El Congreso Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia CUT, se reúne del 7 al 10 de mayo en el Centro de Convenciones Ágora en Bogotá.
Más de 1.200 delegados de todo el país, en representación de sus 644 sindicatos filiales que agrupan a 592.000 afiliados, entre los que se cuentan Fecode, la USO, Sintrainagro, entre muchos, cumplirán la cita estatutaria de cada 4 años, para revisar el estado actual de las condiciones materiales de los trabajadores y sus familias, el impacto de las políticas económicas y sociales, el avance o retroceso de las libertades sindicales, el empleo y los ingresos, las condiciones de los sindicatos, sus dirigentes y activistas, así como el estado de ánimo del grueso de los trabajadores.
En medio de todo lo que puede abarcar un congreso de esta magnitud, se destacan dos desafíos trascendentales para las perspectivas de cambio que desde el sindicalismo se puedan impulsar.
En los escasos nueve meses de gobierno del presidente Iván Duque, se ha caracterizado por la ingobernabilidad expresada tanto en la falta de una agenda que atienda las necesidades del país, como de un desgaste en su imagen muy temprana que rápidamente pierde el capital político y se expresa en los altos niveles de desfavorabilidad reflejada por las encuestas de opinión.
La agenda del gobierno impuesta por el Centro Democrático y el senador Álvaro Uribe Vélez, se caracteriza por, tal como lo anunció en campaña, de hacer trizas los acuerdos de paz, paralizando el cumplimiento de los acuerdos con las Farc, desmontando las negociaciones con el ELN y adicionalmente montando un fuerte tinglado con quienes respaldan la paz, objetando la ley estatutaria de la JEP. Por fortuna para el país ha fracasado en este intento. De otra parte ha montado una fuerte agenda proempresarial y plutocrática, reflejada en los inmensos beneficios que para las grandes corporaciones multinacionales y el gran capital financiero han quedado consagradas tanto en la ley de financiamiento (reforma tributaria) como en el recién aprobado a pupitrazo limpio del PND, en el cual se aplica una regresiva reforma laboral y pensional que precariza a los trabajadores con grandes beneficios en disminución de los costos laborales para el empresariado.
Este es el primer gran desafío del congreso de la CUT. Cómo oponiéndose al gobierno del Duque-Uribismo logra contribuir a que no se desbaraten los acuerdos de paz y por tal no se deteriore aún más las circunstancias de la democracia y se logre entonces avanzar en desterrar la cultura de la violencia política en el país, el mejor escenario para que la ciudadanía, los trabajadores y las organizaciones sociales y políticas puedan desarrollar la más amplia convergencia para salvaguardar la democracia y oponerse a los regresivos planes económicos sociales y laborales del PND.
Este desafío de la CUT, adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta
la posición vacilante y confusa de las otras centrales sindicales,
que han firmado un "pacto por el trabajo decente" con el gobierno y los empresarios
Este primer desafío de la CUT, adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta la posición vacilante y confusa de las otras centrales sindicales, que han firmado un "pacto por el trabajo decente" con el gobierno y los empresarios, el cual, a muy escasas semanas de su firma, quedó absolutamente demostrado su inoperancia y la ingenuidad en la que cayeron quienes por los trabajadores lo firmaron, cuando de una parte se conoció los alcances funestos para el país, la ciudadanía y los trabajadores de los proyectos aprobados en el congreso en materia de ley de financiamiento y el PND.
Para enfrentar este desafío la CUT viene proponiendo y promoviendo la más amplia unidad y convergencia de todos los sectores sociales y políticos que estén por defender la paz de una parte, y de otra se opongan a este plutocrático gobierno.
El otro gran desafío del congreso entendida esta definición política, es cómo fortalecer el sindicalismo.
Hay que buscar conseguir mayor afiliación sindical y centralización organizativa, que logre recuperar la fuerza y liderazgo que en otrora tuvo el sindicalismo colombiano, y que por la combinación perversa del modelo neoliberal y la violencia antisindical nos ha llevado a la actual circunstancia de debilidad y de dispersión. Solo el 5 % de los trabajadores está afiliados a un sindicato, dispersos en 7 centrales sindicales , al menos 4 de ellas de papel, y en más de 8.000 sindicatos en su mayoría de muy escasa afiliación y sin mayor coherencia con los postulados e intereses de los trabajadores.
Deberá para ello desarrollar una profunda lucha ideológica y política por hacer del sindicalismo un verdadero representante de los trabajadores y su clase, desarrollando la más amplia convergencia social y política para opciones de gobierno y de poder, que insistan en una política de centralización del sindicalismo a todo nivel en grandes estructuras por rama o actividad económica, que promuevan una vida democrática en los sindicatos, sin sectarismos ni dogmatismo y haciendo una crítica seria al burocratismo y a la política de pequeños feudos y prácticas del caudillismo.
Así mismo, la central, sus dirigentes y activistas para enfrentar de mejor manera el hegemonismo neoliberal y los afanes guerreristas del actual gobierno y la insistente política empresarial y patronal de acabar con la relación laboral por la vía de las formas deslaboralizadas y la utilización que en este mismo sentido hacen hoy en día con las plataformas informáticas y digitales y la introducción de la revolución industrial 4.0 de la robótica y la inteligencia artificial, deberán reinventar las formas organizativas y de accionar del sindicalismo.
Se requiere una CUT consecuente con el sector de los trabajadores, numerosa, centralizada y fuerte, para poder converger con otros sectores sociales y políticos para defender la paz y oponerse a este gobierno y en las próximas elecciones territoriales del 27 de octubre promover y respaldar candidaturas progresistas y alternativas. O en medio de esta lucha logre hacerse fuerte y numerosa.
Sindicalismo es democracia.