El Partido Verde nos ofreció al comienzo de esta administración y cuando recién tomaban posesión de sus curules personajes de la talla de Antanas Mockus, que armarían un gabinete en la sombra a efectos de replicar una por una las carteras ministeriales y ofrecer alternativas de políticas públicas o, siquiera de controversia política diferencial. Y que no nos digan que no han tenido oportunidades únicas, de esas que los colombiano solemos llamar de papaya puesta.
Cualquiera hubiera esperado una acción contundente del Ministro de Hacienda en la sombra con relación al sonado caso de los Bonos Carrasquilla, que indudablemente la pintaban calva y a pedir de boca para mostrarse y no solo ofrecer algún lúcido debate sino incluso alternativas decentes que dejarán en la estacada al contendor político con relación a qué debían hacer los municipios que quedaron, como han dicho, clavados hasta por encima de las tetillas con el supuesto atraco. ¿Cómo se hará desde el Ministerio de Hacienda para defender las finanzas municipales de tal manera que no resulten conflictos de intereses de dudosa reputación?
Seguir la política británica en estos días previos a decisiones trascendentales sobre el Brexit ha sacado a más de un Ministro en la Sombra que si los hay en el tinglado inglés donde existe una fuerte tradición parlamentaria y por esos lados tendrían un ejemplo emulable de alto calibre y figuración política. Además una noticia entresacada del periódico The Guardian viene como anillo al dedo para que el Partido Verde inicie cualquier ofensiva que merezca ese nombre de tal manera que se devele no solo a quienes han amenazado a sus miembros sino que también el estado colombiano ofrezca una política pública sobre el cada vez más evidente y menos solapado terrorismo de derecha.
Pero, quizás caben unas palabras iniciales. En las condiciones de triunfo del capitalismo a nivel mundial, en pleno estreno todavía de la caída del campo socialista, cómo es que deviene el terrorismo de derecha, con qué ensalada u otro plato aparece este engendro en el menú político. Bueno es servirlo con toda la pompa y retórica inglesa, mezclado con algunos nombres institucionales que ya habíamos leído cuando las novelas del súper agente Bond, James Bond, al servicio de Su Majestad.
“El MI5 debe tomar la iniciativa en la lucha contra el terrorismo de extrema derecha en medio de los temores de que los supremacistas blancos están incrementando sus esfuerzos para fomentar un violento conflicto racial en las calles de Gran Bretaña", según ha informado The Guardian.
“El cambio de la policía, que siempre ha asumido previamente la responsabilidad de controlar el extremismo de extrema derecha, al MI5 significa que la ideología ahora formará parte de la misma cartera que el terrorismo islamista y el terrorismo irlandés, ambos cubiertos por el servicio de seguridad nacional".
“La decisión también significa que la actividad de extrema derecha ahora será designada oficialmente como una gran amenaza para la seguridad nacional”.
Quiero asegurarme de ser certero y de ir al punto aunque no queda duda alguna: sin ambages y con una crudeza impajaritable se equipara el peligro inminente de la ideología de extrema derecha con iconos reconocidos del terrorismo en Gran Bretaña como el terrorismo islamista y el terrorismo irlandés, y cómo se considera como gran amenaza para la seguridad nacional.
Pero si puede decirse que es la derecha la que tiene el dominio de todo el aparato oligárquico internacional, concomitante con el dominio que ejerce el ominoso 1% de sus más conspicuos dueños de casi el 60% de la riqueza del mundo, ¿entonces qué más pretenden?
Todavía es más difícil inquirir cómo es que de la misma Gran Bretaña se ofrece esta perspectiva de desenmascaramiento de algo que había estado siendo tan desproporcionadamente visible, y sobremanera evidente en las republiquetas de periferia como la nuestra.
¡Algo se pudre en Dinamarca! Y el olor es tan pútrido que ni siquiera en el parlamento inglés es tolerable el miasma.
