Hace unos meses la policía levantó a tiros a los barrios populares de la ciudad de Cali. A nadie en el mundo pareció importarle.
Hoy la gente está pasando hambre en nuestros campos y ciudades. ¿También van a darle la espalda a las poblaciones más vulnerables o ya hay planes de acción internacional para enfrentar la terrible situación social que vive el país?
Esa población a la que le prohibieron intercambiar el queso y la leche fresca. A la que llenaron de requisitos en tanto a la producción y el manejo de alimentos, afectando la cadena de valor con la intención de favorecer a especuladores y lavadores de plata. A la que están matando en sus fincas, por no querer prestarse para la fiebre del fusil y del "maldito millón de pesos". A la que les prohibieron sus conejos, sus cuyes y sus cabras. Pueblos a los que asfixiaron tras convertir en "tomba" a la autoridad ambiental.
Población a la que nunca le permitieron acceder a medios de transporte digno y consecuente, ni mucho menos a una educación completa, pues había que seguir tributando a los dueños del mundo de los coteros, estibadores y motoratones. Gente a la que ahora abandonan ante el imposible. Con la costumbre de una dieta de cosas escasas y que ya casi no se producen aquí.
Se les cumplió a los viles el sueño de que la papa se pague en dólares. Aquí no tendremos escándalo, porque el gobierno de las mafias convirtió en mítico el punto de no retorno. Y al que se lamente le señalan el "ridículo", como lo hacen con el Hombre Caimán. Quien es objeto de un linchamiento perpetrado por las "figuras" del idiotismo cómico nacional. Un poco de tipos que hicieron fama y fortuna con la burla y el "atrevimiento".
Quienes cumplen con lo único que no puede ser en un cómico: la condición de desgraciados. Por eso están prestos al sexismo, al clasismo y al racismo. Con un humor de cabriolas, reproducen toda la miseria del una cultura de la informalidad y del crimen. Llegando a "enrostrar una pensión". olo les falta sacar el revólver y decir: "¡y que agradezcan!".
Mientras la vulgar facilidad se dicta deber ser: esa antipatía de "compañeros de trabajo" es la que ha de caracterizar la lectura y discusión de la profunda crisis humanitaria en la que la amalgama entre los estúpidos y los violentos dejó al país. Así que urge elevar un SOS Colombia. Dios se apiade de nosotros. Porque, si no, nos van a tocar tres golpes de rila, mientras leemos la historia nacional escrita por Barbarita o por cualquier bufonete que no desperdicie la oportunidad de dejar en claro que su solidaridad es con la empresa y no con el amigo, compañero o maestro.