Hasta hace algunos años, viajar por Europa implicaba hacer un visado por cada uno de los países que uno deseaba visitar. Pero sumado a ello había que hacer la conversión de la moneda por cada uno de ellos, teniendo un cálculo aproximado de sus gastos y de dejar el dinero que le sobró en el territorio para no verse perjudicado al hacer de nuevo la conversión en las casas de cambio. Esta situación hacía más difícil y demorado hacer un tour por el Viejo Continente.
Ahora las cosas han cambiado, con el acuerdo logrado con el espacio Schengen, no se requiere de visado, presentación de pasaporte, controles migratorios, ni cambios de moneda por cada uno de los países. Para facilitar las cosas se presenta el pasaporte, el certificado sanitario de vacunación en el país de ingreso, y listo. En los restantes países que se quiera visitar ya no se requiere, porque el Área Schengen facilita eso. Se han eliminado los controles fronterizos que demoraban el ingreso a un país europeo.
Sumado a ello, la moneda que maneja la Unión Europea es el euro, que tiene una revaluación por encima del dólar, y que se maneja sin límites, siendo local en la mayoría de países europeos y de fácil circulación en todo el mundo. Hay que tener en cuenta excepciones que se dan como en Suiza que, si bien pertenece al espacio Schengen, no pertenece a la Unión Europea; por lo tanto, la entrada al país es sin controles migratorios, pero manejan su propia moneda, el franco. Esta moneda tiene igual valor que el euro, pero de difícil circulación fuera del país, por lo tanto, se debe gastar en su totalidad.
Suiza es un país muy particular por sus connotaciones políticas y económicas. Después de la Segunda Guerra Mundial el país ha conservado su independencia, es un país neutral que su política favorece muchos procesos sociales, económicos, financieros y políticos.
La estabilidad, y el hecho de no vincularse a la Unión Europea, es un factor altamente significativo: tiene un alto nivel de vida, mantiene negocios en casi todos los países del mundo, es un paraíso fiscal y, algo muy importante, es la sede de más de doscientos organismos multilaterales, como la Fifa, la ONU, la OIT, la ISO, la Cruz Roja Internacional, Comité Olímpico Internacional y un largo etcétera de organizaciones. Esto se da de esta manera porque el país no tiene conflictos internos, ni externos, es un país que garantiza la paz de sus habitantes y de los inversionistas extranjeros.
En general, todos los países europeos garantizan mucha seguridad, con algunas excepciones de países que se encuentran en conflicto. El espacio Schengen hace que el turista sea local en cualquier parte. Estas son las bondades de llegar a acuerdos por grupos de países que tienen intereses comunes; la unificación de la moneda hace que el poder adquisitivo sea mayor, el desplazamiento de un país a otro sea fluido, estimula el consumo de servicios que se ofertan con un importante incremento de la ocupación de personas.
Europa tiene una historia muy antigua que sorprende a los viajeros de Latinoamérica, sus bienes patrimoniales en conservación provienen de cerca de dos mil años o de la edad media; mientras que los bienes patrimoniales de América corresponden a 500 años atrás. Sin embargo, lo nuestro es sorprendente, aunque acá hemos echado por tierra muchos de los testimonios de una historia que transformó el continente.
Viajar a Europa es sorprendente por la variedad de sus culturas, por su gastronomía exquisita, sus edificios antiguos en conservación; por su arte religioso que se ve reflejado en cualquier parte. Las iglesias no dejan de sorprender por sus diseños que reflejan el poder que a través de la historia siguen manteniendo. La Europa antigua y moderna sigue siendo muy católica predominantemente, con una importante presencia de otras manifestaciones en el credo, como los luteranos, calvinistas, musulmanes y otras expresiones.
Europa no dejará de sorprender porque la otra parte de la historia de América se encuentra allá.