Del acero al oro no hay sino un paso

Del acero al oro no hay sino un paso

El ingeniero de minas Gonzalo Gómez llegó a El Bagre en 1973. Con su ayuda el municipio creció de manera desmesurada. Pero detrás de la bonanza llegó el caos

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
febrero 10, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Del acero al oro no hay sino un paso
Foto: cortesía

Eran los tiempos en que El Bagre era un pequeño poblado al lado del campamento minero de la compañía Pato Consolidated Gold Dredging Ltd., y cuando el río Nechí era más caudaloso que actualmente; las quebradas y las ciénagas eran de aguas limpias y cargadas de peces y la selva rodeaba a los pocos caseríos asentados en las riberas del Nechí.

Entonces por las calles del pueblo corría el rumor que decía que era un hecho inevitable que la empresa minera llegaría a su triste final cuando la administración pasara a manos colombianas, hasta el punto de que algunos empleados que venían desde la administración americana menospreciaban a los ingenieros colombianos recién llegados; incluso era de dominio público el decir que lo peor estaba por venir. Pero no fue así, y el tiempo lo ha demostrado, cuando hoy, después de 48 años, la empresa continúa fortalecida, con procesos actualizados y con inversiones en varios países de Latinoamérica como Nicaragua, Argentina y Chile.

El que nos habla no tiene por qué saberlo. No en vano desde que llegó a trabajar a la empresa, en aquel lejano mes de junio de 1973, y cuando apenas había cumplido 26 años de edad, que hizo un recorrido desde ser ingeniero de campo, pasando por otros cargos como director de ingeniería, director de la construcción de la draga n.° 10, superintendente de dragas, gerente de operaciones, y más tarde, gerente de proyectos y nuevos negocios.

Allí tuvo la oportunidad de promover y dirigir varios proyectos claves, lo que le ha permitido a esta empresa pasar de ser una compañía moribunda, golpeada en todos sus flancos por hechos de orden financiero y de violencia, a lo que es ahora, que cuenta con la capacidad de medírsele a los nuevos retos que significa una actividad como la minería de oro, cada vez más sospechosa de romper el sabio equilibrio con el medioambiente.

Se llama Gonzalo Gómez Vargas, ingeniero de Minas y Metalurgia de la connotada Escuela de Minas, fundada el 11 de abril de 1887, como se conocía antes de que fuera anexada a la Universidad Nacional de Colombia, de cuyas aulas egresaron los más respetados profesionales, muchos de los cuales impulsaron y promovieron el desarrollo de Antioquia y de buena parte del país. Eso, sin hacer referencia a los que fueron a dar a los escenarios de la política cuando esta se podía practicar sin los riesgos de hoy, fruto de los mismos que la practican porque parece que mientras más podrida, mucho mejor para ciertos clanes. —Bueno, pero eso es problema de ellos—.

Gonzalo Gómez Vargas es oriundo de Medellín, hizo sus estudios de bachillerato en el Liceo Antioqueño de las mismas entrañas de la Universidad de Antioquia, en tiempos en que las barricadas callejeras se asomaban con sus protestas sociales de aquellos años. Aunque los vientos de las revueltas de Mayo del 68 en París llegaron tarde, como todo en este país, con la frase de “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, es cierto que los mismos trastornaron el ambiente de la Colombia de los años setenta, en especial en los sectores estudiantiles y universitarios, y fue en ese ambiente en que adelantó sus estudios, quien recuerda con afecto a sus profesores de la época, Francisco “Pacho” Mira y Jorge Mejía “El peludo”. Y aunque América Latina era un verdadero polvorín ideológico, eso en nada afectó el nivel académico y las exigencias a las que se vio sometido Gómez Vargas, quien minutos antes de nuestra charla nos recordó que hacia apenas media hora había dejado a un lado la raqueta de tenis, a la que acude cuatro veces por semana para mantenerse en buena tónica.

