Hace cuatro años, en vísperas de las elecciones presidenciales, teníamos tal vez uno de los espectros presidenciales más amplios de estas últimas dos décadas: un amplio sector de derecha e izquierda y un pseudo nuevo sector denominado el centro, al cual los dos actores divisores de nuestra sociedad, que son el uribismo y el petrismo, buscaban conquistar, haciendo que todo el debate electoral desde el 2017 hasta el día de elecciones de segunda vuelta se tornara un poco más light para así poder cautivar a ese centro que no se identifica con estos dos polarizadores caudillos.
El centro es la respuesta, decían muchos, tanto a así que en su momento el candidato y actual presidente, Iván Duque, se denominaba de centro derecha, aun cuando representaba un partido con bases fervientes de derecha, mientras que la izquierda petrista mantenía improperios a estos autodenominados de centro como “tibios” los cuales no tomaban postura alguna y que al final de cuentas no apoyaron al proyecto ideológico de Gustavo Petro.
Pero como todo en el universo está en un constante devenir, la política no puede ser externa a esto; y mientras hace un cuatrienio todos buscaban conquistar ese centro que se reflejó en las urnas con poco más de 4’600.000 votos, hoy en uno de los momentos más álgidos socialmente la gente se ha olvidado de este, tan así que lo que han hecho es profundizar la polarización del país buscando en las figuras de derecha e izquierda una solución.
Pero lo más preocupante no es que los políticos se estén olvidando del centro, sino que estos mismos que votaron y se autoproclamaron de centro se están olvidando de sus propias consignas años atrás, estos ciudadanos ahora tras los grandes descontentos sociales por los cuales atraviesa el país se están volviendo aquello que casi juraron nunca hacer, lo cual era entrar a ser parte de esa polarización del país, en la cual se decantan dada la inconformidad con este gobierno.
Estos denominados de centro hoy en día tienen la responsabilidad histórica más importante tras la firma del acuerdo de paz con las Farc-Ep y su obligación es definir si se mantendrán en el centro o para dónde van a coger. Se van a ir con la línea demagógica y populista, la línea de mano dura e institucional o se mantendrán firmes en sus convicciones que el país necesita cambios, pero unos cambios de forma más no de fondo, como lo propone un precandidato presidencial.
Tanto la derecha como la izquierda petrista tienen sus votos fijos, de ese centro que aparentemente se está desdibujando depende el viraje que tome el país. Podemos darle la oportunidad a alguien nuevo de generar cambios y de poner una agenda social de crecimiento económico, o dejar que llegue un candidato con una agenda populista, subsidiaria y social. Así que aquellos que aún se denominan de centro, por si aún no se han dado cuenta, así como en 2018 en 2022 la presidencia de Colombia estará en sus manos, actúen con sabiduría y sensatez, pues el voto de hoy es la libertad del mañana.