Día a día, el mundo nos ha llevado a vivir contrarreloj y bajo presión para ser exitosos en todos los campos y sectores, acarreando a algunos incluso a cometer locuras, con tal de cumplir ante “los jueces” —llámense familia, público, seguidores, marcas, etcétera— con todo lo que se supone es lo mejor. Obviamente, los deportistas no se escapan de esto.
Un claro ejemplo de lo mencionado es el reciente caso de la tenista japonesa de 23 años Naomi Osaka, la número 2 en el ranking mundial, que ha dicho “hasta aquí” en su negativa de comparecer ante la prensa en el torneo del Roland Garros y ha decidido retirarse de las canchas por un tiempo para preservar su “salud mental”. Osaka ya había sido multada con 15.000 dólares y amenazas de sanciones más duras por no querer atender sus obligaciones mediáticas. La tenista ya había sufrido etapas depresivas, pues se considera a sí misma “introvertida y con ansiedad social”, motivo por el cual se llena de ansiedad cada vez que le toca hablar en público.
Por otra parte, James Rodríguez, nuestra estrella de fútbol, había sido llamado a la Selección para las eliminatorias a Qatar 2022 y la Copa América 2021, pero luego fue desconvocado de la misma por no tener el nivel óptimo de competencia. Ante esto, el jugador respondió a través de sus redes sociales que estaba decepcionado con el comunicado del cuerpo técnico por no recibir la confianza para participar, y señaló el dolor que esto le causaba, ya que por la Selección Colombia ha dejado hasta la vida, según sus propias palabras.
Mientras tanto, con una madurez increíble y la tranquilidad que lo identifica, el Tigre Falcao, quien no fue convocado para hacer parte de la Selección Colombia escribió en su cuenta de Twitter un mensaje: “Mi apoyo y buenos deseos para todo el equipo y cuerpo técnico en este difícil partido ante Argentina. Cada partido es una nueva oportunidad. ¡Vamos que se puede!”. Así se mostró como alguien muy centrado.
Estos tres son ejemplos de deportistas que se comunican de manera diferente. Está claro que todos debemos exigirnos y salirnos de la zona de confort, buscando alternativas para proyectarnos mejor, no solo como profesionales, sino como personas. Sin embargo, no todos tienen las mismas habilidades de comunicación y menos cuando se debe lidiar con la presión causada por pertenecer a un equipo, a un patrocinador, a un público, que sin importar la carga emocional que los jugadores tengan, los presionan en todo sentido, como si no tuvieran derecho a equivocarse y tomar decisiones que en muchos casos son “mal vistas” por no tener los resultados que se esperan, según aquellos que solo se dedican a criticar.
Los deportistas son seres humanos, no son perfectos, también tienen sus altas y bajas, miedo al fracaso, temor de no cumplir las metas que se han propuesto, y las que le han impuesto. No siempre están preparados para los miles de comentarios “sin misericordia”, y tener un equilibrio mental a veces no solo significa madurez, seguridad o amor propio, sino entender que hay situaciones que los ponen en jaque permanente y pueden desatar en enfermedades mentales que no son visibles, porque se supone que nada les falta, todo lo tienen: fama, dinero, poder, etc. pero estas pueden aparecer porque hay un ser humano que sufre, que le duele, que tiene carencias, que no siempre está preparado para salir a confrontar ciertas situaciones y comunicarlas de manera correcta.
Las grandes masas solo queremos ver las cosas buenas, escuchar lo que queremos y buscar la perfección en todo; pero cuando hay algo que se sale de contexto, que no responde a los parámetros que consideramos son los correctos, “nos dedicamos a criticar y lanzar como dagas, palabras que hieren y matan a quienes hemos puesto en la cima”. Entonces vale la pena evaluar si realmente los deportistas son solo “imagen” solo se les prepara para ganar y competir... y ¿qué hay de aprender a comunicar y de su salud mental?
