Frente a los cada vez más deprimentes canales privados nacionales que llenan a los colombianos de historias de niñas prepagos, sicarios, narcos, o de falsos espectáculos de mujeres supuestamente bellas aspirando a ser top model o superhéroes ambiciosos y egocéntricos o novelas con diferentes escenarios, pero con la misma trama truculenta de fondo, regocija que un canal regional como Telecaribe logre una producción de alta calidad.
Hablamos de Déjala morir. Son varias las fortalezas de la miniserie. La primera consiste en apostarle a un personaje que en medio de sus contradicciones, amores y desamores, aciertos y desaciertos, con tesón y honestidad logra lo soñado: ser famosa después de los 45. Juana Emilia Herrera García, “La Niña Emilia”, además de una gran artista, representa el tesón y la lucha de los hombres y mujeres caribes que en medio de la adversidad logran, de manera creativa y honesta, cumplir sus sueños. Y esos sueños no sólo los enaltecen a ellos, sino a todo su pueblo, su gente y su cultura. Sus sueños, a la vez que personales, son colectivos.
Déjala morir consigue también expresar la forma de ser de los hombres y las mujeres caribes, alegres, habladores, mamadores de gallo, pero dispuestos a la tarea ardua de vivir. El ser caribe no se reduce al tomador de ron que pretenden los libretistas del centro. La niña Emilia, con su espontaneidad y alegría, sortea los momentos más difíciles de la vida y logra darle su sello a la historia de la cultura del Caribe.
Y ese caribe que se refleja en la miniserie que al mismo tiempo que drama es comedia, documental y musical (como la vida misma que se desarrolla en todos los géneros de la Literatura) lo hace de manera auténtica. No se trata de representar a un caribe que a todas luces se ve artificial, falso, “acachacado”. Allí se expresa en su gestualidad, en la forma de vestir y cantar, en el lenguaje que a chorros expresa las alegrías y tristezas de la vida.
Algo que llama poderosamente la atención en el personaje es el talante. La Niña Emilia es una “echá pa´lante”. En medio de un contexto social, cultural y económicamente machista, logra desarrollarse como mujer y artista. Discriminada y marginada una y otra vez, a punta de su voz, logra crearse, construirse a sí misma. Quizá sin saberlo, La Niña Emilia consigue una victoria ejemplar para las mujeres subyugadas y abofeteadas a quienes creen que ellas deben estar siempre condicionadas a lo que decidan “los machos”.
Y no faltaba más. Excelente trabajo de todo el equipo. Para mencionar, entre los productores (Edwin salcedo y Juan Manuel Buelvas), el director (Alessandro Basile) y el guionista (Andrés Salgado); sólo para nombrar a algunos.
Por supuesto, no se puede omitir a la actriz que personificó a la niña Emilia, Aida Bossa. Supo apropiarse a profundidad del personaje. Una lección para muchas niñas bonitas que se creen estrellas del cine.
Bien para la ANTV por apoyar el proyecto y por Telecaribe que, en medio de las dificultades, supo dar un buen batazo a los pulpos de Caracol y RCN (ya deben estar pensando en cómo superar el golpe). Quisiera creer que algo van a aprender, pero lo dudo.
