El sentido común (cada día más raro) que deambula en el espeso aire que nos asfixia, nos indica que esta democracia que nos enorgullece ante el pobre vecindario, la que casi no ha estado sometida a los caprichos castrenses a lo largo de sus cortos siglos y que se empecina en convencer a los electores que son el único narcótico válido por el cual hay que luchar. Ha dejado la pesadez que traía la modernidad que la parió y a cambio, se ha tornado un líquido maleable y deformable según los intereses de los instantes.
Bueno, pero dirán que siempre ha sido así. Desde la inspiración en los padres fundadores de los Estados Unidos hasta los revolucionarios franceses, lo de acá, donde nosotros, esta tierra de impuros; lo fácil siempre ha sido cortar por lo derecho, en atajo y en actitud de tumbador crónico.
Por eso es que la democracia líquida en las elecciones locales y regionales se torna muy acuosa y repugnante. Porque se deforma de una manera progresiva hasta degradarse en lo intolerable pero practicable. Su discurso se aligera y se vuelve raudo sin tiempo a que el elector procese algo de lo enterrado y cifrado en el mensaje del político. Ahora las redes sociales y la banalidad del consumo nos reducen a un producto de democracia con pocos atributos de calidad.
Se hace necesario entonces que la democracia regional se vuelva el relevo de la incapacidad del centro distante y confuso, para entrar a resolver los problemas aplazados y despegar iniciativas transformadoras en los territorios.
Que los nuevos mandatarios sean capaces de “estirar los huesos del cerebro” y poner a funcionar cosas como estas:
Con iniciativas complejas y creativas que exploren el turismo cultural y el ecoturismo en muchos pueblos pintorescos de este Caribe ardiente y de todo el trópico multicolor.
Con salidas al desempleo más allá de los mototaxis suicidas y el rebusque informal que “sisbeniza” hasta el pensamiento más orgulloso.
Con interacciones espaciales integradoras, en territorios complementarios bajo enfoques de desarrollo a escala y multiniveles de planificación.
Con ciudadanías reales y digitales activas e incorporadas a los gobiernos locales mediante un verdadero control social
Con propuestas que frenen el consumo de plástico de un solo uso, mitiguen el impacto sobre el cambio climático y contribuyan al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS.
Una nueva connotación en los electores de esta democracia líquida, a veces apestosa, que vea otras posibilidades para erradicar las cosas ligeras y banales, a cambio de dejar un sentido común y crítico que sea capaz de soñar desde el atrevimiento.
Coda: parodiando a Zygmunt Bauman “la democracia, ¿es una bendición o una maldición? ¿Una maldición disfrazada de bendición o una bendición temida como maldición?