No soy partidiario de Petro. Ni de Santos, ni de Uribe, ni de Pastrana, ni de Gaviria, ni de Samper, ni de Serpa, ni de Robledo. No creo en ningún político, sea de izquierda, del centro o de derecha. Me da igual si viene de familia adinerada o logró superar las adversidades de la clase baja. Para mí un político es una de las siguientes opciones: corrupto, inepto, idealista o de buenas intenciones pero incapaz de gobernar porque carece de las habilidades o por las trabas de la oposición, sediento de poder y dinero o una combinación de las anteriores.
Petro puede que sea una de las personas más tercas de este país y se rodee de funcionarios igual de tercos a él. Puede estar tan convencido de que sus creencias son tan correctas y no admite discusión ni opinión contraria. Puede ser que, cansado de una tradición politiquera de 200 años, haya decidido enfrentarse a cualquiera con tal de imponer un paradigma diferente. Puede que sea un exguerrillero en un país donde se aborrece a los guerrilleros. Puede ser un contra ·$””·$!@, si así lo quieren llamar. Los argumentos usados por la Procuraduría (por el Procurador Ordóñez) para destituir e inhabilitar al alcalde me parecen tan vacíos que uno no puede dejar de pensar que lo echaron no por el tema de las basuras sino por quién es Petro y porque representa muchos ideales contrarios a los de Ordóñez.
Si se trata de castigar a funcionarios por errores administrativos, ¿por qué no se hizo así con los congresistas, el Ministro de Justicia y el presidente Santos cuando se estuvo a punto de aprobar la reforma a la justicia con micos inadvertidos porque los honorables no la leyeron, como les correspondía? ¿Por qué no se investigó la restitución que el gobierno hizo al salario de los congresistas a pesar de la sentencia del Consejo de Estado? ¿Alguien, aparte de algunos pocos periodistas, se preocupó por revisar la verdad de cómo se beneficiaron los hijos Tomás y Jerónimo Uribe con una de las zonas francas de Bogotá? ¿El error de Pastrana de entregar 42.000 kilómetros del país a las FARC, durante más de 3 años, no merecía algún tipo de castigo? ¿Cómo es posible que le hayamos permitido a Samper ser presidente cuando su campaña fue financiada por el Cartel de Cali?
Lo que está pasando en Bogotá no se trata de Petro ni es sobre el vacío legal que permite destituir a un funcionario elegido por voto popular. El problema es la polarización en la que estamos hundidos porque si alguien no está conmigo entonces está en mi contra. Creemos ser tolerantes porque escuchamos la opinión del otro pero somos incapaces de cambiar la nuestra, aun si se nos presentan argumentos sólidos en contra; llegar a un punto intermedio nos es imposible. Queremos el fin de la guerra y deseamos que lo de Cuba no sea una artimaña electoral, pero con seguridad atacaremos a los guerrilleros que firmen el tratado una vez se reincorporen a la sociedad civil. Divinizamos a nuestros líderes más que a sus ideales: por eso nos hacemos llamar Silvestristas o Piteristas, Pastranistas o Samperistas, Uribistas o Petristas; hoy somos del Polo Democrático y luego Progresistas, pasamos del Partido de la U a Cambio Radical. Nuestros dirigentes y los partidos políticos son sólo instrumentos de esta imperfecta democracia. No hay que defender a Petro ni atacar al Procurador. Lo correcto es proteger las instituciones y al país. No sigamos el juego de ustedes, los malos, versus nosotros, los buenos, porque los malos los eligen los buenos, como mejor les convenga.
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