Desarrollo económico y humano

Desarrollo económico y humano

Varias décadas construyendo desarrollo social como simples objetos, no como sujetos, sin aceptar que se requiere que el conjunto de la sociedad participe

Por: Jorge muñoz Fernández
abril 27, 2018
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Desarrollo económico y humano

Abordar los problemas de la sociedad desde una perspectiva económica, social y cultural exige trazar inquietudes relacionadas con la calidad de vida de sus miembros, pensando que una sociedad no es humana por el hecho de estar integrada por seres humanos sino por responder a los más altos niveles de la dignidad humana.

Durante años el desarrollo humano se identificó con el crecimiento material, los kilómetros de carreteras construidos, las hectáreas cultivadas, los planteles educativos y universitarios abiertos, los hospitales creados y el número de cintas inaugurales cortadas por los gobernantes.

Desarrollo era similar a evolución material, industrialización, prosperidad empresarial y pleno empleo para conducirnos al paraíso improbable de Keynes.

La historia nos recuerda que los colombianos suponíamos que el país emprendía un camino hacia el desarrollo porque el Banco de Colombia, Coltejer y Fabricato, patrocinaban a Ramón Hoyos en la Vuelta a Colombia en Bicicleta, sin importar que, departamentos, como el Cauca, participantes en el mismo evento, apoyaban a corredores como Alirio Bedoya y Jesús María Lucumí, patrocinados por la Virgen del Carmen, una fábrica de herraduras y Velas el Sol, quizá para iluminar la pobreza legendaria de la región caucana.

De la Virgen del Carmen no se conoce los favores recibidos por los deportistas caucanos. De la fábrica de herraduras se sabe de su insolvencia por el advenimiento del parque automotor. Del Banco de Colombia aún se conocen los planes para hacer felices los sueños.

En mora está la Asamblea departamental de crear sendas medallas, con los nombres de los coleros de la vuelta, verdaderos héroes, para premiar las políticas del Estado que nos llevaron a ocupar los más bajos índices de pobreza y desigualdad social.

La carrera de los escarabajos, que eran observadas ansiosamente desde los pueblos, trochas y caminos, fue un instrumento que, “a manera de posconflicto”, durante el Frente Nacional, sirvió para superar moralmente la violencia partidista desatada por la cúpula liberal conservadora. El mismo efecto tuvieron los nacientes equipos de fútbol.

Para ese entonces, se supone que el país no era escenario para hacer análisis críticos sobre el Estado y la sociedad.

Fueron intelectuales como Ricardo Sánchez A. y Luis Fernando Maldonado, quienes, con otros pioneros de la investigación, nos condujeron a observar las relaciones políticos sociales del momento.

Su aserto sobre el desequilibrio institucional tiene hoy validez incuestionable; expresaban sobre las sobre las décadas del setenta y ochenta:

“…existen cuando menos tres esferas de relaciones. La esfera de lo político, que tienen como elemento básico las elecciones, la organización, el poder, las luchas de las clases sociales y la construcción de la estructura organizacional del aparato del Estado.

La esfera de lo económico, que tiene como elementos básicos las relaciones entre propietarios de los medios de producción, sea en forma directa o por intermedio de patronos; la intervención del Estado para garantizar la producción capitalista de la sociedad; por lo tanto, forman parte de esta visión la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social como elementos prioritarios para la reproducción.

La esfera de lo cultural que tiene como elementos básicos algunas consideraciones abstractas de cohesión ideológica como la nación, el territorio, la tradición lingüística, el arte y los saberes” (Escritos para el estudio de los derechos humanos- Ricardo Sánchez A. Luis Fernando Maldonado G, Defensoría del Pueblo, Derechos Humanos para vivir en paz, 2.000, página 204).

Fiel a los parámetros internacionales, impuestos por la metrópolis, el desarrollo no fue más que el indicador del ingreso por habitante y se consideró que solo existía un modelo a seguir y era el norteamericano.

Fue a partir de esa época que los analistas del desarrollo intensificaron sus estudios sobre la desigualdad y la pobreza, cuando el país comenzó a despeñarse por los desfiladeros del neoliberalismo, cuyas recetas fueron aplicadas a espaldas de la población: se incrementó la miseria, la desigualdad, colapso la salud y el deterioro ambiental fue un festejo económico para las trasnacionales.

Varias décadas construyendo desarrollo social como simples objetos, no como sujetos, sin aceptar que, conforme a la Carta de los Derechos Humanos, para que el desarrollo sea verdaderamente humano se requiere que el conjunto de la sociedad, sin exclusión alguna, participe en la vida social de una manera digna y, esto, no lo puede hacer sino un Estado que garantice políticas públicas positivas en torno a la salud, la alimentación, la vivienda, la educación y el empleo.

Aceptamos, finalmente, que el desarrollo humano no depende exclusivamente de los indicadores económicos, es necesario que la justicia y la libertad no sean entelequias constitucionales y la democracia garantice un efectivo acceso al poder y, la nuestra, solo garantiza, a millones de colombianos, la exclusión social, bajo los planes del eufemismo político de la gobernanza, donde se esconden los ajustes depredadores del neoliberalismo. Hasta pronto.

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