Me gustaría empezar este escrito aclarando que, en términos generales, defiendo la cultura, identidad y autonomía de las comunidades indígenas de Colombia. El Estado colombiano, a mi parecer, solo debe intervenir, cuando dichas comunidades afecten el ordenamiento jurídico y/o violenten los derechos fundamentales consagrados en la carta política de sus propios miembros o, por supuesto, de alguien que no pertenezca a ella, cualquier otra intervención, que esté dirigida a modificar o extinguir la cultura, la identidad, o la autonomía de estas colectividades no debe ser permitida. Así mismo, las entidades estatales, deben proteger a estas comunidades de ataques exteriores que tengan la misma finalidad antes descrita.
Es común ver hoy ver en redes sociales y espacios académicos un culto exagerado al indigenismo. Este comportamiento es muy común entre jóvenes estudiantes, profesores y otros académicos que, impulsados por cierto tipo de ideologías, glorifican de manera exagerada a la cultura indígena antigua.
Afirman que de no ser conquistados por el imperio español, prácticamente este lado del mundo estaría habitado por grupos sociales que vivirían cogidos de la mano en un estado de paz perpetuo, todos viviendo de manera igualitaria, sin guerras, sin hambre ni pobreza. Nada más alejado de la realidad. Los datos históricos que revelan la manera de vivir los imperios precolombinos predominantes, derrumban de manera contundente su tesis.
El imperio español, como cualquier otro imperio, masacró millones de personas, esclavizó otro tanto, modificó y prácticamente extinguió la cultura y la identidad, extinguió una forma de pensar y de vivir de los pueblos originarios. Eso es indiscutible. ¿Pero qué imperio no hizo ello? ¿Acaso el imperio español no tuvo su origen en las mismas causas? Ojo, que no estoy justificando dichas acciones, todo tipo de violencia dirigida con esos fines debe ser repudiable, pero la historia no tiene como fin hacer juicios morales, la historia cuenta los hechos de manera objetiva, sin criterio moral alguno.
Los imperios precolombinos, por mencionar algunos, el maya, el azteca, el inca, no eran ni por asomo comunidades ideales, de hecho, eran esclavistas, con una fuerte jerarquía, violentas y expansionistas. Existen cientos de documentos y libros que documentan este estilo de vida. No soy quién para juzgar su estilo de vida, no me corresponde hacerlo y tampoco es de mi interés. Es apenas normal que para mantener el poder se hayan recurrido a este tipo de prácticas.
Dado esto, es preciso afirmar que entre los imperios europeos y los que habitaron este lado del mundo no existía mayor diferencia en cuanto a la forma de gobernar, por lo tanto no es posible afirmar, con un grado de certeza del cien por ciento, que de no haber sido conquistados por los españoles, el desarrollo de los pueblos que habitaban estas tierras hubiese desembocado en comunidades pacíficas, prósperas, sin hambre, sin miseria y en un estado perpetuo de paz. ¿Quién puede adivinar el curso de la historia con precisión? Nadie, se pueden hacer estimaciones pero no adivinar con certeza algo tan cambiante como la dinámica humana. Como afirmó el historiador Yuval Noah Harari: "Cuando el Sputnik y el Apolo 11 encendieron la imaginación del mundo, todos empezaron a predecir que, a finales de siglo, la gente viviría en colonias espaciales en Marte y Plutón. Pocas de estas predicciones se han hecho realidad. En cambio, nadie previó internet".
Sin embargo, a ciertos sectores, más que todo políticos, les es funcional este discurso. Promoviendo un odio constante a Europa, a los españoles y a lo que ellos llaman "eurocentrismo". No es nada más que populismo barato. Aunque ellos saben que a jóvenes incautos, de "mentes abiertas y alternativos" que siempre intentan encontrar enemigos a quién culpar y odiar, por la desgracia y miseria del pueblo latinoamericano, les entra bien el discurso, en este caso el foco es el imperio español, si no les funciona esto, sería el capitalismo, si no sería el patriarcado, etcétera.
También es común encontrar el argumento que indica que gracias al imperio español, no tenemos una cultura original y que, nuevamente, gracias a ello, y al predominio del pensamiento del imperio es que en Latinoamérica existe pobreza y subdesarrollo. Algo que es incorrecto, en vista de que todas la culturas del mundo occidental, con muy contadas excepciones, es original. Todas las culturas existentes han sido el fruto de conquistas, se han impuesto a través del filo de la espalda de algún imperio. Vivimos y pensamos como nuestros antepasados imperiales. Occidente debemos nuestra cultura, arquitectura, formas de pensar, logros tecnológicos, absolutamente todo, gracias a los antiguos imperios. Afirma Harari que:
Hay escuelas de pensamiento y movimientos políticos que buscan purgar la cultura humana del imperialismo, dejando atrás lo que afirman que es una civilización pura y auténtica, no mancillada por el pecado. Tales ideologías son, en el mejor de los casos, ingenuas; y en el peor, sirven de solapado escaparate del nacionalismo y la intolerancia.
(…)
Todas las culturas humanas son, al menos en parte, la herencia de imperios y de civilizaciones imperiales, y no hay cirugía académica o política que pueda sajar las herencias imperiales sin matar al paciente.
En mi opinión llorar sobre la leche derramada, no hará sino que sumerjamos más en la pobreza y en la miseria, habrá que buscar una alternativa de progreso y no pasarnos la vida culpando a la historia, deseando lo que en definitiva no fue. Aunque si se tiene un poco de perspectiva crítica, se podría afirmar que eso que no pudo ser, es decir, la continuación de los imperios indígenas que tan beneficioso pudo haber sido para este lado del territorio.
Desde luego que en la historia se pueden buscar causas y soluciones a problemas, pero la historia está, es imposible transformarla. Nuestro pasado imperial nos precede y a partir de él debemos construir la base de una civilización próspera y no como hacen muchos, de manera infantil, reclamar al pasado.
