El delfín rosado (Inia geoffrensis) es amistoso y social, además tiene una capacidad extraordinaria de inteligencia que solo puede ser observada en su hábitat natural. Se le conoce como boto, tonina y delfín rosado del Amazonas debido a que vive en el río el cual lleva el mismo nombre, aunque también habita en las cuencas del Orinoco y la parte alta del río Madeira en Bolivia.
Según la tradición amazónica, el boto es un encantador, una criatura mágica que a veces adopta forma humana y emerge del río para seducir a hombres y mujeres y conducirlos a su ciudad encantada bajo el agua.
Pueden llegar a medir hasta 2.50 metros de largo y pesar alrededor de 200 kilogramos cuando están totalmente desarrollados. Respiran cada 30 a 110 segundos y lanzan un chorro de agua de hasta 2 metros de altura por el orificio dorsal.
El delfín rosado más que animal emblemático del río Amazonas, es para los pobladores de esa región de Colombia una especie indispensable para la regulación natural. Este mamífero es valorado por ayudar a controlar la población de pirañas y otros peces que podrían llegar a ser una amenaza por causa de la sobrepoblación.
"Si los delfines no cumplieran esa función reguladora se registrarían muchos problemas para nuestro ecosistema, por eso son importantes para Colombia, pero sobre todo para nosotros que vivimos en el Amazonas", comentó Micsin Guerrero, integrante de la Fundación Natütama, situada en el municipio de Puerto Nariño.
En Colombia, la gran mayoría de personas no saben lo que está sucediendo con el delfín rosado, ya que están siendo engañadas por las grandes industrias pesqueras, que sin duda alguna no les cuentan la verdad de cómo asesinan a cientos de ejemplares de delfines para usarlos como carnada para la pesca del pez mota brasileño o, como también se le conoce, piracatinga.
Necesito que mentalicemos las razones por las cuales es necesario que esta matanza indiscriminada se detenga, se haga eco con lo que realmente importa, se dé un gran ejemplo a las futuras generaciones de hombres y mujeres (que afortunadamente serán más cuidadosas que nosotros con el cuidado del medio ambiente), y se logre que los entes encargados den la regulación necesaria.
El gran problema "silencioso"
En varias ciudades de Colombia engañan a la gente que va a las plazas de mercado a comprar bagre o capaz, ocultándoles que en realidad están adquiriendo un pez carroñero del Amazonas repleto de mercurio, cuya pesca y comercialización ya ha sido prohibida. El 54% de las muestras tomadas y analizadas tenían niveles superiores de mercurio a los permitidos, información publicada por el Ministerio de Salud y por la Organización Mundial para la Salud (OMS).
La presencia de mercurio en los peces tiene repercusiones sobre la salud de los seres humanos, ya que al ser consumidos, éstos pueden producir envenenamiento por mercurio, especialmente en aquellas mujeres que están embarazadas y en lactancia.
La mayor parte del mercurio encontrado en peces se origina a partir de las plantas de energía termoeléctricas que usan carbón, además de las fábricas dedicadas a la producción de Cloro. También se hace un llamado de acción urgente a reducir el uso de mercurio en la minería de oro artesanal y de pequeña escala para proteger el sistema fluvial más grande del mundo y las personas y especies que dependen de él.
El mercurio, clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “una de las diez sustancias químicas que plantean mayor preocupación para la salud pública”, se estima ha afectado negativamente la salud de más de 1,5 millones de personas en la región, mientras que amenaza la salud y medios de vida de millones más a través de la contaminación del aire, el agua y la intoxicación de plantas y animales.
No podemos seguir negando que somos culpables de extinguir especies como el rinoceronte negro de África Occidental, el tigre del Caspio, la foca monje del Caribe, guacamayo de Spix (guamayo azul como también se le conoce), entre otras especies más. Por eso el cambio debe estar enfocado a preservar cada ser vivo que habite el planeta, comprendiendo siempre que no somos dueños de la vida de ellos sino protectores, puesto que ellos no tienen voz para expresar lo que sienten al ser desprendidos de sus crías, siendo esto un problema más alarmante, ya que las hembras delfines solo paren una cría cada dos o tres años agregando que la lactancia dura más de un año.
¿Aún necesitamos más razones para saber el daño que causa el consumo de estas especies en nuestro organismo? Es una crónica de una muerte anunciada, no solo para los delfines, sino para nuestros familiares, amigos y población en general.