El planeta Tierra está sobrepoblado. La población mundial supera los 7.500 millones de personas. Para 2030 se espera rebase los 8.500 millones; para 2050, los 9.700 millones, y para 2100, los 11.200 millones de personas.
Esta sobrepoblación ejerce una enorme presión sobre los recursos naturales y los ecosistemas. Además, el cambio climático, como resultado del calentamiento global, también tiene causas humanas (la concentración de gases de efecto invernadero se disparó desde la Revolución Industrial).
Es tanto lo que hemos depredado el planeta, que científicos hablan ya de una reciente era geológica marcada por el impacto humano en la Tierra: el antropoceno.
Esto obliga a repensar seriamente nuestras tasas de natalidad. Como expone el experto mundial en desarrollo sostenible Jeffrey Sachs, un ejemplo alentador es Bangladesh, cuyo problema de sobrepoblación llevó a esta nación a adoptar políticas públicas, basadas en el empoderamiento de las mujeres, que redujeron sustancialmente sus índices de natalidad.
Con una desbordada población de 161 millones de habitantes, la tasa de fertilidad se redujo de siete (cada mujer en promedio tenía siete hijos) a comienzos de los 70 a dos en la actualidad (cada una en promedio tiene dos hijos), que es la llamada tasa de reemplazo poblacional.
Colombia es un país de una riqueza natural envidiable. Por estar situada en el trópico, goza de una temperatura relativamente estable a lo largo de todo el año. Y al ser abrazada por tres cordilleras de los Andes, su gran variedad de pisos térmicos contribuye a su enorme riqueza de flora y fauna, además de albergar las mayores fábricas de agua en el mundo, es decir, los páramos.
Sin embargo, debido también a su creciente población, toda esta riqueza natural enfrenta crecientes presiones, tanto debido a la ampliación de la frontera agrícola como de la mancha urbana, así como a la creciente depredación de sus recursos naturales y al mal manejo de sus basuras y residuos.
Las épocas ególatras de las familias numerosas, sea en el campo o las ciudades, deben ya quedar atrás. Tener pocos hijos además ayuda a brindarles un mayor y mejor bienestar, lo que incluye educación y salud.
Cualquier pareja que aspire a tener hijos debe pensar hoy en día en tener pocos, en una tasa cercana a la de reemplazo (dos hijos por pareja) que permita frenar el crecimiento desbordado de la población. Y esto aplica no solo para Colombia, sino para el resto del mundo.
Como especie, hasta ahora hemos sido demasiado egoístas con el resto de los habitantes del planeta. Se hace tarde para revertir esa tendencia.