Suelo escribir sobre el conflicto colombiano y cuestiones de desarrollo y conflicto en el país. Nunca he abordado nada sobre el tema de la violencia sexual y mucho menos sobre el #MeToo (#YoTambién), aunque he tratado casos puntuales en mis libros dentro del marco de la violencia paramilitar y estatal. Sin embargo, el tema de la violencia sexual y #MeToo se presenta en las elecciones municipales de Colombia este año. Aclaro, aunque tengo derecho de votar en elecciones municipales en Colombia, no he registrado mi cédula ni pienso hacerlo. Por supuesto no tengo motivos para votar por la candidata derechista Claudia López en su nueva encarnación disfrazada de progresista y no existen motivos suficientes para votar para el candidato Hollman Morris, cuya candidatura como todas las demás de los que declaran ser de izquierdas está impregnada de todos los vicios de la política electoral de Colombia.
Sin embargo, en medio de esta pugna entre los izquierdosos que quieren apoderarse del botín que es la alcaldía de Bogotá han surgido sindicaciones de violencia sexual en contra de Morris y dirigentes como Ángela María Robledo han pronunciado sobre su candidatura afirmando que debe retirarse debido a las acusaciones. Se pretende emular el movimiento #MeToo y su metodología sin analizar la realidad de ese movimiento, sus impactos reales y su abandono cuando no desprecio hacia mujeres pobres víctimas de la violencia sexual. El movimiento ha recibido muchas críticas no solo de la derecha y machistas sino de juristas e inclusive iconos feministas como la autora del Cuento de la criada, Margaret Atwood, quien no solo criticó al movimiento sino ha defendido públicamente a un académico acusado en un proceso secreto sobre lo cual legalmente el acusado no puede pronunciarse pues le obligaron a firmar un acuerdo de confidencialidad, la misma clase de acuerdo que varios hombres poderosos y empresas han obligado a muchas mujeres a firmar [1].
Así hago este artículo como un aporte no al debate electoral que me importa poco sino al tema de la violencia sexual y cómo respondemos ante ella.
En octubre 2017 surgió lo que la prensa denominaba el movimiento #MeToo en respuesta a alegaciones de agresiones y violencia sexual ejercida por hombres poderosos de Hollywood contra actrices.
No existen cifras precisas sobre la violencia sexual en los EE.UU. ni en otras partes del mundo. Sin embargo, la organización RAINN (Red Nacional, [de víctimas de] Violación, Abuso e Incesto) intenta compilar, usando varias fuentes, estadísticas que nos pueden indicar la escala del problema, su fuente principal siendo el mismo Departamento de Justicia de los EE.UU. y su Encuesta Nacional de Victimización de Crímenes (NCVS).[2] Algunas de las cifras que usan son viejas, algo indicativo del problema que enfrontamos respecto a la violencia sexual, ni siquiera la compilación de cifras es una prioridad.
La escala del problema es enorme, en promedio 321.500 personas mayores de 12 años, quienes son víctimas de violación o agresión sexual cada año en los EE.UU. siendo los menores de 30 años las principales víctimas; 15% entre 12 y 17 años y 54% entre 18 y 34 años. Según RAINN 14,8% de las mujeres en los EE.UU. serán víctimas de una violación y otras 2.8% de un intento de violación y también 3% de hombres han sido víctimas, es decir 1 de cada 10 violaciones o intentos de violación se cometen contra hombres. La población indígena de los EE.UU. experimenta una tasa de violencia sexual mayor que la población blanca y de otras minorías, aunque las cifras totales en números absolutos son menores debido a su poco peso en la demografía del país. También 41% de los casos de violencia sexual ejercida contra la población nativa son a manos de extraños, cuando en el resto de la población esa cifra es de 19,5%. También en la cárcel encontramos una población reclusa particularmente vulnerable y se calcula que unos 80.600 presos y presas experimentan violencia sexual mientras están detenidos y a pesar del mito sobre la violencia sexual carcelaria, 60% de toda la violencia sexual contra presos y presas es a manos de los funcionarios y no de otros detenidos.
