El tema del día en la W de Julio el día viernes 22 de septiembre, fue el revuelo que ha causado en Argentina la intención de convertir en ley la privacidad digital y por ende poder demandar jurídicamente a quien quiera “urgar” o"esculcar" el celular de otra persona sin su consentimiento.
Ya bastante tenemos con los “hackers” y con las redes sociales que sonsacan información personal sin que lo sepamos, para que venga un familiar o amigo a hacernos lo mismo sin que tampoco lo sepamos.
Hoy en día el celular es una entidad tecnológica que también sirve entre otras infinitas cosas… para hablar por teléfono.
Y digo “también” porque con todas las aplicaciones o “Apps” que existen y que cada minuto son creadas aquí y allá, prácticamente se han convertido en una herramienta sin la cual la vida para muchas personas es invivible.
Qué tragedia comprar un Samsung X (el último) por casi 5 millones de pesos colombianos, llenarlo de archivos, agendas, fotos, videos, información al instante del qué, cómo, cuándo, dónde y el porqué de todo, o como le llaman los “millenials” una parte importante de “El internet de las cosas”.
Desde mi celular yo puedo tener lo que quiera, cuando quiera; y por ejemplo, tener “Apps” de “Domótica”, con las cuales 20 minutos antes de llegar a casa puedo desde mi carro o del transporte, encender determinadas luces, el microondas con la comida china adentro, calentar el agua y llenar la tina o encender el televisor y la cobija térmica, para que cuando llegue a casa todo esté anticipadamente dispuesto como a mi me gusta.
Las personas han depositado su vida entera en su celular, esta especie de control remoto de la vida propia y la de los demás, y todo el día- y/o la noche, no despegan la mirada de su pantalla, ávidos de saber todo de sí y de todos.
Por eso si a esta clase de personas adictas al celular, se les llegase a perder, ¡Dios mio! No sabrían qué hacer. Ni por dónde empezar, ni mucho menos como van a terminar.
Se ha vuelto el celular en algo tan personal e intransferible como un órgano vital del cuerpo.
Para los adictos, sin él, no hay vida.
Si a nosotros que no somos “Millennials”, y que crecimos sin celular en bolsillo, nos emputaba a más no decir cuando sorprendíamos a alguien esculcando nuestros cajones en el closet, o nuestras gavetas en nuestra oficina, o nuestra cartera, imagínense sorprender a alguien “esculcando” información en nuestro celular.
¡Es para matarle!
Y no importa quien sea, ni que vínculo afectuoso o familiar nos una, ahí uno se olvida de la sangre y solo quiere es la sangre de esa persona en nuestras manos.
Justamente este acto de invasión de “la privacidad y la intimidad personal”, ha sido causa de separaciones, divorcios, rupturas, y hasta asesinatos.
Por eso a mí no me suena tan descabellada la idea de la Ley Argentina, donde si usted “pesca” a cualquier persona “in-fraganti”, lo puede demandar. Tal vez no lo metan a la cárcel, pero le va a enredar la vida por un buen tiempo con abogados, citatorios, y hasta compensaciones económicas.
Antes, lo más que se podía hacer era preguntarle en un tono agresivo: “Usted por qué mira mi celular, no sea atrevido(a), acaso yo meto las narices en sus cosas, coma mierda y respete!”
Pero el daño ya estaba hecho.
Para usted y/o para esa persona.
Y la confianza se quiebra como valioso jarrón chino en un millón de pedacitos a partir de ese momento, por más promesas de que no volvería a pasar, y por más resiliencia que se quiera implementar.
Y puede ser que no tengamos nada grave que ocultar en el celular; pero me atrevo a a afirmar que más de uno(a), tiene su “guardado” y/o su “secreto”. Y está en todo su derecho, porque su vida es su vida y punto.
La pregunta es:
¿Si el intruso(a) fuera alguien cercano(a) a usted, usted lo(a) demandaría por inocente o grave que sea lo que le han descubierto?
(Independiente del gravísimo daño psicológico e incluso físico que pueda sufrir usted o la persona intrusa).
Le repito: ¿Usted le demandaría?
Solo usted lo podrá evaluar y contestar.
Pero con esta ley en Argentina, donde “esculcar” un celular ajeno por mano propia o hackeándolo ya es demandable, más de uno(a) lo va a pensar dos veces antes de hacerlo.
En mi caso, yo sí demandaría. Primero; porque me asiste el sagrado derecho de preservar mi privacidad e intimidad a toda costa; segundo, porque yo no le miro el celular a nadie; y tercero, porque como dije anteriormente mi vida es mi vida y punto final.