El Túnel de la Línea no lo entregó Uribe, pero lo inauguró en el 2008 con bombos y platillos. No lo terminó el sancionado y liquidado ingeniero el mono Carlos Collins Espeleta, costeño él, después de haber recibido el proyecto con su Unión Temporal Segundo Centenario. Tampoco cortó la cinta el presidente saliente Juan Manuel Santos y su cohorte de mediáticos funcionarios como Germán Vargas Lleras, entre otros, quienes cada vez que llegaban al Quindío prometían lo imposible —y es que les creímos tantas veces qué era una apología al pastorcito mentiroso—. Nadie les cree, menos si son políticos. Ni siquiera cuando llegan a decir la verdad.
El proyecto siempre ha tenido sus bemoles. Iniciado el siglo 19 por ahí en 1920 no iba a ser una carretera sino el reforzamiento de la red férrea. Esta vez se buscaba entregarle tamaño proyecto al país, uniendo el ferrocarril del centro con el del pacífico. Para esta colosal idea incluso contrataron ingenieros norteamericanos, franceses y alemanes.
Hay vestigios en Boquia (Salento), donde se diseñó un portal que se conoció como túnel de Calarcá que para esa época era de 3.4 kilómetros. Alcanzaron a revestir a mano esa infraestructura, pero se dieron cuenta de que una línea férrea no podía tener desniveles —imagínense un tren—, y abandonaron la obra para pensar más bien en una carretera.
En 2005 Néstor Ocampo de la Fundación Ambientalista Cosmos escuchó una explosión. "Fue en agosto de ese año cuando empezaron a hacer el túnel piloto. Ellos nunca estuvieron de acuerdo con el trazado". No tiene sentido pasar una carretera por el lado del volcán activo más peligroso del país: El Machín. El gobierno desatendió esta advertencia con varios folios sobre el asunto y afirmó que se entregaría en el año 2013, sostuvo el ambientalista.
Y en el fragor de los trabajos y varias denuncias por incumplimientos en el plan de manejo ambiental, la contaminación a las fuentes abastecedoras del acueducto de Calarcá, en el año 2012 Mario Ortiz, el mítico asesor de Invías afirmaba sin desparpajo: "¡Sí señor! ese es el compromiso y trabajamos 24 horas con el contratista. Yo creo que en junio del año que viene, en 2013, estaremos entregando el túnel”.
No podían faltar los titulares de prensa desalentadores: El Invías pierde pleito con Carlos Collins por túnel de la Línea, Cajamarca protesta y exige 500 empleos en obras del túnel de La Línea, Declaran desierta licitación para terminar obra de ‘La Línea, Odebrecht tenía 'en la mira' obras para terminar el túnel de La Línea, Nueva multa a excontratista del túnel de La Línea, Tras caducidad, Invias sancionó a contratista del túnel, En el 2018 el túnel de La Línea, por fin, vería la luz y Declaran desierta licitación para terminar obra de ‘La Línea’.
En Quindío vivimos con preocupación la suspensión de las obras durante casi un año por el litigio con el representante legal y la búsqueda por licitación de una constructora que se hiciera cargo. "Fue difícil porque no se trabajó", confirmó Uriel Orjuela Ospina, presidente de la veeduría ciudadana, quien reforzó que había afán por entregar la vía. "Cuando las obras de ingeniería y en este caso un proyecto de tanta importancia se maneja más con el corazón de quererlo inaugurar que con el cronograma técnico, ocurren estas cosas".
Hoy, luego de un siglo de planeaciones y fallidos intentos el famoso Túnel de La Línea está en su mejor momento. Ya no está tan torcido. La ministra de transporte Ángela María Orozco lo dijo en la pasada visita del presidente Iván Duque. "Hemos estimado el faltante en seiscientos mil millones de pesos por el reforzamiento de unas estructuras que se tienen que hacer. El compromiso del presidente de la República es entregar las obras en este cuatrienio".
Para el ingeniero Orjuela Ospina la posición es aterrizada, pues hay dificultades que tienen que ver con obras mal hechas como el puente La Herradura, que es necesario repotenciar. Este tramo es el punto neurálgico y tiene una longitud de 640 metros.
Pero también hay que construir 27 estructuras de túneles cortos o viaductos y una vez terminados todos proceder a instalar los equipos electromecánicos que ya llegaron a Colombia y están regados entre Quindío y Tolima.
Hace dos meses el expresidente Santos anunció que no inauguraba la vía, pero sí los primeros cuatro kilómetros de obras anexas: un puente helicoidal y cinco puentes más, entre ellos el intercambiador de Versalles en Calarcá (un túnel falso), dos deprimidos, también una pista de skate park. Este acto se convirtió en un bálsamo para la larga espera y en resumidas cuentas es lo más tangible del túnel que tenemos en estos momentos. Los niños y niñas de Calarcá ya lo usan.
Por su parte, la alcaldesa de Calarcá Yenny Trujillo Alzate manifestó que es preocupante tanta demora, pero confía en que esta vez sí haya luz al final del túnel, sobre todo en condiciones seguras para quienes cruzan a diario la cordillera central. "Queremos una obra de buena calidad y como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, el consorcio actual trabaja las 24 horas del día con 1.700 hombres y 300 máquinas prendidas para cumplirnos este anhelado sueño".
Estamos más cerca del tener un túnel para beneficio del país, para disminuir los tiempos de los recorridos, abaratar los fletes pero sobre todo para cumplirles a los abuelos como el mío que ya murió. José Antonio Sotelo no lo pudo cruzar. Lo único que vio el viejo fue la luz al final, en la eternidad. Esperemos que los bisnietos de tantos abuelos cafeteros muertos gocen del proyecto, porque los nietos todavía no estamos tan seguros de que sea una realidad.