En un hecho sin precedentes, el río Ganges, el Yamuna en la India, el Wanghanui en Nueva Zelanda y el Atrato en Colombia son considerados a partir del año 2016 sujetos vivos con derechos propios por su relación y vinculación con las comunidades que bañan con sus aguas desde tiempos ancestrales y por el valor sagrado que han adquirido con ellas a través del tiempo.
Están unidos con sus pueblos de manera integral y son imprescindibles para que sus pueblos sobrevivan y perduren a través de los años, en una relación casi mágica y religiosa. Sin embargo, los cambios realizados en los tiempos modernos y la violación de sus ecosistemas por parte del hombre los han afectado y violentado de tal manera que les han generado contaminación y destrucción a través de sus cauces y riberas y de ríos de vida se han ido convirtiendo en ríos de muerte.
Para el caso específico del río Atrato, por intervención de las comunidades étnicas del Chocó, representadas por el colectivo de abogadas Tierra Digna, mediante tutela ante la Corte Constitucional se logró por primera vez en nuestra historia que un río se considerara un ser vivo y sintiente, y sujeto de derechos. Por eso, se le ordenó al Gobierno nacional y departamental protegerlo luego de años de olvido, nombrar guardianes que lleven ante el mundo su voz humana y que expertos técnicos lo asesoren conjuntamente con las comunidades de la región, incluyendo sus afluentes.
Las autoridades estatales demandadas, "son responsables de la vulneración de los derechos fundamentales a la vida, a la salud, al agua, a la seguridad alimentaria, al medioambiente sano, a la cultura y al territorio de las comunidades étnicas demandantes por su conducta omisiva al no realizar acciones efectivas para detener el desarrollo de actividades mineras ilegales, que han generado la configuración de grave crisis humanitaria y ambiental en la cuenca del río Atrato, sus afluentes y territorios aledaños”, dice el fallo.
Este loable y desinteresado trabajo realizado es encomiable y muestra la voluntad y ganas de aquellos que luchan de manera desinteresada por su región. Estos, así como los que organizaron el paro cívico de 2017, han logrado objetivos que los partidos y políticos tradicionales en el departamento no han podido realizar en décadas. Todo nace de la férrea voluntad y un auténtico deseo de servicio que se muestra claramente en lo alcanzado, demostrando que hacer cambios significativos en el Chocó sí es posible; más con discreción y prácticamente en el anonimato, sin practicas clientelistas, apoyándose en el único capital que tienen, su gente... esa gente que quizás rápidamente olvidará lo logrado y dará espacios a aquellos que sin tapujos y mucha ambición se logran consolidar como gobernantes locales y llegan a manejar los presupuestos y proyectos obtenidos por otros.
Para transformar al Chocó es necesario que aquellos que han logrado grandes cambios se empoderen y se unan con todos los que tienen sus mismos nobles ideales y se atrevan a mostrarse ante propios y extraños como sujetos capaces de aportar desde la dirección política y económica de su región. Su discreción debe dar paso al esfuerzo real de representar ante el mundo el departamento, porque de no hacerlo, se volverán cómplices con aquellos que sin tapujos y mucha ambición aspiran a gobernar al Chocó montados en los logros que otros han hecho.
