinas y ‘líos de faldas’; ¿se trata de una postura Oficial?; se banaliza, al contaminar la ‘Participación Ciudadana’, cuando concitando esfuerzos para que se produzca un veredicto popular, una vez se ofrece el resultado adverso, se infringe la norma de oro, se pasa por encima de la decisión solicitada, léase el referendo; se banaliza, cuando ante los atentados y agresiones sexuales a la mujer y a los niños, no se da consecuencia al suceso y, por el contrario, se dice ser producto de la guerra y, no más; señoras y señores, ¿oyeron, vieron, sintieron los relatos de guerra de las mujeres antes ‘miembros’ de las Farc-EP? Un horror; en fin, se banaliza, cuando en vez de respetar la Institucionalidad, para cada caso se burla, se toma el atajo aplicando normas inexistentes o, por lo menos interpretadas al acomodo; una acción de cumplimiento que no cuadra, perdón la expresión con los mandatos constitucionales. Solo unos ejemplos.
La banalización; nuestra banalización, está, se encuentra, a vista: estamos desbocados.
Felices Fiestas.