Yo no soy uribista, ni seguidora de Duque, y desde que se posesionó he criticado prácticamente todo lo que ha propuesto. Pero hay un acto que le aplaudí a rabiar, porque me pareció lo mejor que ha hecho desde el principio de su gobierno: el nombramiento del Dr. Juan Pablo Uribe como Ministro de Salud.
Para dejarlo claro, en este país en donde todo el mundo es culpable antes de que se demuestre lo contrario, yo ni soy amiga del Dr. Uribe, ni tengo contratos, ni escribo esta columna por su solicitud o bajo su conocimiento, ni tengo nada que ver con su gestión. Pero he estudiado muy de cerca su carrera profesional, que es nada menos que extraordinaria. Pero como aquí nadie quiere construir, ni escuchar, ni reconocerle los méritos a los demás, las redes han estallado con los comentarios más desafortunados criticándolo porque no quiso pronunciarse en el asunto de Medimás. De haberlo hecho, le habría tocado declararse impedido cuando le toque intervenir en el futuro. Si se hubiera puesto a opinar para ganar seguidores y recibir aplausos, ahí si nos hubiera hecho un daño gigante a todos.
Este es el asunto de fondo: este país ha tenido demasiados ministros economistas que pasan la primera parte de la gestión entendiendo cómo funciona su cartera, y la segunda mitad, respondiendo a cada demanda con el argumento de la sostenibilidad fiscal y la regla, y las limitaciones del presupuesto.
El actual ministro es médico. Un médico altamente respetado entre sus colegas, a quien escuchan y aceptan como líder de su gremio. Y como médico, se ha especializado en el desarrollo de política pública.
Basta revisar lo que ha pasado con la Fundación Santa Fe
en los años bajo su dirección para reconocer
que realmente ha logrado algo literalmente inconcebible
Pero lo más notable no son los cargos que ha ocupado, sino sus resultados. Basta revisar lo que ha pasado con la Fundación Santa Fe en los años bajo su dirección para reconocer que realmente ha logrado algo literalmente inconcebible. Llevo la institución a la cima de la medicina en prácticamente todas las áreas, las instalaciones están al mejor nivel mundial, pero al mismo tiempo se invirtió en el desarrollo de grupos de investigación, nichos de docencia, incentivos para la excelencia. No hay ni un solo aspecto de la cadena del proyecto que no haya sido perfeccionado para hacer de la fundación una institución competitiva a nivel mundial en salud. No regional. No nacional. ¡Mundial!
El ministro ha preferido guardar silencio y ha vetado toda la salida de información de su entorno. Dejó unas condiciones muy claras para su designación que exigen un total apoyo del ejecutivo a su gestión, y cero imposiciones en términos de bolsa burocrática, lo que ha molestado bastante a los congresistas de la bancada de gobierno y otras que aspiran a sus cuotas respectivas. Se sabe que viene trabajando un plan ambicioso, pero no importa cuán claro tenga el diagnóstico, no podemos esperar absolutamente nada bien estructurado en el corto plazo para un sector tan crítico y con tantos problemas, así que habrá que darle al ministro todo el espacio que necesite para maniobrar y preparar su política pública en salud.
Y si, el apellido del ministro es Uribe, es probablemente uribista y paisa, nacido en Medellín. Ha sido la mejor elección que ha hecho Duque para su gabinete, y salir a criticarlo, a denigrarlo o a aburrirlo es la peor de todas las estrategias. Así que esta es una columna para quienes creen que hacen oposición vomitando sandeces. Eso no es opinion, eso no es un ejercicio democrático ni de la libertad expresión. Es indecencia, es majadería pura y simple. Desde la crítica se construye con ponderación y altruismo, y ya viene siendo hora de que asumir la suficiente madurez política para aprender a entablar diálogos razonables entre opuestos sin terminar destruyendo cada avance y cada logro.