Sin embargo, el grupo que más experimenta la violencia sexual en términos de números absolutos son las mujeres blancas (unas 200.000 por año) y 57% de los victimarios también son blancos.[3] No puede haber duda de la escala del problema. Los victimarios rara vez ven una celda de una cárcel, por cada mil delitos sexuales, apenas, 4.6 personas terminan encarceladas comparada con 20 ladrones, aunque la tasa de denuncias por cada mil robos es tres veces la de violaciones lo cual indica que hay un problema de fondo con el sistema judicial y la disposición de víctimas de delitos sexuales de denunciar a los abusadores.
Una vez en el juicio la víctima debe enfrentar otros problemas. Los policías que toman las denuncias, no la creen, los fiscales no les interesa mucho, el juez (suele ser hombre) y el jurado tiene actitudes misóginas y reaccionarias respecto a la mujer, el sexo y la sexualidad, así factores que no tienen nada que ver con el crimen se tienen en cuenta, como cuántas parejas sexuales tiene la mujer, su ropa, si tomó alcohol o no etc. No existe el debido proceso para la mujer denunciante. Las demandas de las feministas frecuentemente han girado entorno a esa cuestión, debido proceso para la mujer y por supuesto el debido proceso para la víctima de cualquier delito no se opone al debido proceso para el sindicado, bien sea un hurto, homicidio o violación. Debido proceso, significa un proceso con reglas claras, con derechos y deberes y garantías en todo momento para todos. Y aquí entra el movimiento #MeToo. Primero se debe aclarar que no es un movimiento real en el sentido organizativo, pues no tiene una estructura real con afiliadas y afiliados, órganos de control interno, una junta directiva con responsabilidad pública, ni siquiera tiene un programa político de demandas para proteger los derechos de la mujer, y menos los derechos de las mujeres que presentan demandas penales por delitos sexuales.
¿Cuál es el verdadero papel de #MeToo y su relación con la cuestión de raza, clase y el debido proceso?
#MeToo nace en el seno de la industria de farándula de Hollywood y la televisión de los EE.UU. No puede haber duda que existe violencia sexual en Hollywood, las mismas películas la promueven constantemente y existe en inglés la frase hecha de Casting Couch (sofá de casting) donde las actrices ceden antes las presiones de los hombres para conseguir un papel en una película. Lo novedoso de #MeToo era que varias actrices denunciaban eso y otras cosas, pero no como parte de una lucha general de las mujeres contra la violencia sexual.
#MeToo animaba a las mujeres de Hollywood, y por extensión, sin proponérselo, a cualquier mujer a denunciar a su agresor, algo muy positivo. Pero hasta allí llegan los aspectos positivos de #MeToo. Es un movimiento burgués, es un movimiento que agrupa a políticos como Hillary Clinton e intenta resolver problemas de discriminación y acoso en esa industria de Hollywood. No pretende movilizar a las mujeres en una lucha por sus derechos. Solo pretende resolver los problemas de ellas y sí, tienen derecho de exigir el fin de la discriminación y acoso en su industria, pero su metodología solo funciona en su industria, y a medias y con consecuencias para el concepto de debido proceso. Ninguna mujer en una fabrica, o una empleada doméstica puede hacer eso.
Conscientes de su elitismo algunas voceras (en cuanto a que tiene voceras oficiales) intentaban en sus discursos públicos extender las reivindicaciones a mujeres pobres, en palabra pero no en la acción. La multimillonaria Oprah Winfrey dio un discurso en la ceremonia de los Golden Globes de 2018 que hizo pensar a más un liberal que Oprah debía presentarse como candidata presidencial. En su discurso reivindicaba #MeToo y dijo:
Esta noche, quiero expresar mi gratitud a todas aquellas mujeres que han aguantado años de abuso y agresión porque al igual que mi madre, tenían niños que alimentar, facturas a pagar y sueños a perseguir. Son las mujeres cuyos nombres jamás conoceremos. Son las empleadas domésticas, trabajadoras agrícolas. Trabajan en fábricas y en restaurantes, se encuentran en el mundo académico, en la ingeniería, medicina, ciencia. Forman parte del mundo tecnológico, de la política, de los negocios. Son nuestras atletas en las olimpiadas y son nuestras tropas en las fuerzas armadas [4]
Pero nada de lo que dijo era sincero. Habló de las empleadas domésticas, un sector de mujeres particularmente vulnerables. Son abusadas laboralmente por todos, tanto los hombres de Hollywood como las mujeres, y ¿cuántas son abusadas sexualmente en Hollywood? Nadie sabe, y a nadie le importa. #MeToo tiene poco o nada que decir sobre el asunto. Oprah también refirió a Recy Taylor, una mujer negra cuya violación a manos de de un grupo armado de hombres blancos fue un caso emblemático en la lucha de las mujeres negras. Pero a Oprah no le interesa ni le importa la lucha de las mujeres negras.
