En estas épocas de pandemia global, vale la pena formularnos varias reflexiones.
Por lo general, todas las críticas y los debates del virus y sus consecuencias se han dado en diversos frentes: en el campo de las políticas públicas, la sanidad, lo social, lo económico, la logística, lo informativo y hasta en lo existencial. Sin embargo, este asunto del COVID-19, ocasionado por el nuevo coronavirus, tiene su punto más neurálgico en el plano científico. No podemos perder eso de vista.
Y es que desde el inicio de esta terrible crisis mundial se sembró la duda en la opinión pública internacional de si el virus era de origen zoonótico o antrópico, generando un tremendo rifirrafe entre China y Estados Unidos, que amenaza con empeorar y escalar.
En un año que ha tenido con los nervios crispados a todo el mundo no ha resultado suficientemente satisfactoria la conducta de muchos científicos, cuyo trabajo se supone que debe estar dirigido a orientar los organismos rectores en la ciencia, entre ellos los más representativos.
Para la muestra, la OMS, que ya ha incurrido en una seguidilla de salidas en falso que al parecer no terminan aún: la desinformación y politización de esa organización han sido habituales. Lo peor de todo es que si hacemos un listado de todas las entidades científicas y sus miembros veremos que esos dos factores son el denominador común: se la pasan de equivocación en equivocación.
Es así que el panorama científico resulta preocupante. Algo malo debe estar pasando con la divulgación y la comunicación científica, que otrora se caracterizaban por su extrema seriedad.
Unos científicos se están volviendo mentirosos como Michio Kaku hablando abiertamente de extraterrestres sin ningún rigor probatorio. Otros se están volviendo payasos como Neil deGrase Tyson en sus ridículas apariciones en espectáculos televisivos y su estúpida pelea con los "tierraplanistas". Y unos más se han vuelto corruptos como Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director de la Organización Mundial de la Salud, que se la pasa cuidando de la imagen de la dictadura China a cambio de poder político.
Por si fuera poco, ahora resulta que descubren un universo paralelo y a la semana siguiente los mismos científicos se desmienten entre ellos... ni hablar de la vergonzosa carrera y espionaje entre farmacéuticas para conseguir tratamientos o una vacuna con fines eminentemente de poder.
¡Realmente preocupa! Al parecer, las redes sociales, la ambición desmedida y la sobreinformación en el internet tiene locos a los científicos.
La ciencia es humilde y seria, requiere de una tremenda responsabilidad para ejercerla, sin dejar de lado que el método científico es algo que realmente funciona.
Es la ciencia un instrumento de decisiva importancia para la humanidad, el hombre es un ser científico pero las principales autoridades científicas por estos días están dejando mucho que desear.
Señores científicos: la ciencia no es un juego y el futuro de la humanidad depende de la seriedad, el compromiso, la ética y la responsabilidad con la que la asumamos.
