Queriendo protegernos contra el accionar criminal de las organizaciones alzadas en armas, sus cómplices soterrados que obran en la civilidad, las hipócritas izquierdas, con sus militantes y académicos, con argumentos como la violación de los derechos fundamentales, quieren convertirse en la piedra en el zapato para evitar que el gobierno Duque conforme las redes de cooperantes para lograr la derrota de las guerrillas, los violentos, el crimen organizado y la delincuencia moderna. Este un método justificable ante una guerra tan sucia como la que libran estas “societas criminis” contra la institucionalidad, la democracia, el Estado de derecho y la paz.
Trayendo a colación ejemplos de terribles dictaduras de la humanidad pretenden meternos terror para impedir el mecanismo o instrumento de la delación como eficaz forma de lucha contra toda esta “élite” delincuencial que encuentra en el tráfico de drogas, el secuestro, el terrorismo, minería ilegal y destrucción del medio ambiente, entre otros delitos, la forma de incrementar sus ganancias y desestabilizarnos.
Colombia no es un régimen de facto o totalitario, donde esa especial red se pueda convertir en un conjunto de oscuras fuerzas políticas en favor del gobierno, como sucedió con tiranos como Mussolini, Stalin, Ceaucesco, Fidel Castro, entre otros. Son situaciones políticas muy diferentes. Ello no será diseñado a capricho, deberán seguirse unos protocolos y parámetros de credibilidad y valoración de la información y la prueba, no será una siniestra cacería de brujas, como pérfidamente se nos quiere hacer creer para llevar personas inocentes ante los tribunales ¡pamplinas!
Simples argumentaciones maliciosas para que el comunismo y populismo siga creciendo con su filosofía y evangelio de miseria y engaño. ¡La repartición igualitaria de la miseria! Llegar a extremos de pensar que cualquier broma, dicho o gesto podrá ser usado para enjuiciarnos es estúpido, malicioso y solo busca la protección de estas organizaciones para que sigan operando a la sombra e impunemente. Los que realmente deben temer son los que están al margen de la ley: guerrillas, disidentes, bacrim, etc.
Es contra esas organizaciones, contra quienes se dirige este mecanismo, ellos sí deberán sentirse observados, perseguidos, paranoicos, objeto de conspiración y traición, componendas. Es despertar y buscar entre sus cómplices y miembros la felonía, la delación, lo que los lleve a cometer errores que permitan su aprehensión o la denuncia de valientes ciudadanos de bien, que conozcan de su accionar. Ellos no son colombianos de bien como malévolamente y con fines políticos se nos quiere hacer creer. ¡En absoluto! Seguramente si estuviésemos bajo un gobierno de izquierda, la medida sería alabada, exaltada y justificada.