Uno de los graves problemas que tiene el país es que se acabaron los políticos visionarios. En su lugar tenemos catervas de políticos con limitados bagajes sobre política internacional y los cambios globales.
En las elecciones presidenciales pasadas por la miopía colectivas tan arraigadas en los sectores tradicionales de la política nacional de satanizar las ideas polìticas de los sectores alternativos, varios candidatos se opusieron radicalmente a las propuestas de Gustavo Petro, de diversificar la economía colombiana impulsando la producción y exportaciones de aguacates.
Igualmente, se burlaron de la propuesta sobre generación de energías limpias a partir del desarrollo de generaciones energéticas eólicas y solares a través de las masificaciones de paneres solares. La realidad actualmente es que ambas iniciativas las desarrolla el gobierno con excelentes resultados.
Ahora en esta campaña vuelve Petro y propone otra iniciativa audaz para modernizar el transporte ferroviario nacional con trenes modernos y rápidos para conectar los grandes centros de producción industrial del país con las costas y los puertos, vuelven varios precandidatos presidenciales poco visionarios y la convierten en burlas.
Lo polémico es que lo hacen sin detenerse a examinar el Plan Maestro Ferroviario, elaborado por el gobierno de Duque y sin análisis rigurosos para donde cabalga el mundo en términos de modernización de los medios de transporte y de carga.
Además, sin comprender el contexto y los alcances de la nueva ruta de la seda de China en el mundo, especialmente en América Latina y el Gran Caribe. Otra vez aquellos políticos poco visionarios se oponen a una iniciativa que puede ser parte del proyecto de transporte y de conexiones comerciales más importante que se desarrolla en el mundo.
La propuesta de Petro de unir la costa Pacífica con la Atlántica mediante trenes no es descabellada es una iniciativa perfectamente viable dentro del contexto del desarrollo de la nueva ruta de la seda de China. Ruta que integra el 70% de la población mundial y más de 60% del PIB mundial y que en su primera etapa une la economía china con el resto de Asia y Europa mediante políticas de cooperación, acuerdos comerciales y desarrollo de redes ferroviarias, rutas aéreas, marítimas, puertos y zonas industriales. En las tres restantes etapas integra su economía con los países de África, Oceanía y América Latina.
En América Latina y el Caribe, la ruta de la seda busca unir redes ferroviarias con las infraestructuras portuarias y sus áreas industriales entre los mercados de la Gran Cuenca del Caribe con los del Pacífico.
En ese contexto busca unir los desarrollos portuarios y las zonas industriales en la costa Pacífica latinoamericana desde Méjico hasta Chile con los del gran Caribe mediante las rutas de trenes transoceánicos y estos a la vez con los mercados del Asia Pacífica.
Los chinos son nuestros segundos socios comerciales y tenemos en el Chocó y Antioquia, tres zonas con las ventajas geoestratégicas muy importantes. Por consiguiente, la propuesta de Petro encaja perfectamente en el desarrollo la ruta de la seda en América Latina. Zonas que permiten construir tres puertos de aguas profundas con sus respectivas zonas industriales. En Tribugá y bahía Aguacates que se pueden integrar mediante líneas férreas con los desarrollos portuarios de Buenaventura y con un tercer puerto de aguas profundas y una futura zona industrial en Tarena en el Atlántico. De allí mediante otras etapas se pueden integrar con Barranquilla.
Por la visión la andina que tiene del desarrollo naciona, nuestra clase dirigente no alcanza a comprender que el futuro del desarrollo industrial del país está en esta zona. Son tres puntos geográficos en el geocentro del Pacífico y Atlántico americano, donde Colombia se puede convertir en el centro más importantes y más competitivo del continente a la luz de los intereses geoestratégicos de China e India, dos de las grandes potencias que marcan el rumbo en el nuevo orden mundial.
@j15mosquera
