Según la investigación de la periodista colombiana Catalina Ruiz-Navarro y la mexicana Matilde de los Milagros Londoño el prestigioso cineasta Ciro Guerra, único director colombiano en ser nominado a un Oscar por su película El Abrazo de la serpiente, habría cometido ocho agresiones sexuales contra mujeres en el lapso del 2013 y 2019 durante eventos como el Festival de Cannes y el Festival de Cine de Cartagena. El artículo, publicado en la revista mexicana Volcánicas, publica los ocho testimonios de las mujeres. Uno de estos testimonios fue el del acoso sexual en un Uber. Este es uno de los testimonios:
Beatriz: acoso sexual en Uber
Nueva York, 2019
Fue durante el Colombian Film Festival de 2019 en Nueva York, marzo 28 de 2019. Con unos amigos había ido a ver la película de estreno de ese día en el festival y luego íbamos a ir a la fiesta. Fue en los teatros cuando me presentaron a Ciro. Me lo presentó el que era mi novio en ese entonces. Aunque en ese momento no le dijo que yo era su novia, le dijo: “Te quiero presentar a esta chica que trabaja en cine también y está muy orgullosa del trabajo que has hecho”. Cuando me lo presentó, yo le dije que me parecía una chimba que fueran a hacer, o que hubieran hecho, una serie con Netflix en el Amazonas. Fue una conversación súper corta. Después me despedí de mi amigo y me fui a encontrar con mi amiga Leila y con otros dos amigos para ir a la fiesta.
En la fiesta, empezamos a bailar y tomar cerveza, todo estaba muy chévere. Después llegó Ciro. Él empezó como a intentar sacarme a bailar y al comienzo fue chévere, luego se volvió más intenso, entonces me sacaba a bailar todo tiempo. Si pasaba una canción sin que el man me sacara a bailar era porque yo me le pegaba a otra persona o trataba de escaparme, pero se volvió aún más intenso, y mis amigos me miraban como burlándose, como diciendo “ay, ese man te está cayendo”, y yo les hacía cara de “ay no, qué hago, qué encarte”. Luego la gente se empezó a emborrachar bastante y el ambiente se puso súper pesado. Entonces le dije a Leila que nos fuéramos y ella me dijo que sí. Ya era marzo 29, como a las 3:00 a. m. y al salir Ciro estaba a la mitad del camino. Le dije: “Chao, me voy, nos vemos en Cannes, suerte con todo” y me fui. Nos fuimos a esperar el Uber afuera, no pasaron ni cinco minutos y el man de la nada salió con su chaqueta y todo, y dijo: “Yo voy a Uptown, ¿quién va a Uptown?”. Yo iba para Uptown. Leila y dos amigos que estaban con nosotras vivían en Brooklyn, entonces íbamos en sentidos contrarios. Yo ya había pedido mi Uber, así que ellos se fueron para Brooklyn y Ciro se montó en el Uber conmigo hacia Uptown.
El Uber llegó, era como una minivan, no sé qué le habían hecho al primer asiento, pero estaba cortado y cabía solo una persona detrás del conductor. Y yo pensé “súper”, porque Ciro no cabía ahí, es un man muy grande y supuse que se iba a sentar en los asientos de atrás. No sé cómo hizo, pero se metió conmigo en el primer asiento. Yo estaba muy nerviosa porque el man estaba encima y me arrepiento mucho, porque yo tenía puesto un vestido y unas botas largas, y el empezó a ponerme la mano en la rodilla, y yo a corrérsela con la cartera. Yo trataba de hablar de cosas de trabajo, y el man intentó darme un beso y empezó a manosearme la entrepierna. En ese momento le dije: “Lo siento mucho, yo tengo novio y no me interesa.”, y Ciro me respondió: “¿Y si no tuvieras novio qué pasaría?”, y le dije “¡Pues es que yo tengo novio! Y no pasa nada, pero pues ¡no!”. Entonces él me empezó a decir “ay, tu novio es gringo, ¿cómo haces con eso? ¿Cómo te puedes acostumbrar?”.