Las mujeres negras de los barrios bajos de Baltimore habían denunciado que los empleados y contratistas encargados de hacer arreglos y mantenimiento de las viviendas sociales exigían sexo a cambio de hacer su trabajo y dejaban a mujeres sin electricidad etc., durante semanas si no accedían a sus exigencias sexuales. Cincuenta seis mujeres presentaron demandas civiles contra la ciudad que ganaron, pero no ganaron la demanda penal [5]. ¿Dónde estaba Oprah y #MeToo? Sorbiendo champaña en algún evento de las élites de Hollywood, quizás, lo que es seguro es que no estaban en Baltimore. Un caso donde mujeres pobres, negras, las que ocupaban la mente de Oprah en su discurso, exigían justicia y #MeToo no tenían nada que decir. Pudo haber referido al caso, pero eso la habría puesto en conflicto con el Partido Democrático que controla la ciudad y le habría obligado a tratar la realidad de las dificultades de hacer una denuncia penal y ganar el caso. Oprah no quería nada de eso, mejor hablar en el abstracto, mejor no hablar de las relaciones de poder existentes ni de la cuestión del debido proceso para las mujeres, ni mucho menos atacar al Partido Democrático, pues a fin de cuentas #MeToo es un de las alas farandulera de ese partido reaccionario.
¿Quienes son los yo?
Una cosa que queda claro en la campaña #MeToo es que no todas son esa Yo También. No solo excluyen a mujeres pobres de los EE.UU. también excluyen a mujeres de otras partes del mundo. Así, mientras pueden aceptar a la ganadora del premio nobel de la paz Malala Yousafzai como víctima de la violencia machista de los Talibanes, las violaciones de mujeres y niñas iraquíes a manos de soldados gringos son tema vedado como es la violencia a que son sometidas las mujeres palestinas todos los días por parte del estado sionista. Es decir, #YoTambién, pero tú no. Las palestinas y las iraquíes no son ni ricas, ni estrellas de la televisión, su dolor, la violencia física y sexual que sufran no son tema de #MeToo pues incomoda porque Oprah y Hillary Clinton entre otras son la máxima expresión de esa violencia y la justifican. Oprah, después de hacer un documental que cuestionaba la guerra terminó apoyando a la propaganda para dicha guerra y Hillary, pues no hace falta explicar su largo prontuario en el tema. Violar a una mujer en Hollywood y en Irak no es lo mismo para esas supuestas adalides de los derechos de la mujer. Valga señalar que la violación en Irak, no es un acto aberrante de algunos soldados, sino es un a (sobra esta a) arma de guerra sobre la cual Oprah guarda silencio e Hillary ponía la plata.
Raza e inocencia
Se sabe que cuando una persona negra es acusada en los EE.UU. las probabilidades que le condenen son más altas, aun siendo inocente, que en el caso de un blanco. Los blancos representan 64% de la población, cerca de la cifra de 57% de delincuentes sexuales, sin embargo, solo representan 30% de la población carcelaria, así es obvio que hasta en los delitos sexuales hay una diferencia racial. No quiere decir que los negros condenados son inocentes, puede ser simplemente que es más difícil condenar a un blanco que un negro en estos casos o que un blanco reciba una condena menor o libertad condicional. Sin embargo, no se debe descartar la posibilidad de hombres negros inocentes en la cárcel por delitos sexuales.