A manera de recorderis, digamos una vez más que la historia de la actual empresa Mineros S. A. comienza a principios de los años 1900, más exactamente en 1908, es decir que su presencia en la región data de 115 años, cuando varios inversionistas de origen británico y estadounidenses realizaron las primeras exploraciones en búsqueda de aluviones del río Nechí, famosos desde la época de la colonia por su fabulosa riqueza. Los hallazgos fueron extraordinarios, dando paso a la llegada de las primeras dragas de cucharas a la región, operadas por extranjeros.

Luego, en 1974, durante el gobierno del presidente Misael Pastrana Borrero, y ante las presiones de nacionalización o expropiación de las compañías de capital extranjero, un grupo de inversionistas colombianos compró las compañías Pato Consolidated Gold Dredging Ltd. y la Chocó Pacífico S. A., naciendo así una compañía de capital totalmente colombiano que se registró bajo el nombre de Mineros Colombianos S. A., bajo cuya sombrilla se acogían Mineros de Antioquia S. A. y Mineros del Chocó S. A.

Cuatro años más tarde, en 1978, durante el gobierno del presidente Alfonso López Michelsen, y bajo su aquiescencia, Mineros del Chocó fue entregada a los trabajadores, y Mineros Colombianos S. A. entró en liquidación. En 2004 Mineros de Antioquia S. A. cambió su nombre por Mineros S.A. hasta el sol de hoy.

“Mi llegada a la empresa se la debo a mis colegas ingenieros de minas Gabriel Jaime Gaviria González y Edwin Restrepo Urrego, quienes fueron los primeros contratados y como la compañía estaba urgida de ingenieros de minas, no dudaron en hacerme la oferta y fue la misma empresa la que me facilitó el dinero para mi desplazamiento”. Como sus estudios los había hecho gracias a una beca concedida por Acerías Paz del Río, por tal razón tenía el compromiso, una vez terminara la carrera, de vincularse a dicha empresa, o cancelar de contado el valor total de los dineros recibidas por la beca. Ante esta situación, la empresa le otorgó un préstamo con el cual sufragó la deuda y así pudo vincularse a la Pato.

Nos decía el ingeniero que hizo su arribo a El Bagre en el mes de junio de 1973, 49 años atrás, cuando estaba en su pleno despliegue la Operación Anorí, ejecutada por las fuerzas militares combinadas de las brigadas IV, con jurisdicción sobre la región de los ríos Porce y Nus en el nordeste antioqueño, y la V, con mando sobre el Magdalena Medio, tras la persecución de los grupos guerrilleros del ELN, comandados por los hermanos Vásquez Castaño y los curas españoles con los alias de Manuel Pérez y Domingo Laín. En esos años, el campamento minero parecía más una base militar, con aterrizajes frecuentes de las aviones Hércules en su pista de aterrizaje, los continuos sobrevuelos de los helicópteros y las patrulleras de la Armada en el puerto de la compañía.

Quienes conocieron la parte interna de aquella operación militar, una de las más recordadas en ese ámbito en contra de las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional, señalan al Coronel Hernán Hurtado Vallejo como el comandante de la misma, quien tenía bajo su mando a varios batallones del Ejército, unidades de la Fuerza Aérea, así como de la Infantería de Marina.

Para que tengamos una idea de lo que fue aquella escalada, digamos que las tropas contraguerrilla la integraban soldados de los batallones Colombia, Rook, Rifles, Bomboná, Pichincha, Ayacucho, Ricaurte y Bogotá, quienes lograron cercar a la columna guerrillera que en sus tiempos mejores llegaron a tomarse sus cervezas en el mismo centro de El Bagre, Bijao, y en la caseta de la Acción Comunal, bajo la mirada de muchos de los pobladores, que para la época a los guerrilleros les decían “Los muchachos”, sin advertir lo que se venía pierna arriba. Fue en plena época de lluvias cuando quedaron atrapados unos 80 subversivos rodeados, no solo por la tropa, sino por las caudalosas aguas de los ríos ya mencionados y sin el apoyo de los campesinos para cruzarlos en los pasos menos riesgosos.