Pero hay más. Una reciente serie en Netflix, El Guardaespaldas, está mostrando una intrigante e insomne trama que estremece y hace vibrar no necesariamente al unísono las tenebrosas intrigas del poder allende su churubito interesa con los dominios del aparato del estado. Todo allí es sangriento, y viscoso cual sangre coagulada. Las puñaladas traperas vienen adornadas de adjetivos grandilocuentes aun para sonrosados y retóricos labios ingleses. Sabido es que Shakespeare nos da ejemplos trascendentes que el lenguaje entre los ingleses cuando se lo proponen conlleva el uso trifoliar de esas afeitadoras de ahora con filo recubierto de la dureza del diamante incorruptible. He aquí algo de esa dulzura —no es mermelada con albaricoque, no—, tal y como aparece diplomática en los periódicos:
“La policía tiene el liderazgo ejecutivo, asumiendo el control cuando llega el momento de interrumpir un complot y hacer arrestos".
“Una fuente policial de alto rango le dijo a The Guardian que el movimiento tenía sentido. Las fuentes en ambas organizaciones dicen que las relaciones ahora son muy buenas, lo que no siempre ha sido así".
“Una fuente dijo: "El MI5 está conduciendo el automóvil, y el SO15 [Comando contra el terrorismo] está en el asiento del pasajero”.
Quién vea la serie, le garantizo, podrá disfrutar casi al dedillo el platillo que se nos ofrece. Todavía no he llegado al rango de agente vendedor de Netflix, y promuevo que la sutileza del periódico está a años luz de las tramas de realismo mágico de la representación escénica.
Queda claro para la opinión pública que ni la policía, ni el MI5, ni el SO15 se las llevan entre ellos, ni cosa parecida y precisamente es eso lo que debe resaltarse aquí pues en aun esas condiciones de lucha intestina el problema de la lucha contra el terrorismo de derechas es tan arrecho que los ha obligado a ponerse de acuerdo.
Es obvio que la inteligencia de este proceso debería aprenderse en Colombia pero no se quedaría allí. ¿Cómo es que el evidentisimo terrorismo de derecha en nuestro país, que ha segado miles de dirigentes populares, y jamás se ha investigado a profundidad, al menos con independencia visible e irrefutable de las instituciones de la seguridad nacional. Recientemente leí con asombro inusitado como uno de los militares que osó con un informe descarnado desenmascarar la implicación de los falsos positivos ha sido abandonado al ostracismo como si se hubiera entronizado un terrorismo de derechas desde las mismas jerarquías del estado o, vaya usted a saber adónde. ¡Insondable!
Y qué es lo que toman como ejemplo. “La amenaza terrorista de extrema derecha llegó al gobierno y la atención general después del asesinato del diputado laborista John Cox en junio de 2016”.
Y luego:
“A raíz del asesinato de Cox, se prohibió la Acción Nacional en diciembre de 2016, el primer grupo de extrema derecha desde 1940 en ser prohibido”.
Y ahora, apenas ayer: “Se produce en medio de crecientes temores globales de la amenaza planteada por terroristas de extrema derecha. En los Estados Unidos, en los últimos días, un hombre fue acusado de enviar 13 bombas de cañería a los opositores de Donald Trump, incluyendo a Barack Obama y Hillary Clinton. Un segundo hombre fue arrestado luego de que un ataque terrorista antisemita dejó 11 muertos en una sinagoga en Pittsburgh”.
Invito a que veamos con ojos desorbitados la magnitud del espectro. En alguna parte modelo de democracia, en alguna parte muy arriba se está bombeando terrorismo de derechas. Tal pareciera que el terrorismo ha pasado a ser una de las formas de lucha preferida de la derecha internacional para mantener los dominios del poder y perpetuarse y, obvia y seguramente, para llenarse todavía más los bolsillos.
Entonces ahora cabe la pregunta, qué pasa con el ministro de Defensa en la sombra que el Partido Verde nos ofreció que siquiera agite el debate acerca de quiénes atacaron a su congresista y qué políticas públicas concomitantes podrían implementarse en Colombia, pues si por Inglaterra llueve por acá no escampa.
Notas. Las citas tomadas de The Guardian, El MI5 se hará cargo de la lucha contra el aumento del extremismo de derecha del Reino Unido, la palabra impajaritable es castiza y tiene registro del DRAE.
