Corría el año 2001 cuando el Canal Caracol le apostó a un formato televisivo inédito en la televisión colombiana hasta ese momento. Se trataba de Expedición Robinson, el primer reality que se trasmitió en Colombia en el que un grupo de personas comunes y silvestres debía sobrevivir a condiciones extremas para que al final uno de ellos se hiciera acreedor a un millonario premio. En el casting para escoger a los participantes no parecían primar criterios estéticos ni de edad. Hasta gente anciana participó en el mencionado show televisivo.
La primera versión del novedoso —al menos en ese entonces— programa fue un éxito, no tanto así la segunda que se transmitió un año después. El canal del molusco resolvió en 2004 lanzar su propio reality inspirado en Expedición Robinson, pero con algunos cambios para evitar conflictos por derechos de autor. Así nació el Desafío. Desde entonces Caracol ha producido y emitido de forma ininterrumpida el programa de marras que se ha caracterizado por la repetición de la repetidera: las mismas pruebas recicladas una y otra vez, los mismos conflictos y estrategias entre concursantes, etc.
El programa ya acusaba un desgaste y a los genios creativos del canal de la Floresta se les ocurrió, para darle nuevos aires al repetido formato, darle un giro: de ahora en adelante los concursantes debían ser musculocas acaba ropa y mujeres fitness a las cuales poder exhibir en cada vez más diminutas tangas para deleite de los televidentes de este bodrio.
Se podría decir que el Desafío Súper Humanos es la versión colombiana de Acapulco Shore. Pero frente a esto uno se hace una pregunta: ¿valdrá la pena que Caracol nos meta el pajazo mental de que un súper humano es aquel que se la pasa cuatro horas diarias en un gimnasio y cuya dieta está compuesta de proteína y esteroides anabólicos? En mi humilde opinión, más súper humano es aquel que puede sobrevivir con un salario mínimo en este país. ¡Eso sí que es una verdadera hazaña! O una madre soltera que logró sacar adelante sola a sus hijos. O gente que realmente le aporta a la sociedad algo más importante que exhibir su cara, su sonrisa Fortident y su cuerpo lleno de tatuajes en un programa de televisión para mojar prensa y pantalla y ganar followers en Instagram.
A Dios gracias esa payasada de reality está a punto de acabar. Pero esa alegría es efímera, porque ya viene en camino otra edición de Protagonistas de Nuestra Tele, otra bazofia televisiva que, a juzgar por el horario en el que se transmitirá, 9 de la noche, y la necesidad apremiante de RCN de volver a lo más alto del rating, este año apelará a todos los recursos más polémicos para atraer audiencia: sexo y orgías entre participantes, mechoneadas, amenazas hasta con revólver, intentos de suicidio en vivo y en directo, en fin, quién sabe.
En estos payasescos programetes ya hemos visto de todo: gente de la comunidad LGBT con problemas emocionales y psicológicos que son irresponsablemente utilizados para ganar sintonía, mujeres que se han intentado suicidar tomando alcohol antiséptico, folladas, espectáculos de concursantes histéricas que luego se supo que habían sido simulados por órdenes del productor del reality, participantes a los que dejan sin comer, etc. ¿Qué seguirá? Quién sabe. Afortunadamente uno tiene la potestad de cambiar de canal o apagar el televisor.