Del circo y la falta de lluvia

Del circo y la falta de lluvia

Existe la creencia popular de que cuando estos espectáculos llegan a algún lugar el agua deja de caer. Las especulaciones abundan, pero qué tan ciertas serán

Por: WLADIMIR PINO SANJUR
abril 26, 2019
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Del circo y la falta de lluvia
Foto: Pixabay

Salí tarde de mi trabajo directo a mi casa de habitación. En la plazoleta de la Gobernación del Cesar detuve un taxi y le pedí que me transportara al barrio Don Carmelo. Para mi fortuna el taxista era un hombre amigable y conversador, lo que hizo más ameno el viaje. En el camino tocamos diferentes temas, pero me llamó la atención algo que dijo cuando hablamos del verano y la ola de calor que invade Valledupar por estos días: “No llueve por ese bendito circo que está en la ciudad”. Yo no entendí y le pregunté qué había dicho y él con más energía lo confirmó: “No llueve por ese pedazo de circo que está acá en Valledupar”. Me causó risa y curiosidad esta aseveración tan contundente y poco creíble para mí.

El taxista siguió comentándome: “Primo, lo que le digo es muy cierto, ese pedazo de circo no deja llover en Valledupar. Mire, ha llovido en toda la zona, menos en el valle, que día llovió en círculo alrededor de Valledupar y la lluvia solo llegó hasta la glorieta de la Pilonera Mayor y en el sur hasta Mercabastos, eso no tiene explicación lógica". Yo lo interrumpí entre risas y le dije: “Ajá y qué tiene que ver ese pedazo de circo, como usted dice, con la lluvia”. Él me miró con cara de serio y me dijo: “Vea, primo, lo que le digo no es de risa, el tema es que en Valledupar no hay plata porque no llueve, la agricultura se está acabando y el calor no deja a la gente salir a la calle, entonces este no es un tema de risa". Yo ya más serio le pregunté: “Aja, compadre, pero qué tiene que ver un circo con el hecho de que no llueve en el valle?". El hombre con las manos puestas sobre el timón y siempre mirando al frente, me explicó: “Mire, primo, la vaina es así, donde quiera que llega un circo no llueve, porque ellos protegen la carpa, entonces ellos tienen unos espejos que ponen en dirección al sol a las tres de la tarde y eso evita que llueva”.

Yo, sin darle mucha credibilidad a sus afirmaciones, decidí cambiar el tema y le dije: “Manito, pero la ola de calor le sirve a usted, pues la gente toma los taxis con aire para protegerse del sol, y como ya viene festival, la vaina se compone”. Entonces, descuidó por un instante la mirada del camino y me refutó: “No joda festival, en festival la vaina va a estar más jodida, porque el circo dice que se va después de Semana Santa y te puedes imaginar... apenas se vaya, sobre el valle va a caer es un diluvio. Todas esas lluvias acumuladas caerán en pleno festival. No, mi hermano, esto será un desastre. Este festival no va a servir para nada, yo no me hago ilusiones”. En ese instante llegué a mi destino, entonces le cancelé la carrera y al descender del vehículo le dije: “No se preocupe, mi hermano, no se le olvide el dicho que dice que se despide más que circo pobre, así que ese circo se va es después de festival y usted podrá trabajar tranquilo”. Él ya andando en el vehículo me gritó: “Si no llueve todo sube, no ves que no hay cultivos”.

Yo me quedé con la idea del circo y la lluvia rondando en la cabeza, así que al día siguiente cuando llegué a mi trabajo, una oficina de más de ocho abogados en el cuarto piso de la Gobernación del Cesar, comenté el tema del circo y las aguas lluvias. Esperaba lograr la hilaridad de mis colegas, ya que pensaba que a la luz de la sana lógica las conjeturas del taxista les resultarían, como a mí, un chiste; pero no fue así. Esto me sorprendió aún más. Ellos me escucharon con mucho cuidado e interés. De hecho, una de las abogadas que me prestaba atención me dijo: “No solo utilizan espejos, sino que se valen de la hechicería y de la magia negra para retirar las nubes y así evitar que llueva en los sitios donde ellos tienen funciones”. Luego escuché voces que me decían: “En la loma dejó de llover 3 meses por culpa de un circo”. Otro me decía: "En El Banco no llovió durante 140 días y luego de que el circo se fue, llovió un mes completo, mañana y noche, dos aguaceros diarios”. Ah, y como al unísono se escuchaba: “Ellos utilizan brujería, entierran sapos crucificados, matan ratones y los dejan secar al sol”.

Al terminar la conversación me retiré a mi cubículo y entonces analicé la cosa desde otra óptica. Los apuntes de mis compañeros comenzaron a formar un criterio creíble de la historia del circo en mi cabeza, lo que me llevó a recordar que en Tamalameque los viejos rezaban los aguaceros cuando veían que podían hacer desastre y las nubes sobrevolaban el cielo de Tamalameque hasta cruzar el río y dejar caer su ira hídrica sobre el suelo del sur de Bolívar. Sin embargo, también era cierto que en ocasiones los rezanderos del sur tenían más poder que los nuestros y entonces se venían grandes tormentas sobre mi pueblo, causando voladuras de techos, corte del fluido eléctrico y demás desastres.

 

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