Hay dos casos emblemáticos e históricos y un caso más reciente que demuestran el punto. Los casos históricos son conocidos por las élites de Hollywood, pues ellos hicieron películas sobre los mismos. Uno es el caso de Scottsboro y el otro el caso de Joseph Spell donde Thurgood Marshall, el primer hombre negro a ocupar un cargo como juez en la corte suprema de los EE.UU lo defendió.
En el caso de Scottsboro, nueve hombres negros, fueron acusados de la múltiple violación de dos mujeres blancas y luego condenados a morir. Después del tercer juicio en su contra, cuatro fueron puestos en libertad. Los otros cinco bien fueron puestos en libertad condicional o se fugaron de las cárceles. El NAACP, (Asociación Nacional para el Progreso de Personas de Color), no defendió a los detenidos, pues temía defenderlos por la naturaleza del supuesto delito y ese trabajo lo hizo el Partido Comunista quienes reconocieron el racismo inherente en el sistema judicial de los EE.UU. y particularmente en el caso concreto de Scottsboro.[6]
El otro caso es el de Joseph Spell donde una rica mujer blanca acusa a su chófer de haberla violado varias veces. Después de su detención, según la Fiscalía, Spell confesó, porque creía que le iban a condenar de todas formas, pero según Spell solo reconoció haber mantenido relaciones sexuales consensuales con su empleadora. Spell fue absuelto por el jurado gracias al trabajo del entonces abogado del NAACP Thurgood Marshall. En este caso la sindicación no era suficiente.
Los cinco del Parque Central
Uno de los casos más infames en tiempos recientes es el caso de los Cinco del Parque Central. En 1989, cinco jóvenes negros e hispanos fueron detenidos por la violación y golpiza a una mujer que trotaba por el parque. Los cinco confesaron bajo presión, la víctima debido a la golpiza que recibió no recordaba los hechos. Sin embargo, años más tarde pruebas de ADN comprobaron que no violaron a la mujer, sino el violador era un tal Matías Reyes, los cinco fueron exonerados y recibieron 40 millones de dólares como indemnización, después de haber pasado entre seis y siete años en la cárcel[7]. No eran santos, estaban en el parque, confesaron y aun así eran inocentes. El caso subraya la importancia del debido proceso.
La directora de cine Ava Duvernay hizo una serie de televisión que explora el caso. Apareció en muchos programas de televisión donde los presentadores la felicitaron. Los mismos presentadores hicieron eco de #MeToo con la consigna de que basta con la sindicación para tomar medidas contra la persona. Ninguno quiso señalar la realidad del caso de los Cinco del Parque Central y las implicaciones de la metodología de #MeToo. Según la lógica de #MeeToo son culpables. Eran negros o hispanos, pobres, no santos, y se encontraron en el lugar de los hechos. En otros tiempos ni Thurgood Marshall los habría salvado de la silla eléctrica y en los tiempos de #MeToo, la ADN tampoco los habría salvado pues basta con la sindicación.
El debido proceso
El debido proceso protege tanto a la víctima como al sindicado, no solo en casos de violencia sexual sino en todo tipo de casos, o se supone que es así. Sin embargo, en los EE.UU. la realidad es distinta. En los EE.UU. existen los mismos problemas que existen en todo el mundo respecto a delitos sexuales, violencia intrafamiliar y delitos violentos contra menores. Pero el país tiene una particularidad frente a lo que se denomina en inglés Plea Bargaining, término traducido al castellano como acuerdo de culpabilidad, negociación de condena o declaración negociada. Aunque tiene algunas similitudes con el sistema de Sentencia Anticipada en Colombia no es lo mismo.