Fue una conversación super extraña, mi posición corporal era como tratando de ver por la ventana y no mirarlo. Entonces me volvió a poner la mano en la rodilla y ahí empezó el forcejeo. Era yo tratando de que no me tocara la vagina, yo trataba de correrle la mano, entonces no alcanzó a tocarme ahí. El man intentó por segunda vez darme un beso y le dije: “¡Hey! ¡Ya te había dicho que no! De verdad, ¡no quiero darme besos contigo!”. Él empezó a ponerse molesto, me dijo: “¿Tú sabes que voy a ser uno de los jurados en Cannes, de la Semana de la Crítica?” y yo le dije: “Sí, sí vi las noticias, te felicito”. Entonces el man empezó a decirme “¿No quieres ir a mi hotel? ¡Tengo un hotel increíble! ¿No quieres pasar una noche conmigo? ¿No quieres tener unos orgasmos?”. Durante todo ese tiempo él estuvo tratando de manosearme la entrepierna y yo tratando de quitarlo.
La tercera vez fue la más violenta, el man me agarró la cara muy fuerte, con una mano me cogió y yo lo empujaba para el otro lado, y él halaba muy duro. Yo pensaba “si lo dejo ir, nos vamos a dar los dos duro en la cabeza”. Yo movía las manos para todas partes y me imagino que el man del Uber no tenía mucha visibilidad. Además estábamos hablando en español y detrás de él en la minivan. En todo caso, vino un forcejeo más feo y mientras Ciro me agarraba duro la cabeza, no como cuando alguien quiere darte un beso, sino algo violento, mientras me agarraba la cabeza con una mano, con la otra intentaba tocarme. Y en ese momento, no sé cómo sucedió, pero el Uber paró y le dijo a Ciro que ya había llegado. No era su hotel ni nada, el Uber paró de la nada y le dijo a Ciro que se bajara, pero él no se quería bajar. Entonces yo le dije: “¿Si te doy un beso en la mejilla te vas?”. El man me dijo “bueno”, así que me puso la mejilla, y yo le agarré superduro la cara para que no se fuera a voltear, y le di el beso en la mejilla. El Uber por fin arrancó. Yo me puse a llorar horrible.
Al día siguiente almorcé con Leila y le conté todo, conmocionada porque la persona que era mi apoyo principal en ese momento de mi vida me había juzgado horrible cuando le conté lo que había pasado con Ciro; así que pensé: “No le puedo contar esto a nadie, nadie me va a creer”. Me siento súper culpable, porque yo siempre dije que si eso me llegaba a pasar a mí, me iba a defender e iba a hacer de todo, pero lo único que hice fue quedarme paralizada y forcejear. Cuando pasaron los días me dio mucha rabia y decidí que le iba a contar a toda la gente conocida.
Lo volví a ver en Cannes, en mayo de 2019. Leila y yo estábamos en un restaurante en la parte de afuera y nos dimos cuenta de que Ciro estaba con otras personas de la industria en una mesa de adentro. Apenas lo vi, se me bajó todo. La gente era conocida, así que empezó a llegar a nuestra mesa. El man me vio y me saludó con la mano y yo lo ignoré porque entré en pánico. Todos los que estaban en mi mesa empezaron a decir que Ciro los iba a entrar a la fiesta de la Semana de la Crítica, y yo pensé: “¡Qué horror, cada vez que yo salga con mis amigos que trabajan en la industria del cine y lo idolatran el man va a estar”. Ciro tenía como tres boletas y al resto de las personas las iba a tratar de entrar, entonces quienes tuvieran las boletas eran como “las afortunadas”. Leila y yo nos salimos del restaurante y yo le dije que estaba muy triste y no sabía qué hacer; no quería dejar de andar con mis amigos por Ciro. Yo estaba totalmente paniqueada, le dije a Leila que me sentía incapaz de estar en el mismo sitio con ese man y nos fuimos. Fue la última vez que lo vi.
El artículo completo está en la revista Volcánicas, lo puede leer acá