Pues bien, el martes 11 de septiembre las tropas le propinan un primer golpe al sorprender a una columna que acampaba a orillas de una quebrada, pero fue después del viernes 21 de ese mismo mes cuando empiezan las bajas guerrilleras cuando caen seis de ellos y 10 más son capturados. Un mes después, a mediados de octubre, las bajas alcanzan la cifra de 60, 30 de ellos dados de baja y los demás arrestados o rendidos.

En la huida quedan apenas 4, los hermanos Manuel y Antonio Vásquez Castaño, por quienes el gobierno de la época ofrece un millón de pesos de recompensa “para quien los entregue: vivos o muertos”, decía el cartel que pegaron en el almacén York y en otros sitios de aquel poblado que miraba la guerra como si fuera un espectáculo gratuito, con aterrizaje de naves a cualquier hora y con helicópteros que cargaban en sus grandes mochilas las bajas diarias.

No obstante el asedio, logran cruzar el río Nechí para ocurrir lo que se presentía: el jueves 18 de octubre ambos cabecillas son abatidos a orillas del río Porce, en la finca el Astillero y allí también ofrenda su vida el sargento del Batallón Rook, Miguel Ángel Saavedra.

Fue en medio de ese entorno como llegó al Departamento de Ingeniería y exploración nuestro personaje, para estar al frente de los taladros Ward, conocidos como los “Chivos”, cada uno de ellos con una cuadrilla de 11 hombres que tenían la dura misión de tomar muestras del mineral mediante una perforación del suelo hasta los 30 metros de profundidad, con una tubería y una bomba para extraer las muestras.

En ese momento, en la empresa la voz cantante, el tambor mayor tenía un nombre que acaso pocos recuerdan hoy: Mr. E. Moseley Williams y la empresa respondía al nombre de Pato Consolidated Gold Dredging Ltd, una empresa de capital extranjero, dedicada a la explotación de los aluviones profundos del valle del Río Nechí, mediante el empleo de dragas de cangilones.

Los aluviones llamados de terraza, aledaños al aluvión profundo, no eran el objetivo de la compañía, y fue ya al final de la década de los setenta cuando el precio del oro empezó a subir como consecuencia de los conflictos en el Medio Oriente, precios cercanos a los 900 dólares por onza troy, extraordinarios para la época, cuando se dio la famosa bonanza, propiciada por la combinación de un gran potencial de oro en toda la región y el empleo de equipos tan eficientes en extracción y transporte de mineral, como las retroexcavadoras, los Bulldozer y los camiones mineros.

Fue mucho el oro que se produjo, fueron muchos los migrantes que llegaron de todas las regiones del país, y así creció en forma desmesurada y sin planeación el corregimiento de El Bagre, hasta transformarse en el municipio de El Bagre; cuando aumentaron las cantinas y los prostíbulos, como la famosa Casa de las Muñecas, con muchachas traídas hasta de Brasil.

Pero también, detrás de tanta bonanza llegaron los grupos subversivos a imponer sus leyes y sus “impuestos”, mientras el Estado permaneció desentendido por mucho tiempo, para atender todo el desorden social y de seguridad; lo mismo ocurrió con la parte ambiental, pues el auge desaforado de esta minería de retroexcavadora, se dio hasta los puntos selváticos más alejados, arrasando la selva y colmatando ríos, quebradas y ciénagas.

Solo fue hasta 1986 cuando vino a reaccionar la autoridad ambiental de la época, el Inderena al declarar a la región en Emergencia Ambiental, y a pesar de toda esta situación de alteración en lo social y de seguridad, la empresa logró sobrevivir y permanecer, gracias a la decisión firme de sus administradores que no se doblegaron ante las exigencias de los subversivos, y de haber sido declarada objetivo militar, soportó múltiples ataques a su infraestructura, el secuestro de algunos de sus colaboradores. Otra fortaleza que ha tenido la compañía ha sido su yacimiento, con un potencial extraordinario que después de haber soportado una explotación continua por más de 110 años, aún posee reservas para 15 más.

