Al avanzar en la lectura de Arqueología histórica de la diáspora africana en el Cauca, Colombia, Universidad del Cauca (2020), obra de Diógenes Patiño Castaño, emerge la imagen de la sociedad en Popayán. España invadió estos territorios y con ello trajo las instituciones económicas de las cuales se destaca la encomienda, la cual con el paso del tiempo dio origen a las haciendas.
Popayán, como se conoce, fue un centro colonial importante para las pretensiones españolas en esta parte de América. A través de los siglos XVI y XIX la ciudad se caracterizó por la ganadería y la explotación minera. A finales del siglo XVI se introducen en el territorio los negros africanos, para las labores en las haciendas y en el trabajo de las minas. El mapa del Cauca se matiza de amos-esclavos y servidumbre. Los señores podían ser de diferente condición social: arzobispos y clérigos conventuales, monjes, monjas, gobernantes, militares, adinerados y comerciantes de la ciudad. La imagen de Popayán de bellas mansiones plasma un número reducido de familias muy ricas, incluidos los miembros de la iglesia. La Casa de la Moneda jugó un papel importante en el siglo XVIII y a comienzos del XIX dada la explotación aurífera. A un lado los comerciantes, los pulperos, artesanos, arrieros, agricultores, plateros, joyeros, zapateros, panaderos... Y, los pobres ubicados en el sur de la ciudad con casas sencillas de bahareque y techos de paja, con lotes pequeños para la huerta y el espacio para los animales. No hubo lugar para los negros libertos.
De las mansiones de Popayán se destaca la casona Sánchez, situada en una calle central, en el “sector histórico”. La casa que estaba ubicada en la calle de la Ermita, quedó destruida con el terremoto de 1983. En una sociedad cristiana es sorprendente la esclavitud por parte de los Jesuitas, Carmelitas, Agustinas, Franciscanos, Dominicos, quienes predican el evangelio. De las haciendas con esclavos y siervos, dedicadas a la explotación minera del oro, la ganadería y agricultura son notables: Yambitará, Pisojé, Calibio, Coconuco, Santa María (Quilichao y Quinamayo), Santa Bárbara, Dominguillo, Jápio, La Bolsa (Villa Rica), Caicedo y San Nicolás fundada por negros de Jápio.
La sección final del libro se centra en la resistencia libertaria de los pueblos esclavizados. El descontento llevó a que los grupos esclavizados buscaran la libertad, pues no se dio la “mansa mansedumbre”, como tampoco el “esclavo dócil”. La resistencia a la esclavitud se gestó desde los mismos inicios de la Colonia, a pesar de la cristianización constante, como se puedo observar pues en todas las haciendas existían las capillas doctrineras. Hubo resistencia en el norte del Cauca. Los sometidos formaron palenques o quilombos en los montes lejos de las haciendas y minas fuera del control de los blancos. Más, lo más interesante, en el sur del Cauca —en la Hoz de Minamá— se formó un palenque adonde huían los esclavos: El Castigo, (nombre dado al lugar debido a la derrota cruenta dada a los indios Sindagua por parte de los colonos españoles en 1670.) En dicho lugar se funda el palenque de los esclavos libres y prófugos de la justicia.
Y de ese mundo de esclavitud y servidumbre, ¿qué ha llegado al presente?