Del ensayo sobre la república en la América española de Sergio Arboleda

Del ensayo sobre la república en la América española de Sergio Arboleda

En 1867, el político conservador hizo un balance de lo ocurrido a partir de la independencia. Una mirada al texto

Por: Silvio E. Avendaño C.
junio 17, 2020
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Del ensayo sobre la república en la América española de Sergio Arboleda
Martín Tovar y Tovar

En el ensayo sobre la república en la América española esboza el rumbo que tomaron las repúblicas hispanas luego de cortar sus lazos con el imperio español. Después de medio siglo de vida independiente:  “La anarquía que hace medio siglo atormenta a las naciones hispanoamericanas es un hecho tan grave, que ha llamado la atención de los hombres que en uno y otro continente se interesan por la suerte de la humanidad y se ocupan en el estudio de las causas que producen el malestar político y la desorganización social de los pueblos” [1]. Sergio Arboleda afirma que la revolución fue un paso en falso: “Demostrado está que la revolución en América española difiere esencialmente de la francesa y mucho más de la norteamericana” [2].

Sergio Arboleda divide la revolución en las repúblicas hispanas en cinco momentos: la primera, la revolución de la independencia, que “cambió nuestro estado de colonias por el de naciones soberanas constituyó la revolución más profunda” [3]. La segunda revolución fue la política que dio el paso de la monarquía católica a la república en un medio sin tradición política”. La tercera revolución fue la económica. “Expulsados los españoles, los extranjeros llamados por la naturaleza de las cosas a hacerse dueños del comercio exterior”[4]. Consideraba el payanés que no se puede desconocer que se dejó de ser parte de la Casa de Contratación de Sevilla a establecer la dependencia con Inglaterra.

La revolución tuvo sus costos: “La guerra consumó la mayor parte de los capitales existentes, retrajo de la industria a millones de trabajadores, ya para los servicios de los empleos, y para el más ruinoso de los ejércitos” [5]. Y lo peor de la guerra vino la desolación, los baldados, el empobrecimiento, las deudas… Al malestar económico, por causa del descontento general, a reemplazar las instituciones económicas españolas y no establecer una economía fuerte: “fue preciso predicar nuevas ideas, enseñar menos doctrinas, dar nuevas leyes, crear nuevas costumbres y producir hasta preocupaciones opuestas a las antiguas” [6]. A lo que hay que añadir el descontento que aparece por doquier dada la confusión de derechos, administración de justicia, la prensa, las conspiraciones. La revolución religiosa que se gestó a cambio de la tradición que se encontraba en el despotismo monárquico español unido al catolicismo creó situación de crisis. No se puede olvidar que en la Colonia la moral católica, cimentada en tres siglos como lo más importante, es más, la única cosa importante es vivir, crecer y perseverar en la gracia de Dios, observando los mandamientos, evitando el pecado, acatando la autoridad religiosa. Sergio Arboleda consideró que el principio de autoridad del catolicismo fue sustituido por el principio del libre examen. La revolución religiosa afectó la moral católica que unía antes de la Independencia a las diferentes clases sociales, erigida por el clero y por la predica: “Todos somos hijos de Dios” y “Amaos los unos a los otros”, creando la armonía entre las diferentes clases. “A medida, pues, que el sentimiento religioso se debilita —escribió Sergio Arboleda— y que el clero pierde crédito y prestigio brotará el antagonismo entre las clases y las aspiraciones personales y el espíritu de partido, con los odios que engendran , vendrían a explotar los antagonismos y a ponerlo a su servicio” [7].

En el capítulo sexto, de la mencionada obra, Sergio Arboleda analiza los conceptos del mundo que se han instalado con la República y la Ilustración, solo que con dichos conceptos el mundo de la tradición española se ha vuelto caótico, una incógnita peligrosa, una amenaza. “Al siglo XIX corresponden entre otros, los de la libertad, igualdad, democracia. Vamos a estudiarlos por su influencia que han tendido y tienen un significado en la revolución americana” [8]. Los conceptos igual que las reglas de juego, nunca son neutros y existen para consolidar los sistemas de poder, en el horizonte de la república.

“En América española por grave que fuera la opresión peninsular, el pueblo acostumbrado a su peso no lo sentía y ningún interés creado en la sociedad le inspiraba deseos de conseguir la libertad” [9]. Pero la Ilustración que llegó a finales del siglo XVIII trajo la idea que la autoridad no es más que la tiranía la cual niega la libertad. Vale aclarar que en la tradición española el principio de autoridad no significaba carencia de libertad. A lo que se añade que, para Sergio Arboleda, el concepto de libertad no vino solo, pues trajo de convidada a la igualdad. En Francia, en Europa, en general, la palabra significa: “abolición de desigualdades políticas unida a la aristocracia y los privilegios”. Mas, en la América española donde no hubo aristocracia política; donde fue absolutamente extraño el régimen feudal; donde no hubo el humillante trono de los reyes y donde no existía casta más privilegiada  que la indígena (…) aquí la palabra fue una planta exótica que en terreno no apropiado, debió de generar y producir en vez de frutos dulces, otros amargos y acerbos” [10].

La igualdad dio origen a una “terrible revolución social” porque el concepto de igualdad se entendió como la igualdad de méritos. Más adelante, en su ensayo, Sergio Arboleda planteó “No hay, ni puede haber igualdad individual, ni igualdad de condición, ni igualdad de derechos y deberes” [11]. No se pude olvidar que para Sergio Arboleda la desigualdad es la que mantiene el orden y la armonía social.

Por último la democracia —concepto que examina Sergio Arboleda— “se nos ha estado diciendo desde 1810 que es el gobierno del pueblo libre y soberano bajo el régimen de la igualdad” [12]. El concepto de democracia sufre una erosión,  la misma facilidad para la desvirtuación, pues “el gobierno democrático no ha existido ni puede existir en el rigor de la palabra, no ha existido ni puede existir porque la muchedumbre no puede gobernar, ni mucho menos gobernar así, lo más que puede hacer es influir en el gobierno, con las manifestaciones del voto popular” [13].

[1]  Arboleda Sergio. La república en la América española. Banco Popular. 1972.p .106.

[2]  Op.cit. p.106

[3]  Op.cit. p. 108

[4]  Op.cit. p. 109

[5]  Op. cit. p. 110

[6] Op.cit. p. 111

[7] Op.cit. p. 119.

[8] Op. cit. p. 45

[9] Op.cit. p.147

[10] Op.cit. p.163

[11] Op.cit.p. 169.

[12] Op.cit. p.180

[13] Op. cit. p.180

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