Básicamente los fiscales tienen la potestad de negociar no solo una declaración de culpabilidad sino de negociar el delito por lo cual el reo se declarará culpable. Se supone que el reo solo se declara culpable de un delito que haya cometido, pero en la práctica no es así. Los fiscales amenazan al reo con cargos mayores que implican una condena mayor y luego ofrecen la posibilidad de declararse responsable de un delito menor y nunca llegan a juicio. Es una herramienta jurídica que se emplea masivamente en el sistema judicial, tanto que la inmensa mayoría de personas en las cárceles nunca tuvieron un juicio, donde se argumentaba su inocencia o culpabilidad, sino se declararon culpables por delitos menores ante el temor de que la Fiscalía les acusara de algo que puede implicar una condena larga, de 20 o 30 años o inclusive cadena perpetua. El trato es que el detenido, acepte 5 años en la cárcel por decir algo, o correr el riesgo de 30 años o más y en muchos casos ni siquiera ha sido sindicado formalmente de un delito antes de llegar al acuerdo con la Fiscalía.
Viano en su estudio sobre el sistema argumenta que es una perversión de la noción de justicia[8] .Señala, citando datos oficiales, que 96,8% de todos los casos criminales se resuelven de esta forma. En casos de homicidio, 68,2% de los casos se negocian y en 87,5% de casos de abuso sexual también se resuelvan con un acuerdo de culpabilidad. Esto ocurre a nivel federal y al nivel de los estados. El sistema impone una carga adicional a los pobres quienes no pueden pagar abogados y en la práctica ciudadanos que ejercen su derecho a juicio con jurado popular pueden recibir condenas más largas que otros que negocian, es decir, son castigados por ejercer sus derechos constitucionales. Frente a la cuestión de personas inocentes declarándose culpable por temor a ser condenados a tiempos largos por delitos mayores, Viano cita a Albert W. Alschuler quien afirma que "Parece que un procedimiento diseñado a determinar quien es responsable y quien no, logrará ese objetivo más eficientemente que un procedimiento diseñado a propósito para esquivar el tema."[9] #MeToo también propone esquivar el tema. No hay duda hay inocentes que se declaran responsables y la Policía y la Fiscalía presionan confesiones de personas inocentes, bajo amenaza o aprovechando su estado psicológico etc.
#Me Too propone algo peor que ese sistema, pues propone la eliminación de la presunción de inocencia, algo que en la práctica ya existe para los hombres negros y los blancos pobres de los EE.UU. frente a casi cualquier delito. También propone la abolición de la defensa y el debido proceso, aun si el sindicado afirma su inocencia. En varios casos ya tomaron medidas contra los acusados, pero lejos del resplandor de las luces de Hollywood pasan casos que nos deben preocupar a todos. En el caso de Harvey Weinstein se presentaron cargos penales en su contra y tarde o temprano, podremos evaluar las pruebas. En el caso de Kevin Spacey, acusado de una agresión sexual contra dos hombres, en uno de los casos, la familia ya retiró la demanda civil pocas semanas antes de que la Fiscalía retirara la demanda penal. En casos de más bajo perfil sin embargo, no tenemos ni tendremos la oportunidad de evaluar las pruebas, pues los sindicados tampoco han tenido ese derecho. Existen varios casos de personas despedidas de empresas, universidades y otras entidades por alegaciones en su contra ¿cuáles alegaciones? No sabemos, los acusados no solo no tuvieron el derecho a la defensa, sino ni siquiera saben quien les acusa ni los detalles del supuesto delito, solo saben que es lo que llaman una conducta sexual impropia. En otros casos los sindicados han podido comprobar su inocencia después de perder su trabajo, sus amigos y sus reputaciones.
Presunción de inocencia en Colombia
Colombia no es un país donde, en la práctica, el sindicado tiene el derecho a la presunción de inocencia. Los dirigentes sociales son sindicados con frecuencia de muchos delitos por la prensa y rara vez pueden obligarles a retractar lo dicho. La Policía suele presentar a los detenidos ante las camáras declarándolos culpables. Suele salir algún coronel, quien no tiene ninguna potestad judicial y afirma que son culpables y repasa las supuestas pruebas que tienen en su contra, que muchas veces no existen. Es una violación del debido proceso y la presunción de inocencia, pero el Estado y sus agentes no son los únicos quienes lo hacen. La supuesta izquierda también lo hace.
