Ayer, en la carpa de Corferias, en Bogotá, tuvo lugar la instalación del Comité Nacional de Participación o CNP. Se trata del mecanismo creado en la Mesa de Conversaciones de La Habana entre el gobierno de Gustavo Petro y el ELN, cuya tarea consiste en promover la participación de la sociedad colombiana en dicho proceso de paz.
Para entender el papel de este Comité, hay que atender las explicaciones de la Mesa de Conversaciones acerca de la naturaleza del proceso. Coinciden las dos partes en que la paz no puede concebirse como el silenciamiento de los fusiles, sino que exige que se materialicen la democracia y las justicias social y ambiental. La paz, por tanto, no puede circunscribirse a un acuerdo entre gobierno y guerrilla.
La sociedad colombiana en su conjunto debe participar y decidir en estas conversaciones. Por lo tanto, debe ser consultada sobre los temas de la agenda acordada por las partes. Saber qué piensa la población colombiana, qué cambios o transformaciones considera necesarios para que se materialice la paz en el país. Habrá que dialogar entre todos, sin exclusiones de ninguna naturaleza, y ponerse de acuerdo.
El ELN y el gobierno de Petro han acordado cumplir un proceso así, como ruta para alcanzar la anhelada paz. Pero, conscientes de que esto podría volverse un debate inacabable, precisaron plazos y formas para llevarlo a cabo. Es cuando aparece la idea del Comité de Participación Nacional. Un listado de 81 integrantes de organizaciones pertenecientes a 30 amplios sectores de la vida nacional.
La misión de este Comité, cuya vida será de seis meses, será la de convocar al mayor número de sectores de la sociedad colombiana, para preguntarles su opinión sobre cómo creen que debe darse su participación. El modelo de participación de la sociedad colombiana deberá surgir de esa consulta. Ni el gobierno ni el ELN quisieron definir ese diseño, acordaron que quien lo definiría sería la sociedad y para eso la amplia consulta que hará el Comité.
Vincular a la sociedad colombiana a la búsqueda de la paz y las reformas necesarias para alcanzarla es un propósito digno de todo apoyo. Y por eso aplaudimos la instalación del Comité y colaboraremos en todo cuanto sea posible para su cabal funcionamiento. Que sea la sociedad colombiana la que defina los temas de paz, que se empodere y se convierta en la verdadera protagonista de un proceso que gobierno y ELN propician.
A eso se le llama democracia participativa, una vieja aspiración del pueblo colombiano y sus sectores de vanguardia. Y conduce a pensar en si la sociedad así llamada, toda, a tomar decisiones vitales sobre su futuro, está obligada a obedecer criterios y reglas impuestas de antemano por las partes. Interrogantes de ese orden fueron formulados en las reuniones previas a la instalación del Comité, puesto que su reglamento y plan de trabajo ya estaban definidos por la Mesa.
Las dos partes procuraron explicarlo de la mejor manera. El Comité Nacional de Participación es una instancia transitoria y subordinada a la Mesa, que incluso designó a 5 delegados de cada una de las partes para que actúe como órgano de coordinación de la misma. Será este quien convoque las reuniones plenarias del Comité Nacional de Participación, las dirija y se encargue de todo lo relacionado con labores de comunicación.
¿Será válido imponerle límites a toda la sociedad reunida para decidir acerca del futuro de la paz que le atañe a ella en primer término?
Tratándose de una instancia con un papel circunscrito a la promoción de la participación de la sociedad, cabe pensar que resultan perfectamente válidas las limitaciones señaladas. Es comprensible que el Comité esté sujeto a las previsiones de la Mesa de Conversaciones y las decisiones adoptadas por las dos partes. El interrogante cabe entonces más allá, si lo mismo puede predicarse de la participación de la sociedad en la discusión de los grandes temas.
¿Será válido imponerle límites a toda la sociedad reunida para decidir acerca del futuro de la paz que le atañe a ella en primer término? Hasta ahora la Mesa ha acordado que la participación de la sociedad se dará abiertamente sobre los tres primeros temas de la agenda, régimen político, modelo económico y justicia ambiental. Es lo único que debe ocupar su atención hasta mayo de 2025. ¿Y qué pasa quiere abordar temas como víctimas y fin del conflicto?
Tal vez las partes en la Mesa no se percatan, pero pueden estar abriendo una sorprendente caja de Pandora. ¿Qué pasa si la sociedad exige tratar cuanto antes los temas de víctimas y fin del conflicto, por solo poner dos ejemplos? ¿Le dirán desde la Mesa ambas partes que le es imposible? Por tratarse de cuestiones que están por definirse en los próximos ciclos de la Mesa, resultaría de primera importancia no dejar pasar asuntos como esos por alto.
Es que toda la vida hemos hablado de darle el poder al pueblo para que éste decida.