El nuevo alcalde de Bogotá tendrá que enfrentarse a dos decisiones: una en la que podría hacer realidad el temor de la ciudad, esa pesadilla en la que, sin infraestructura, “democratiza” la prestación del servicio, o aquella en la que, nuestra Bogotá evoluciona en una megaciudad inteligente.
Hace un par de días se llevó a cabo en Colombia el XXII congreso Internacional en Gestión Integral de Residuos y Perspectivas Ambientales, organizado y dirigido espléndidamente por la Dra. María Eugenia Orozco de Fuorum Global. En el Club del comercio de Pereira se habló de todo, se tocaron perspectivas y políticas, visiones novedosas como la gestión privada por el reciclaje de aparatos eléctricos; experiencias exitosas como el innovador método que convirtió un relleno sanitario en Villavicencio en parque de la biodiversidad. Se conferenció sobre los desafíos por convertir la transformación de los residuos en economía circular, la visión de ciudades inteligentes en la prestación de servicios públicos y hasta se escuchó sobre la “democratización de los servicios públicos en Colombia” a cargo del superintendente de servicios públicos, Dr. Dagoberto Quiroga.
Cuando se oye “democratizar los servicios públicos” es imposible olvidar los conflictos que acontecieron por la deficiente recolección y aglomeración de basuras del año 2012, cuando de buenas a primeras, sin la posibilidad de garantizar una nueva licitación, la Alcaldía de Bogotá administrada por el hoy presidente Petro, decidió convertirse en la prestadora del servicio público de aseo sin tener la infraestructura ni experiencia, y bueno…, ya todos sabemos en qué terminó dicha “democratización”, en crisis y retroceso.
Bogotá a lo largo de su historia ha sufrido cambios significativos en su servicio público de aseo y es que hasta el año 1994, la prestación era exclusivamente estatal y sumamente deficiente, tanto, que hoy en día no contamos con datos o memoria histórica sobre la prestación del servicio en esa época que nos permitiera estudiar el comportamiento de la ciudad al respecto.
De 1994 y hasta el año 2003, Bogotá empezó a mejorar en la prestación del servicio de aseo porque empresas privadas como ciudad Limpia y Lime, entre otras, prestaron el servicio por áreas de servicio exclusivo y con ello, se logró mejorar la cobertura y la atención al usuario.
Del 2003 al 2012 no solo se mejoraba cada año la prestación, sino que Bogotá empezó a procesar de forma básica datos sobre el servicio público, sin embargo, en el año 2012 hubo un retroceso al respecto y el procesamiento de datos se estancó, no obstante, por orden de la Corte constitucional, se dio ingreso formal al esquema a los recicladores, estableciéndolos como agentes u operadores del aprovechamiento.
Hoy en día, Bogotá ha avanzado y por ello cuenta con un sistema de información del servicio público de aseo llamado SIGAB, que permite no solo procesar datos sino administrar y mantener información en tiempo real sobre la prestación del servicio, razones por las que AWS ha reconocido el desarrollo del sistema de información bogotano, como un caso de éxito en Latinoamérica para la construcción de ciudades inteligentes.
Obviamente no todo ha sido color de rosa, pues han aparecido contingencias y nuevos desafíos como la falta de cultura ciudadana o falta de inteligencia social, cuando se ve en la ciudad la aparición de puntos clandestinos y sitios críticos de aglomeración de residuos, algo en lo que deberá trabajarse en el futuro, no solo con el poderoso sistema de información desarrollado hasta el momento, sino con Inteligencia Artificial que permita a la administración, predecir donde habrá nuevos sitios críticos, cuál es la motivación que estimula al ciudadano arrojar basura sin consideración alguna, o, sencillamente, obtener en fracción de segundos la identificación y georeferenciación del ciudadano infractor.
Bogotá es una ciudad con más de once millones de habitantes que produce mensualmente más de 160.000 toneladas de basura y más de 1.200 litros de aguas lixiviadas POR MINUTO
Bogotá es una ciudad con más de once millones de habitantes que produce mensualmente más de 160.000 toneladas de basura y más de 1.200 litros de aguas lixiviadas POR MINUTO. Para prestar el servicio de recolección, barrido y limpieza pública, en Bogotá operan más de 20.000 trabajadores de cinco empresas diferentes, con más de 560 vehículos, cuarteles y bases de operación, talleres de mantenimiento y todo con un apoyo tecnológico que tiene más de 100 teras de información en una nube y que administra más de tres millones de transacciones e interacciones entre suscriptores, usuarios y prestadores.
Es fundamental que Bogotá continúe avanzando en la innovación y en el desarrollo de soluciones viables para mantener la ciudad limpia. Esto implica una mayor inversión en el servicio público de aseo, así como el fortalecimiento del procesamiento de datos y del sistema de información apoyando la cultura ciudadana o creación de inteligencia social, afirmada desde la Inteligencia Artificial.
¿Será que, si la “democratización” llega, el estado será capaz de mantener y mejorar los desarrollos tecnológicos y operativos alcanzados, será que el estado está preparado para brindar el soporte, la cobertura y la calidad que requiere una megaciudad como Bogotá en la prestación del servicio público de aseo?
Bogotá ha experimentado históricamente cambios significativos en su servicio público de aseo y es comprensible el miedo a retroceder cuando escuchamos la palabra “democratizar” sin que haya una infraestructura de respaldo. ¡Amanecerá y veremos!
@HombreJurista
