Recientemente, la columnista María Isabel Rueda escribió una columna titulada Glifosato: pongámosle sensatez. Luego de la publicación en prensa y medios electrónicos comenzaron a llover las críticas, a las cuales en el presente escrito me uniré, no sin antes hacer algunas aclaraciones.
En primer lugar, el glifosato es un pesticida de la familia de los herbicidas, es decir que se emplea para eliminar las malezas que crecen en los cultivos. Es ampliamente utilizado en muchos monocultivos, como sucede con la soya en Brasil y Argentina, el algodón en Colombia, plantaciones forestales, etc. Fue inicialmente sintetizado por la compañía norteamericana Monsanto, la cual fue comprada en 2016 por la multinacional alemana Bayer.
En segundo lugar, se trata de un herbicida de amplio espectro que se absorbe a través de las hojas de las plantas e interfiere con la síntesis de ciertos aminoácidos. En principio emplea una ruta bioquímica que solo existe en las plantas; por lo tanto, su toxicidad en vertebrados es baja si se compara con otros pesticidas. No obstante, esto no significa que sea inocuo, de hecho, es considerado desde 2015 como potencialmente cancerígeno y si es tóxico para la vida acuática (1 y 2).
En tercer lugar, aunque su fórmula química sea derivada del aminoácido glicina, uno de los 20 aminoácidos presentes en los seres vivos; además de contener fósforo. Sin embargo, ello no implica que la presencia de estos en el glifosato haga que sean nutrientes, como afirma textualmente la citada periodista: “Pero no se preocupen. La primera parte es glicina, que hace parte de las proteínas, y la segunda es fósforo, nutriente del suelo y un elemento necesario en la alimentación humana”.
También es falaz, la afirmación de que el glifosato se metaboliza en C, H y O como afirma en su columna, ya que el glifosato permanece principalmente inalterado y se excreta principalmente por las heces. No obstante, si se ingiere requiere de lavado gástrico con carbón activado y de tratamiento médico en el centro de salud más cercano. Ello implica evidentemente que no es inocuo, como el agua; tal y como afirma de forma vehemente la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez o el Ministro de Defensa.
En cuarto lugar, el hecho de que sea potencialmente cancerígeno implica que su aplicación debe llevarse a cabo como mínimo con las pautas que dicta el fabricante, para limitar la exposición de las personas. Es decir que la aspersión aérea a gran altura y de forma indiscriminada, como la realizada por la fuerza pública, no debe hacerse. Aunque sí se puede llevar a cabo la aspersión aérea a 3 metros del suelo.
Por tal motivo, también es equívoco comparar al glifosato con un bistec o con tintes para el cabello, más si se aplica esta sustancia de forma incorrecta con pautas por fuera de las recomendadas, donde la dosis y la exposición a la sustancia es alta. Justamente a mayor exposición, mayor potencial de que genere cáncer en las personas. ¿Acaso usted se aplicaría tinte para el cabello todos los días? Creo que no, solo lo hace cuando requiere una nueva aplicación. Esto no sucede con la erradicación aérea de cultivos, más cuando se requieren de 2 a 7 días de aplicación continuada para ver los efectos.
Entonces, luego de haber leído la columna me sentí decepcionado al ver que no ha sido el primer desaguisado periodístico en términos de química y ciencias. He visto algunos tan épicos (en el mal sentido) como la explosión de bombas de helio en el parque Simón Bolívar, publicado por El Tiempo en 2008. Al respecto debo añadir que me indigna y me decepciona saber que quienes deben informar a la opinión pública sobre estas discusiones, lo hagan con poca investigación, sin consultar como mínimo a expertos en química, biología y medicina antes de escribir.
También invito a que se haga una discusión seria sobre el uso del glifosato con argumentos científicos de peso y no basados en delemeecisiones políticas hechas desde un escritorio, lejos de las comunidades que han sido forzadas por la inoperancia estatal a hacer algo ilegal, aunque lamentablemente más rentable. Les recuerdo que habrá personas que por estas decisiones tomadas a la ligera tendrán su salud en riesgo. Esto sin despreciar, los efectos ambientales que puede tener la aplicación del glifosato a largo plazo en estas zonas. No hacerlo es tan absurdo como combatir la deforestación quemando la selva, así que pongámosle sensatez por favor.