Los errores del colombiano y el origen de sus fracasos radican en la realidad misma, no solo nacional sino universal. El mundo presenta múltiples manifestaciones que conforman una realidad determinada, estas están sometidas la gran mayoría de las veces a las leyes físicas que se fundan en el orden matemático que contiene la lógica como su pilar.
La inteligencia se define según el diccionario de la RAE como: "capacidad de entender o comprender" o "capacidad de resolver problemas y Conocimiento, comprensión, acto de entender". Este factor se mide por el coeficiente intelectual de manera directa, o de forma menos directa por medio de las pruebas del Icfes, todo esto se basa en el área de la psicometría.
El promedio de coeficiente intelectual en Colombia es de 84, la media aritmética mundial es de 87.12, el rango de normalidad va de 90 hasta 110; una persona muy instruida alcanza hasta 120, mientras que los superdotados comienzan a partir de los 130. Cabe destacar que en el ámbito médico el coeficiente intelectual se requiere para determinar si una persona es mentalmente capaz de compromisos legales, ya que un puntaje inferior a 70 corresponde a retardo mental en el caso de algunas personas jóvenes, mientras que en adultos por lo general puntajes con estos rangos bajos se asocian a cuadros demenciales. Por Ley 23 de 1981, los médicos son auxiliares de la justicia, una de las funciones más requeridas es la determinación de capacidad legal, o sea, determinar si una persona es imputable o no, si es apta para comprender su rol responder por sus necesidades.
Con base en lo anterior, el rango de coeficiente intelectual donde se sitúa el promedio colombiano cae dentro del área en que no es normal y no tiene retardo mental, lo que corresponde a una situación consistente en una “dificultad para comprender las cosas”. Si se analiza el resultado de la prueba del Icfes del señor Iván Duque Márquez, que fue expuesto en varios sitios web, el presidente obtuvo un puntaje en matemáticas de 50 sobre 80, es decir, una nota equivalente a una calificación de 3.1, o sea pasó raspando la asignatura. Esto indica que el señor no tiene aptitudes adecuadas para inferir soluciones mediante el uso de las matemáticas, lo que sugiere que la lógica matemática y su componente de orden lineal no son de fácil comprensión para el señor en comento. En cuanto a lenguaje se refiere, la nota estatal fue de 56, dando una calificación de 3.5; lo que sugiere que su coeficiente intelectual puede estar en el rango del promedio nacional.
Bueno, por el lado de los manifestantes lo que he podido percibir al hablar con ellos o escucharlos en entrevistas radiales es que tienen aptitudes ineficientes del lenguaje y evidentes falencias para el razonamiento abstracto, lo que por asociación deriva en inadecuadas aptitudes matemáticas. Justifican lo injustificable, no proponen soluciones e infieren esperar respuesta del gobierno, pero no son claros en lo que esperan.
El gobierno tampoco es claro en lo que propone ni en como argumenta su acercamiento a este grupo rebelde, lo cual indica que estamos ante un grupo de personas (ambos bandos) que no tienen aptitudes para abordar, ni resolver problemas de manera objetiva e incluso subjetiva.
Los derechos humanos son claros en sus definiciones, el número 20 estipula lo siguiente: 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. 2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación. Aquí se requieren aptitudes de lenguaje y de abstracción para comprender como se debe abordar el modelo civilizado propuesto en la declaración universal de los derechos humanos, primero asociación no es sinónimo de protestar, puede existir asociación para protestar.
Luego la asociación pacífica dista mucho de lo que se ha evidenciado hasta ahora por parte de los manifestantes, quienes solo se reconocen mediante la imploración de este derecho, pero se hacen los de la vista gorda respecto con los demás derechos, en especial los que tienen que ver con sus congéneres.
Así mismo, el derecho humano número 29 establece lo siguiente:
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Con lo anterior, se hace evidente que el bloqueo arbitrario de las vías públicas, la interferencia en el derecho al trabajo de los demás, la libre circulación (en especial de ambulancias con bebes enfermos), el libre goce de la propiedad tanto pública como privada (donde vivo se prohíbe el uso de cámaras o celulares en la calle frente a mi residencia), se ha prohibido reiteradamente el uso de vehículos, mientras la vía pública se usa para escuchar mucha a alto volumen, lanzamiento de papas bombas durante casi toda la madrugada, lo cual es una injerencia arbitraria en el ambiente de la vida personal o familiar de quienes residimos donde lo hacemos.
Cabe resaltar que el gobierno tampoco ha comprendido a cabalidad el verdadero significado de los derechos humanos, pues, independientemente del uso desmedido de la fuerza pública, no ha restaurado el orden público que permita a los ciudadanos poder disfrutar a plenitud de sus derechos humanos. Esto está consignado en el derecho humano número 28, sin descontar que otros derechos humanos se han visto afectados, como son los sociales y económicos que se estipulan como protegidos en el número 22, el disfrute de la propiedad colectiva y particular en el 17, el derecho a circular libremente en el 13, a la seguridad de su persona en el 3, a no tener injerencias arbitrarias en su vida en el 12.
Un derecho humano importante corresponde al que nadie debe tener tratos degradantes, acaso no es degradante verse obligado a vivir en un gueto por decisión de los supuestos defensores de la sociedad oprimida. La anterior afirmación se basa en que en el último mes en donde vivo se debió rogar para que se permitiera la evacuación de la basura, que se impida el flujo vehicular, que no se pueda montar en bicicleta (hay que empujarla so pena de ser linchado), que no se pueda usar el transporte público y haya que caminar casi un kilómetro para conseguir transporte, que el acceso peatonal a mi residencia tenga obstáculos que un anciano o un discapacitado no puedan sortear ni fácil, ni confortablemente.
Lo expuesto hasta este punto solo evidencia que la realidad nacional solo se aborda desde la emoción y la sinrazón por parte del gobierno y de los participantes del paro en referencia a los respectivos bloqueos. La solución a los verdaderos líos del país está lejos por falta de las capacidades cognitivas pertinentes para comprender los derechos humanos, así como para aplicar la lógica en la resolución de los problemas. El tener como objetivo el cese de toda actividad productiva incluyendo la fabricación y distribución de alimentos y medicinas, el oprimir a las personas de derechos sociales como retaliación de unas condiciones sociales de por sí inequitativas, solo representa el camino a un suicidio colectivo, cuando el gobierno se desentiende de sus responsabilidades desde todo punto de vista, mientras del pueblo surgen nuevos opresores insensatos, sin directriz alguna hacia un modelo de sociedad y de estado viable y sostenible, esto es solo la punta del iceberg de la anarquía.
Los colombianos con verdaderas capacidades constructivas han tenido que salir de aquí por la incapacidad de los de arriba, los de abajo y los del medio en reconocer de manera objetiva la comprensión de la realidad mediante abstracciones validadas dentro de la lógica matemática, para de ese modo conseguir soluciones reales y pertinentes a lo que verdaderamente nos impide florecer y prosperar.