Comienza un nuevo año, que, por más de cajón que parezca la frase, anuncia ser decisivo en asuntos de trascendental importancia. Están por conocerse los efectos de la entrada de nuevos países a los BRICS, asunto de repercusiones enormes, si tenemos en cuenta la presencia de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán, para no hablar de las economías africanas de Egipto y Etiopía, que buscan desmarcarse del imperio del dólar.
El presidente Milei expresó reiteradamente durante su campaña electoral, que su gobierno no sostendría relaciones con ningún otro que pudiera ser señalado como comunista. Así como también prometió que el dólar reemplazaría al peso argentino como moneda oficial. Sin embargo, a pocos días de posesionado, se vio obligado a echar atrás su palabra en cuanto a la dolarización, poderes superiores le señalaron su inconveniencia.
Igual sucederá en sus relaciones con China y Brasil. Hay tales fuerzas económicas gravitando en el mundo actual, que nadie puede ubicarse deliberadamente al margen de ellas. Ni siquiera los Estados Unidos pueden decidir que no tendrán relaciones comerciales con China. Así que la denegación del ingreso de Argentina a los BRICS no puede considerarse un hecho. Hay un polo cada vez más poderoso que rivaliza con Norteamérica, nada puede ser descartado.
Los efectos de ese ascenso se pueden apreciar también en otros campos, obligando a cambiar los referentes en innumerables aspectos. Hace tiempo venimos oyendo de una posible ocupación de Taiwán por parte de China. Los Estados Unidos, primeros propagandistas de esa presunta amenaza, fortalecen sus alianzas y bases en el sudeste de Asia, con miras a enfrentarla. Se apela a la comparación con la operación especial rusa en Ucrania.
Pese a ello, no puede dejarse a un lado que el primer socio comercial de China es precisamente Taiwán, territorio con multimillonarias inversiones en territorio continental chino, además. Lo último que podrían desear los dos polos es una confrontación. En cambio, vale apelar a aquella consigna tan usada en el pasado, de la diplomacia del dólar. Ahora sería la diplomacia del yuan. Negocios son negocios, y habrá formas de arreglárselas.
Lo que terminará por imponerse, es una lógica diferente a la que hemos conocido. La perspectiva occidental que dominó nuestro pensamiento durante los últimos 500 años está haciendo crisis. Las economías de los Estados Unidos y la Unión Europea, hegemónicas hasta hace muy poco, ceden rápidamente su puesto a las que emergieron de Asia. Igual pasa en materia militar. El axioma de Halford Mackinder adquiere hoy un nuevo y contundente sentido.
Las economías de los Estados Unidos y la Unión Europea, hegemónicas hasta hace muy poco, ceden rápidamente su puesto a las que emergieron de Asia
En 1919, el geógrafo y estratega británico sentenció: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla Mundial; quien gobierne la Isla Mundial controlará el mundo.” El Heartland, o región cardial, equivale algo así como al antiguo imperio mongol del siglo XIII, más o menos Rusia, China y Asia Central juntas. Según Mackinder, quien domine esta región dominará la Isla Mundo, Europa, Asia y África juntas.
Durante todo el siglo XX, las grandes potencias, empezando por Gran Bretaña, y luego los Estados Unidos, trabajaron sin pausa por impedir la alianza de la región cardial, ya fuese de Rusia con Alemania o de Rusia con China. Esta última es hoy la primera socia comercial de África entera, al tiempo que la presencia rusa es recibida con enorme simpatía. Para los africanos, Rusia siempre estuvo del lado de la libertad, jamás invadió territorios en su continente.
En cambio, sí contribuyó a su descolonización, algo que tienen muy presente. La alianza ruso china es un hecho indiscutible. Y son varios los países del este de Europa que comienzan a juzgar un grave error las sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia, las que finalmente se volvieron en contra de ellos. Según analistas internacionales, incluso voces en el propio Congreso de los Estados Unidos, la derrota de Ucrania y por ende de Europa, es un hecho ya irreversible.
Los chinos advirtieron que no intervendrían en la guerra de Ucrania, pero que se sentarían a ver cómo un solo país, Rusia, vencía una alianza de más de 50 países. Eso parece cada día más cierto. Los Estados Unidos salieron muy gananciosos con su industria de guerra. Europa será la gran damnificada. El conflicto se concentra ahora en el Oriente Medio. Para nadie es un secreto que sin el apoyo cerrado de Estados Unidos y la Unión Europea, Israel no podría hacer lo que hace.
Eso sí, al costo del desprestigio universal, algo nunca alcanzado por una alianza en el pasado. Nadie entiende cómo la civilización occidental, que proclama haber concebido los derechos humanos y la democracia, no solamente consciente lo que sucede en Palestina, sino que lo apoya. El crimen contra mujeres, niños y ancianos revela que se quitaron la careta. Justo cuando de oriente soplan inatajables vientos de cambio.