Derechos humanos y JEP: ¡firmes en el atraso!
Opinión

Derechos humanos y JEP: ¡firmes en el atraso!

El deseo de excluir de la JEP a los defensores de los DD. HH. es solo una manifestación de la actitud de estar de espaldas al mundo

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noviembre 27, 2017
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La política en Colombia se despliega como si nadie nos viera, como si fuéramos únicos en el mundo. Una de las últimas perlas, la de la pretensión de excluir de la JEP a cualquier individuo que haya tenido relación con el discurso de los derechos humanos. ¿Un acuerdo entre tres partidos, CD, CR y la U, supuestamente, para que defensores de derechos humanos no puedan ser magistrados de la JEP?  Por favor, lean, señores dirigentes que formulan tales esperpentos,  las plataformas de los partidos que, supuestamente, son sus pares en otros países.

No es la Guatemala de los años cincuenta, o la Repúbica Dominicana de Trujillo o la Nicaragua de los Somoza. Son líderes de Colombia, versión 2017, que consideran que el discurso de los DD. HH.  es comunista. Políticos de todas la edades, viajados y estudiados.  Qué atraso.

Entre otras, para comenzar, el discurso de los derechos humanos fue rechazado en épocas anteriores a la caída del muro no solo por los países en desarrollo de la órbita occidental, sino por todos los gobiernos que se declaraban comunistas. Solo para citar dos casos, en los ochenta los informes de Amnistía Internacional eran descalificados por su orientación comunista en países como Colombia y por ser instrumento del imperialismo por el gobierno cubano.  Similar a lo que ha ocurrido en el siglo XXI con Human Rights Watch, detestado por igual por Uribe, los Castro y por Chávez y Maduro.

El deseo de excluir a aquellos que hayan tenido relación con la defensa de los DDHH es tan solo una manifestación de la actitud de estar de espaldas al mundo. Análogo al de parquear el vehículo en sitio prohibido en Colombia o botar la lata de cerveza por la ventana, actos a los que pocos se atreverían en los EE. UU.  o en alguna ciudad europea.

La práctica política en Colombia, amparada en la virulencia del lenguaje y las consignas, regida por unos cuantos clichés y sustentada en profundos rencores y temores, no deja espacio para pensar a Colombia en el marco de lo que está ocurriendo en el planeta. Da la casualidad de que la velocidad a la que se producen los cambios no tiene antecedentes. No adaptarse a ellos tiene inmensos costos para la calidad de vida presente y futura de los colombianos.

Los profundos cambios que ocurren en el mundo le tienen sin cuidado a la dirigencia política colombiana. Sean la tecnología, el cambio climático, las nuevas formas de producir, distribuir y consumir y su impacto sobre la educación, se trata de temas ausentes en las prioridades que se debaten en esta época preelectoral y mucho más aún durante los períodos de ejercicio tanto en el gobierno como en los órganos legislativos.

 

 

Con excepciones, los líderes que encarnan las obsoletas derecha e izquierda,
están de espaldas a las nuevas plataformas colaborativas de internet
Y la orden del día: economía sostenible

 

Con excepciones, los líderes, particularmente los que encarnan las obsoletas derecha e izquierda, están de espaldas a las profundas implicaciones que, sobre el aparato productivo de bienes y servicios, tienen las nuevas plataformas colaborativas de internet y, en general, el surgimiento de nuevas tecnologías en campos tan aparentemente diversos como la inteligencia artifical, la computación cuántica, los circuitos integrados, la biofarmacéutica, las comunicaciones 5G y la robótica. Y la orden del día: economía sostenible.

Las implicaciones de tales cambios no son de derecha o izquierda. Le atañen, directamente, a millones de jóvenes en situación de desempleo y subempleo, a un aparato educativo terciario que bota al mercado 300 000 profesionales y técnicos al año, sin que puedan conectarse con un mercado laboral que, a su vez, tiene graves problemas de competitividad. Al campo colombiano, que podría redimirse en una perspectiva modernizante mediante la apropiación y uso de nuevas tecnologías.

Pensar en Colombia a treinta años, desarrollar agendas compartidas entre sociedad e instituciones públicas, con participación de todos los partidos, para adaptarse a los cambios profundos que ocurren debería ser una obligación. El único obstáculo: el parroquialismo de buena parte de los líderes políticos y su creencia de que solo se hace política con gente parecida, que piense, sienta y actúe de manera similar. Y que considera que los DD. HH. son comunistas y que sus defensores deben ser excluídos de la JEP.

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