En 2015 se produjo la detención de una abogada defensora de los derechos de la mujer, varios estudiantes y unos contratistas de la Alcaldía de Bogotá por unos atentados realizados en Bogotá. La entonces Secretaria de Gobierno de la Alcaldía, Gloria Flórez Schneider, figura importante en el partido Colombia Humana salió a los medios declarándolos culpables y lamentando que grupos armados habían infiltrado a la Alcaldía, afirmando a El Espectador que no era la primera vez que personas ilegales infiltran a la Alcaldía y además en su afán de condenarlos quería ser reconocida como la responsable de su captura.
Tras los sucesos de la semana pasada hicimos un Consejo de seguridad de inmediato y al otro día se realizó el Consejo Nacional de Seguridad, donde se acordó fortalecer las acciones de inteligencia valorando hipótesis con mayores probabilidades de los hechos que tenían relación con el Ejército de Liberación Nacional, se dieron instrucciones precisas para avances inmediatos de operaciones de la Policía Metropolitana y la Fiscalía General de la Nación que hoy dan como resultado estas capturas...
Deben ser recibidas por la ciudadanía como una respuesta oportuna e inmediata de las entidades del Estado que estamos trabajando de manera coordinada, mancomunada por la seguridad de los ciudadanos. Estas son 14 capturas que se hicieron en distintas localidades de la ciudad donde se han capturado personas vinculadas con la universidad Nacional, Pedagógica y las 3 relacionadas con el distrito [10]
Hollman Morris fue algo más suave frente al tema pero tampoco mucho pues igual que Flórez hablaba de los tres contratistas como infiltrados. Así quedaron condenados de entrada. Algo parecido pasó dos años más tarde con el atentado contra el Centro Andino. La izquierda no salió a defender el debido proceso ni el derecho a la presunción de inocencia.
La campaña electoral en Bogotá
En enero, la exesposa de Hollman Morris y dos mujeres más lo denunciaron por malos tratos, incluyendo violencia física y acoso sexual.[11] Morris respondió con su propia demanda penal por calumnia e injuria[12]. Tarde o temprano esto se resuelve en los estrados judiciales, pero hay aspectos que son fáciles de resolver. Si los escoltas de Morris hacían seguimientos o no a la exesposa se resuelve consultando el GPS que todos los carros de escoltas llevan. Si no pagó por el mantenimiento de ella y los hijos también se resuelve fácilmente. Otros aspectos son más complicados y tocará ver como se resuelvan en los juzgados. Hay quienes han afirmado que no se puede esperar a eso, pues la justicia colombiana es lenta e ineficiente. Eso es cierto, de los 123,639 presos que tiene el país, 39,698 son sindicados, es decir que no se ha resuelto su situación jurídica y entre los condenados y sindicados existen varias personas presas por una variedad de delitos sexuales como indica la siguiente tabla. Se debe aclarar que el Inpec cuenta personas presas pero a la hora de contar delitos una persona condenada por dos delitos aparece dos veces en las cifras, así el número de delitos es siempre mayor que el número de presos. Sin embargo, sirven para indicarnos la envergadura del problema.
Como se ve los delitos sexuales sumados a los de violencia intrafamiliar suman 11% de los delitos por los cuales hay personas condenadas o sindicadas. Como porcentaje hay más casos de homicidio sin resolver que por otros delitos, 21.792 condenados y 6.693 sindicados y sumados representan 14,6% de la población reclusa. ¿Vamos a suspender los procesos con ellos y condenarlos de una vez? La justicia también cojea en estos casos.
Ángela María Robledo y otras personas escribieron una carta pública exigiendo que Gustavo Petro, el mandamás de Colombia Humana retire su apoyo a Hollman Morris "dados los diversos casos de violencia contra varias mujeres y las denuncias que han sido interpuestas contra Hollman Morris ante las instancias pertinentes"[13].
Sin embargo, Ángela María Robledo no es sincera en su carta. Quisiera saber cuándo descubrió que las sindicaciones de esta clase de delito significan que una persona no puede ser candidato. Ella fue la fórmula vicepresidencial en la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2018. Hace poco el escritor Héctor Abad aludió en un trino a un documento de Wikileaks que habla de un supuesto orden de alejamiento que la exesposa de Petro sacó en su contra y preguntó por que lo sacó, afirmando que esas ordenes no se sacan por buen comportamiento[14]. Mary Luz Herrán, la exesposa de Petro, en un comunicado negó que existió alguna vez una orden de alejamiento en su contra. Sin embargo, algunos tenemos larga y buena memoria.
