Del Bosco al Dodo: ¿los animales tienen alma?

Del Bosco al Dodo: ¿los animales tienen alma?

"Los hombres como dueños de la razón, también han negado la existencia de otros, y no en sentido físico, por el contrario, como negación de su sentir"

Por: Luis Gabriel Rodriguez de la Rosa
agosto 16, 2017
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Del Bosco al Dodo: ¿los animales tienen alma?

El sentido más elemental de una novela es entregarle a su lector la posibilidad de soñar y ser feliz, después llega la reflexión sobre el contexto y el mensaje que el autor quiera entregar, sin decir con ello que una obra deba necesariamente cambiar la forma de ver la vida o el pensarse como ser humano, el libre albedrío se materializa en esa decisión. La controversia de Dodo es una novela corta que intenta dirimir un conflicto entre hombres y animales para definir si éstos últimos tienen o no, alma. Y en ese intento, permite sentir con apasionamiento, tiene emociones en sus entrañas y las combina entre emociones espontaneas como el miedo o la alegría con aquellas en las que la razón interviene y se producen sentimientos como la indignación o la impotencia… ese juego permite disfrutar en plenitud la obra, pero además, consiente la reflexión sobre la relación entre humanos y animales, y deja abierta la puerta a la recepción de un mensaje, al que cada quien le dará su propia interpretación.

De lo que no cabe duda,es de la necesidad de seres humanos íntegros, alejados del engaño de la razón, a quien la humanidad le debe sus más grandes tragedias, la misma que ha guiado los mejores deseos de una raza que todavía deambula por el tiempo en búsqueda de su verdadera identidad y lugar en el universo, o para no ir tan lejos, en la tierra, nuestra casa común. De ahí parte una maravillosa reflexión acerca de la actitud de los seres humanos en la vida y en la historia, cuyos resultados no son cercanos a la integridad. La integridad hace referencia a un todo, que pensado en los seres humanos se traduce en acciones y comportamientos que como humanidad misma no hemos definido, por ejemplo, ¿es realmente el hombre el centro del mundo y la cabeza en la estructura jerarquizada de todas las especies como se ha considerado desde tiempos inmemoriales con la justificación no deliberada de la razón como bien supremo?, cabe reflexionar. Por otra parte, ¿tiene el ser humano definido su papel en su corto paso por el mundo, entendiendo que el aprovechamiento de su vida debe contribuir al establecimiento de un lugar grato para él y sus acompañantes de todas las especies? O ¿se olvidó el hombre de su naturaleza, y que hace parte de una creación infinita y misteriosa, sin claridad ni verdades absolutas sobre sus orígenes? Para dar respuesta a cualquiera de las incógnitas de la humanidad, no basta sino con observar detenidamente que hemos hecho con el mundo y preguntarnos nuevamente si necesitamos seres humanos íntegros.

La superación de la individualidad es uno de los más grandes retos de la humanidad, la convivencia no ha sido y nunca lo fue, un sueño menor, la guerra es parte de nuestra historia y la dominación es su gran consecuencia, los seres humanos han exterminado a los de su propia especie e inventado discursos legitimadores de superioridad en la lucha por el poder, unos contra otros sustentados en una dualidad, siempre dañina, hombres y mujeres, blancos y negros, capitalistas y comunistas… la dualidad es un paradigma universal. Y en ese sentido, los hombres como dueños de la razón, también han negado la existencia de otros, y no en sentido físico, por el contrario, como negación de su sentir, llámense judíos, negros, indios, la propia naturaleza y por supuesto, los animales.

Pablo Emilio Obando Acosta le entrega al mundo una obra universal, con un propósito sensible y loable al intentar darle voz a quienes sienten en silencio y sin reproche los abusos de la falta de integridad de los seres humanos. La controversia de Dodo es una obra que se defenderá sola cuando salga al mundo y enfrente sus detractores y benefactores, como toda gran creación encontrará adeptos y críticos, pero ese es el deber de un escritor, sobre todo cuando ha trascendido y entrega un mensaje a sus lectores, porque toda obra lleva un mensaje y debemos descubrirlo.