A lo anterior es bueno agregar que la compañía se ha mantenido en un proceso permanente en su actualización tecnológica, mediante la modernización de sus equipos de extracción, de exploración, de manejo de los temas ambientales. Es destacable que en este momento y después de tantos años de operación, esta compañía continue en plena vigencia con 5 dragas de cangilones repotenciadas, acompañadas de 7 dragas de succión, las cuales se introdujeron en la operación para realizar el descapote o extracción del material estéril, sin oro, para que las dragas de cangilones se concentren en la extracción del material rico en oro, con lo cual se ha logrado llevar a la producción de oro, a más del doble de lo que fue antes de su introducción.

Recientemente ha puesto en operación una nueva unidad, conformada con dos potentes dragas de succión y una moderna planta de recuperación de oro, con el objetivo de explotar zonas que fueron dejadas en años anteriores, cuando los precios no permitieron su beneficio. Pero la modernización y repotenciación no solo ha estado enfocada a la extracción del mineral, pues el incremento en el número de equipos, también conllevó a revisar la vieja hidroeléctrica de Providencia construida en los años 30, la cual aprovecha las aguas del río Anorí, a 34 kilómetros de Dos Bocas, sitio donde se unen el río Nechí y el río Porce.

Desde allí se avanza por una carretera que va inicialmente paralela al río Nechí y luego al río Anorí, hasta llegar a la casa de máquinas, construida en la época de los americanos con una capacidad de generación de 5,4 MW y actualmente genera los 19 MW, incremento en potencia de generación que se ha logrado con la repotenciación de la antigua hidroeléctrica y la construcción de la nueva planta de generación Providencia III.

Recuerda que en su calidad de gerente de Operaciones propuso la incorporación de las dragas de succión, idea que se logró concretar estando en la Gerencia de Proyectos. Fue durante el desempeño en el cargo de gerente de Proyectos, que más adelante cambiaría al de Gerente de Negocios Mineros, donde participó activamente en hechos
importantes para el crecimiento de la empresa como fue la negociación y adquisición de la operación minera subterránea de Mineros Nacionales S. A.; los proyectos para la creación de las Unidades de Producción n.° 4 y la n.° 5; repotenciación de la Unidad de producción n.° 3; exploración desarrollo y montaje de la mina subterránea Mina La Ye, cuya razón social es Operadora Minera S. A. S, recientemente vendida a la empresa canadiense Para Resources Inc.; negociación y compra de la empresa minera nicaragüense Hemco Nicaragua S. A.

En la parte del sistema eléctrico de dirigió la repotenciación de la hidroeléctrica Providencia I con la instalación de la unidad de generación No 1; el cambio del voltaje en la línea de transmisión de 34.5 kV a 47 kV e interconexión del sistema eléctrico de la empresa con el sistema nacional, y propuso e inició el proyecto de Providencia III, el cual llevó hasta ingeniería básica avanzada y que luego fue ejecutado en su totalidad por otros profesionales, ampliando la capacidad de generación hidroeléctrica de la empresa a 19 MW.

“Antes de mi llegada al cargo como gerente de Operaciones, las relaciones con el sindicato de trabajadores no eran las más cordiales, parecía como si la consigna fuera estar en confrontación con ellos, por eso cuando llegué a ese cargo lo primero que hice fue tratar de mejorar esas relaciones, sobre todo teniendo en cuenta la amenaza permanente de los grupos subversivos, que ya habían iniciado sus ataques a la infraestructura eléctrica de la empresa, y ataques al campamento como fue el del 18 de mayo de 1983, donde quedaron 10 muertos entre policías, civiles y guerrilleros.

Esos ataques se fueron intensificando con los paros “cívicos” como el de febrero de 1985, que terminó con campesinos muertos y heridos, la destrucción de tres aviones, destrucción parcial de las oficinas de la empresa. Luego vendría el hundimiento de una draga en noviembre de 1986, y más adelante el secuestro de unos colaboradores de la empresa. Por eso fue muy importante las buenas relaciones con los trabajadores, quienes cerraron filas para proteger la empresa como fuente de puestos de trabajo.

A punto de cumplir los 115 años de intensa explotación aurífera, y de conocer muchos detalles sobre esa actividad, bien vale la pena hacernos una pregunta: ¿El Bagre, hacia dónde va?

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