En 2007 ella fue objeto de seguimientos de agencias de inteligencia y el hecho se denunció públicamente. El Tiempo preguntaba sobre sus relaciones con Venezuela y frente al tema Petro se pronunció y El Tiempo reportó lo siguiente:
También [Petro] manifestó que, por orden judicial, no se puede acercar a su exesposa desde hace siete años. Por eso, desconoce si ella tiene algún vínculo con Venezuela, aunque admitió que cuando estaban casados, ella lo acompañó varias veces al vecino país [15]
En ese entonces, nadie, ni Petro, ni su exesposa cuestionaba la veracidad de lo dicho sobre el orden de alejamiento. No tengo la más mínima idea por que lo niegan ahora y lo dejaron pasar por lo alto en 2007. Pero cuando Ángela María Robledo se presentó como su fórmula vicepresidencial, ese asunto no resultó importante para ella. Puede que Hollman Morris sea culpable, no pongo la mano en el fuego ni por él ni por Petro ni por Ángela María Robledo. Pero este asunto y la petición de Robledo no se trata de los derechos de las mujeres sino de una pugna electoral, de otro modo no habría aceptado ser la candidata vicepresidencial de Petro con esa duda por medio.
Tampoco es el caso que el programa político de Colombia Humana defiende a las mujeres. La cuestión de la violencia contra las mujeres no aparece hasta la página 24 en un documento de 30 páginas y lo que se dice allá es una banalidad que no se diferencia para nada con la actual legislación del país.
Cero tolerancia con las violencias contra las mujeres: Colombia Humana no tolerará ninguna forma de violencia contra las mujeres para lo que hará de la prevención, la atención humana y la sanción efectiva contra los victimarios una tarea central del gobierno[16]
Eso es todo, nada concreto. Nada concreto respecto a la posibilidad de llevar denuncias penales contra hombres, nada de apoyo jurídico, es decir nada. Simplemente no le creo a Robledo. Morris, hizo declaraciones machistas, pero con base en esas declaraciones no puedo condenarlo por delitos muy específicos. Tiene derecho al debido proceso, el mismo proceso que tanto él como la entonces Bogotá Humana violó en el caso de los detenidos en 2015.
Hace poco los hermanos de Rafael Uribe Noguera fueron absueltos de los delitos de encubrimiento del asesinato y violación de Yuliana Samboní, una niña indígena violada y asesinada por un Rafael Uribe Noguera, un arquitecto rico del norte de Bogotá y la alteración de la escena del crimen. En su contra pesan muchas pruebas públicas. No hubo protestas, Robledo no organizó una carta pidiendo la renuncia del juez, algo que debe hacer. Busqué en su página y no encontré nada, ni en su Facebook, ni en su Twitter. Tanto le preocupa la cuestión de la violencia sexual que no dice nada frente al fallo reciente. La cero tolerancia que predica no es tan cerca de cero como parece. Lo de ella es una maniobra política, independientemente si Morris es culpable o no.
Por incómodo que sea, inclusive en casos de violencia sexual debemos defender el debido proceso. Colombia ya conoció el sistema de justicia regional, con sus jueces, fiscales y hasta testigos sin rostro. ¿Cuántos dirigentes sociales inocentes cayeron en la cárcel gracias a ese sistema? Siempre existe el derecho de saber de que se le acusa, quien acusa y las pruebas en su contra. Cuando menos nos simpatiza la persona, cuando más nos repugna el delito, es cuando debemos ser más cautelosos y abogar por el debido proceso. Cuando estamos convencidos frente a un caso, cuando lo vemos como evidente es cuando más debemos defender el debido proceso, de lo contrario no garantizamos justicia para las mujeres y abonamos el terreno para condenar también a inocentes. Si Morris hizo lo que dicen, pues pronto se resuelve el caso y quedará inhabilitado de ejercer cargos públicos y podemos evaluar las pruebas en su contra.
