Estas elecciones, en lugar de educar al pueblo, lo embrutecen.
Un adagio chino dice que en una discusión, el que primero alza la voz es porque se siente perdido, y por acá decimos “el que saca el revólver es porque ya perdió” y reemplaza entonces la razón por la fuerza para imponer su punto de vista. El proceso electoral que se adelanta actualmente en Colombia está más allá del bien y del mal, sin un norte moral que lo sustente. La degradación total: el “juego sucio”, las avilantadas, el que más insulte y calumnie y llene al otro de improperios hasta “quemarlo” es el que sale avante. Ciertas campañas metieron en la licuadora a Maquiavelo, a Rendón y a Goebbles.
El propósito inicialmente fue quebrar al centro y desprestigiar a Fajardo, como lo muestran videos que escandalizan a la opinión pública. En primera destruyen a Fico y a Fajardo, y en segunda ya montan la estratagema para enlodar a Hernández. Han puesto a la orden del día la ambigüedad, el tirar la piedra y esconder la mano, el andar a la caza de gazapos, y el decir una cosa y luego negarse, el aplastar al contradictor con sofismas y argucias, el citarlo fuera de contexto para dañar imagen, el rebuscar líos pasados para deslegitimarlo, el “calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda”, en fin, el “todo vale” en todo su furor.
Y un gran contraste, para aprender como ejemplo negativo por lo disolvente, el Pacto Histórico recibiendo a Raymundo y todo el mundo, hasta a torcidos, perdiendo con ello autoridad moral para blandir la bandera anticorrupción al deslegitimarse por las malas compañías —y posiblemente la presidencia que la tenía ya en la puerta del horno y ahora muy embolatada, a punto de quemarse, ella sí—, de una parte; Y la CCE, con lo mejor en todo, Candidato, Programa y Equipo, y la decencia al mando, despilfarrando esos valores agregados al permitir la entrada de un “caballo de Troya” disociador, y un torpe manejo de sus relaciones internas, resolviendo contradicciones en público y micrófono en mano… y si a ello se suma ser el blanco de ataque de los extremos que se propusieron mandarla al rincón de san Alejo, de entrada con las amañadas encuestas, y la “quemada” a la que el petrismo sometió a su candidato, se explica del porqué la esperanza dejó de serlo y fue un tercero en discordia, el Ingeniero Rodolfo Hernández, quien capitalizo la indignación generalizada en contra de la corrupción.
Tampoco fue aleccionador la forma como quiso llevarse el acuerdo programático entre Hernández y Fajardo, desaciertos de parte y parte.
La confrontación ideológica y política perdió altura, convertida en un pugilato de golpes bajos, ataques personales, artimañas, montajes para “quemar”, dañar imagen, desprestigiar. Los gritos, los insultos acallan la razón y a los argumentos. En la confrontación programática no salieron a relucir las causas de los males sino los efectos con soluciones cosméticas que no van al fondo del asunto, porque nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato, al “pagadiario”, al Gran hermano.
Quienes intentaron poner sobre la mesa de la discusión los temas fundamentales, las causas, con la decencia al mando, poniendo límites en cuestiones de alianzas, jugando limpio, fueron aplastados sin piedad por la maquinaria mediática y las bodegas, y reducidos a su mínima expresión con la estratagema de “El ladrón… ¡Al ladrón!”. Se orquestan montajes para “quemar” a los contrincantes y restarle posibilidades; a uno un puñado de encapuchados no lo dejan entrar a un recinto Universitario a dictar una conferencia, contrariando el espíritu y la razón de ser UNIVERSALISTA del alma mater, abierto a todas las corrientes de pensamiento, a la sana controversia, al debate con idea; a otro pretendieron a gritos y abucheos ponerle una mordaza cuando exponía en un foro convocado por la USO sus tesis sobre transición energética que contrariaban a las del caudillo de moda.
El fascismo mostrando sus fauces. Y como en toda guerra confrontación sucia que se respete, la verdad y la decencia han sido los grandes damnificados, víctimas de la manipulación mediática y el fanatismo intolerante sembrando malas pasiones de odio y de miedo merced a las cuales controlan y direccionan a las masas, en un trasfondo de subdesarrollo, atraso, bajo nivel de cultura política, caldo de cultivo para que afloren todas estas aberrantes malformaciones políticas contrarias a la democracia.
El escenario se lo ha tomado la ordinariez, la chabacanería, los ataques personales, una esquizofrenia desbocada, cabalgando sobre un relativismo reduccionista causada por la inversión de valores y el consiguiente choque de trenes en contravía en la conciencia de la gente, que observa impávida alianzas que antes eran impensables, donde los que antes tenían “las manos untadas de sangre y cocaína” ya no son tan malos y ameritan del dador de gracias las Indulgencias a cambio de votos para poder llegar, porque sin el poder no será posible el “perdón social” —Derrida se retorcerá de indignación en su tumba por el uso degradante que le están dando a su figura—; se trafica con todo hasta con los principios, incluso se hurga en el dolor ajeno, y se trastocan los roles, ya los victimarios no son los que secuestran sino las víctimas extorsionadas disque por que no pagan el secuestro, el colmo de los colmos.
Pero con todo esto se tiende una cortina de humo para ocultar que quieren salvar al establecimiento neoliberal que hace aguas por todos los costados, la incondicionalidad a Washington a su FMI y a la Ocde, la misma de Cesar Gaviria, Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Satos e Iván Duque. Y en este extraño “mundo de Subuso”, algo como para Ripley, los muchachos de la primera línea, sin sentido alguno de las proporciones ni de correlación de fuerzas, ni de la realidad, anuncian que de no ganar su candidato entonces “decretan” la revolución.
Definitivamente, el subdesarrollo no solo es económico, también lo es mental y cultural. Difícilmente en Europa se ven estas incongruencias e imposturas
Los cambios fundamentales no ocurren antes ni después, sino en su momento y bajo ciertas condiciones objetivas y subjetivas. Por ahora las uvas no están maduras. En lo que a nosotros respecta, lo mejor es tomar distancia de ese espectáculo circense y no permitir que nadie nos quite lo bailao, lo pensao, el garbo, el humor, ni el rumbo ni el norte. Todo ocurre en un proceso donde los pueblos van aprendiendo de sus desaciertos y tropiezos. Esto también pasará y vendrán mejores tiempos para que una propuesta seria del cambio cierto que necesita Colombia y la catapulte hacia el desarrollo, se arraiga y fructifique.