Por el hecho de que casi todos los colombianos hayan rechazado tajantemente el llamado proyecto de ley de financiamiento que el ministro cuestionado Alberto Carrasquilla presentó en el Congreso a nombre del presidente Iván Duque, no podemos bajar la guardia. No solo por el desatino y la crueldad de una reforma tributaria enderezada a lesionar en materia grave a sectores populares y clases medias con la extensión del IVA a la mayor parte de los productos de la canasta familiar, sino porque los representantes del gobierno van a chantar a la fija alguna modificación secundaria para imponer el proyecto pero mostrándose como los salvadores de última instancia.
Hay que recordar cómo las políticas tributarias, sobre todo en los tiempos del neoliberalismo, han sido sesgadas para imponer un cúmulo de impuestos indirectos, todos de carácter regresivo porque los pagan las mayorías laboriosas. Es el caso del Impuesto de Valor Agregado (IVA), al consumo, al 4xmil, a la gasolina, de los cuales provienen los mayores ingresos del fisco. Las políticas tributarias, por otro lado, les rebajan los impuestos directos al gran capital, ya sea de las grandes empresas o de los magnates. Por ello terminan pagando más impuestos los que nada tienen que las élites pudientes.
Se ve claro en la iniciativa de Duque y Carrasquilla que con la extensión del IVA quieren recaudar 14 billones de pesos nuevos en 2019 de la población y rebajar 10 billones de pesos al impuesto de renta a las trasnacionales y a la banca en 2019-2020. El subterfugio de la devolución es una trampa, ya que no puede cubrir a todos los pobres, pero sí es claro el maltrato a las clases medias, todo por orden de la flamante Organización para la Cooperación Económica, OCDE, que ha llevado al desastre a países como Grecia y Turquía.
Las “hazañas” de Carrasquilla no son solo la reforma tributaria y los bonos de agua, que lo enriquecieron a él y quebraron a más de cien municipios. Hay mucho más. Cuando fungía de ministro de Hacienda de Álvaro Uribe Vélez, le quitó a la mayoría de pensionados la llamada mesada catorce y eliminó a las trasnacionales y al capital financiero mundial el impuesto de remesas de utilidades del siete por ciento que tenían que pagar cuando enviaban a sus casas matrices los rendimientos obtenidos en los negocios, lo cual quedó establecido en el artículo 78 de la ley 1111 de 2006. Para calcular este saqueo solo hay que tener en cuenta que, según el Banco de la República, la Inversión Extranjera Directa IED a marzo de 2018 es de 182.342 millones de dólares, sobre cuya remesa de utilidades al exterior ya no pagan ¡un solo peso!
Con los impuestos no se juega. La exacción de los poderosos lleva al rechazo creciente de las gentes sencillas, trabajadoras y emprendedoras. En 1781 en el Socorro, Santander, después que Manuela Beltrán rompió los edictos impositivos, estalló la Revolución de los Comuneros, comandada por José Antonio Galán. La reforma tributaria de Duque y Carrasquilla debe ser derrotada con la movilización y la resistencia civil, pacífica pero enérgica.