Tampoco debemos fetichizar el sistema judicial burgués, pero ni #MeToo, ni Robledo propone una reforma grande del sistema y mucho menos derrocarlo, pues están de acuerdo con ese sistema. Claro a veces si salimos del sistema como en las denuncias contra los militares y Uribe Vélez, pero lo hacemos con base en pruebas y precisamente por una falta del debido proceso que lo tenemos que hacer. Margaret Atwood preguntó "¿si pasamos por alto el sistema judicial por que se ve como ineficaz, con que se reemplaza? ¿Quienes serán los nuevos agentes del poder?"[17]. Es una pregunta a que ni #MeToo ni Ángela María Robledo tienen una respuesta, fuera de ellas. Cuando se hizo público que la actriz Asia Argento no solo fue acusada de presionar a un menor de edad de mantener relaciones sexuales con ella, sino hizo un arreglo económico con él pagándole USD 380.000 para comprar su silencio, con la excepción Rose McGowan #MeToo guardó silencio y McGowan se pronunció porque pensaba equivocadamente que el menor tenía 12 y no 17 años. Argento siguió con su vida, no la borraron de películas que había grabado, como pasó con Spacey, no se dañó su carrera. ¿Quién tomó esa decisión?
Robledo es una política colombiana cuyo mayor deseo es recuperar su curul en el Congreso, ¿quién confía de políticos colombianos? Si no confiamos en ellos manejando el país, ¿cómo vamos a confiar en ella con un sistema de justicia sin reglas claras donde ella y su entorno político son quienes deciden la responsabilidad penal de la gente? Lo que ella decide hoy puede decidir Uribe o Duque mañana. La derecha es más que capaz de hacer montajes contra la izquierda.
Toda vulneración del debido proceso y otras garantías judiciales por clamor popular siempre se terminan usando, tarde o temprano contra sindicatos, organizaciones campesinas, defensores de derechos humanos, los pobres y excluidos e inclusive organizaciones de feministas. Esa ha sido la larga y triste historia en los EE.UU., cuna de #MeToo, que algunos quieren emular en Colombia. Lo hacen bajo nuestra cuenta y riesgo.
[1] The Guardian (15/01/2018). Margaret Atwood faces feminist backlash on social media over #MeToo
[3] Todas las cifras son tomadas de página de RAINN. Mientras la página tiene una sección en español para ayuda y víctimas sus cifras solo están disponibles en inglés. Acá para cifras sobre la violencia y acá para cifras sobre los perpetradores.
[5] NBC News (08/01/2016) Baltimore Sex-For-Repairs Victims Win $8 Million Settlement.
[6] Para más información sobre el Caso Scottsboro véase The Trials of "The Scottsboro Boys": An Account.
[7] NYT (19/06/2014). 5 Exonerated in Central Park Jogger Case Agree to Settle Suit for $40 million.
[8] Viano, E. C. (2012). Plea Bargaining in the United States: A Perversion of Justice en Revue Internationale de Droit Pénal 2012/1 (Vol. 83) pp 109-145.
[9] Alschuler, A.W. citado en Viano, E. C Op. Cit. párrafo 31
[10] El Espectador (08/07/2015). No es la primera vez que personas ilegales se infiltran: Distrito.
[11] RCN Radio (22/01/2019). Hollman Morris es acusado de violencia intrafamiliar por su esposa.
[12] El Tiempo (04/02/2019). Hollman Morris denunció por injuria y calumnia a mujeres que lo acusan.
[13] Las2orillas (26/07/2019). Ángela María Robledo y 60 mujeres se le atravesaron a Hollman Morris.
[14] Colombia Indignado (17/04/2019). Héctor Abad hace delicada afirmación sobre exesposa de Petro y ello lo desmiente de frente.
[15] El Tiempo (09/05/2007). Espiaban a exesposa de Petro.
[16] Programa de Gobierno de Gustavo Petro 2018-2022.
[17] The Guardian (15/01/2018) Op. Cit.