En la novela, el protagonista es el gran Dodo, la representación de una de las cuantas consecuencias de los caprichos egoístas y malsanos de los hombres egocéntricos y superfluos, la extinción de este majestuoso animal es quizás el recuerdo más triste de una humanidad indolente que no entiende su función en su corto transitar por este planeta y ha creado una civilización insensata e irracional gracias a su profunda racionalidad, de igual manera lo hizo con el tigre de Tasmania, el lobo honshu, la cabra montés, el leopardo longiblando o el carpintero imperial, entre otros cuantos. Lógicamente, a excepción de las gratas excepciones, el resto de la humanidad todavía no se ha percatado, y no faltará mucho para que lo haga, cabe recordar la profecía de los indios CREE: “Sólo después que el último árbol haya sido cortado, sólo después que el último río haya sido envenenado, sólo después que el último pez haya sido pescado, sólo entonces, descubrirás que el dinero no se puede comer”.

A través de un relato ameno y claro, el autor presenta una ficción literaria en la que se puede soñar y entrever entre argumentos una disputa entre hombres y animales, con giros dramáticos y testimonios fuertes y sensibles, Pablo Emilio Obando Acosta recoge los reclamos contemporáneos de los derechos de los animales, debate reciente que demuestra la tardía forma en que los humanos observamos los problemas y reconocemos a nuestros distintos.

Sea este el motivo para motivar a las nuevas generaciones a concebir una forma diferente de ver la vida y nuestra relación con el otro, quizás retomando un legado reservado a los animalistas y universalizándolo, aquel entregado por Francisco de Asís defendiendo la creación en armonía con Dios, la naturaleza y las criaturas, todas. Ese mensaje se retomó en el laudato sí sin ser un mensaje religioso: “todo está conectado. Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona”.

Los animales reclaman desde su silencio, con sus lágrimas de dolor, con el hambre reflejada en sus huesos cobijados por la piel reseca y maltrecha, eso quienes fueron abandonados por algún hombre que decidió desecharlos, otros, al igual que los seres humanos no contaron con la fortuna de nacer en la opulencia y lo hicieron en las calles, cuentan con la ventaja de conocer la miseria y aprender a convivir con ella. Aunque hay ciertas criaturas que corren una suerte mayor, hacen parte de la diversión de los hombres, su muerte les otorga gloria y beneficio a sus verdugos, los toros son pensados como arte cuando una espada atraviesa sus costillas, los gallos representan recreo cuando sus espuelas destrozan a otro de su propia especie, y los perros son dinero cuando demuestran su furia en una pelea.

Sin embargo, lo que para algunos es evidente para otros es debatible, los extremos llegan, al igual que en todos los procesos de la vida, muchos recibirán el mensaje con beneficio de inventario, algunos desde las pasiones no aceptarán que se opine en contra de sus creencias o convicciones, pero en medio de todo, el mensaje que Pablo Emilio Obando Acosta nos quiere entregar, llegará, y con una sola persona que decida poner su mirada en el alma de un animal y entienda lo que su mirada encierra ante el peligro o la felicidad, la tarea está cumplida.

Necesitamos seres humanos íntegros para crear una mejor humanidad, un planeta ambiental y socialmente sostenible, sustentado en el respeto, la tolerancia y la solidaridad con los demás, sólo así, la raza humana evitará recordar a Dodo, a cuantos animales ya no están con nosotros y los que faltan por desaparecer. Lo anterior, teniendo en cuenta que el maltrato animal no es el problema, es la negación como criaturas sintientes lo que deviene en la iniquidad para con nuestros compañeros de existencia. La controversia de Dodo permite la reflexión sobre ello, las causas y las posiciones y creencias del hombre para con los animales, su defensa o el mantenimiento de los pensamientos tradicionales en los que se los considera cosas y no seres sintientes.

En resumen, es oportuno encontrar una obra para disfrutar una espectacular disertación entre hombres y animales por defender sus posiciones, con un lenguaje natural y un mensaje profundo que no es intrusivo al lector y le permite asumir posiciones sobre sus acciones en medio de la vida y de las relaciones del hombre para con los animales, vale la pena disfrutar esta obra y sentir las tragedias de algunos de sus personajes, los criterios de otros y confrontarse, con la posibilidad de decidir cómo actuar. Es bellísimo el ejercicio literario de Pablo Emilio Obando Acosta porque permite a través de las letras, pensar la realidad y los sentires de las criaturas.

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