Dejad que caigan mil estatuas y florezcan mil pueblos con millares de utopías

Dejad que caigan mil estatuas y florezcan mil pueblos con millares de utopías

"Los pueblos indígenas reivindican la cultura de la vida frente a la de la opresión y la muerte"

Por: William Macias Orozco
septiembre 17, 2020
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Dejad que caigan mil estatuas y florezcan mil pueblos con millares de utopías

Popayán. Ha caído una estatua y ya saltan los escribas dóciles al poder y a la versión oficial de la historia a gritar escandalizados: “Han vandalizado la obra del gran escultor Victorino Macho, obra cumbre del patrimonio artístico y cultural de Popayán y de Colombia”, “esos vándalos y bárbaros derribaran todo lo sagrado en esta culta sociedad colonial”.

A los que desprecian la vida y se escandalizan por estatuas:

A propósito de las diatribas escandalizadas de estos esos hombres (periodistas, academiólogos y politiqueros) mediocres, moralistas e hipócritas que chillan cuando ven estatuas en el suelo y paredes rayadas; y esos tipos absurdos que reivindican obras de escultores racistas dóciles al poder y artistas prostitutos de la opresión.

A propósito de las diatribas de la gente de bien, buenos muchachos dóciles, sedientos de poder y de las migajas que los opresores les arrojan tras cada ladrido; de los que ya empiezan a hablar de patrimonio de Colombia y a llorar por la estatua de un criminal que yace en el suelo y debió caer hace siglos; y de los que venden sus votos al mejor postor y ustedes que los compran.

El pueblo piurek, hijos del agua, han juzgado a Sebastián Moyano y Cabrera, alias Sebastián de Benalcázar, encontrándolo culpable de genocidio, tortura, empalamiento, desaparcición física y cultural de los pueblos, violación, esclavización, enriquecimiento ilícito, despojo de tierras, y cientos de delitos verificables en archivos históricos oficiales. Frente a ello los pueblos indígenas y organizaciones populares exigen reparación histórica, en tiempos de masacres, homicidios, feminicidios, asesinatos de líderes sociales, corrupción.

A propósito de las diatribas escandalizadas de idólatras y genuflexos ilustrados del pasado, de la muerte, les recuerdo que lo que para algunos es patrimonio sagrado de Colombia, esa estatua que cayó y por la cual vierten lágrimas, para otros, el pueblo digno, para nosotros esa estatua es símbolo de muerte de ayer y de hoy; símbolos de las masacres pasadas y de las recientes que cometen quienes se han apropiado del poder.

Su hipocresía es evidente al llorar estatuas y paredes, y denunciar como acto violento el derribamiento de una estatua símbolo de muerte raya con su cobardía para denunciar la muerte que se convirtió en política de dominación desde la colonia. Su cobardía para denunciar la muerte como política impuestas por las mafias en el poder.

Brilla en su ilustrada pedantería de sabiondos, brilla en su moralismo altisonante, brilla su ausencia de ética para hablar escandalizarse por las masacres y asesinatos que cometen las mafias en el poder hoy; su cómplice silencio es una alegoría de su mediocre existencia que los lleva a normalizar la muerte mientras se escandalizan por la estatua de un criminal, la estatua de un genocida que cae en fragmentos al suelo, como debió hacerlo en tiempos pasados.

Reivindican la obra de un “artista” que lejos del sufrimiento del pueblo sirvió para inmortalizar los símbolos de la opresión y la muerte; reivindican como obra de arte y patrimonio lo que no es más que un fetiche de la opresión, un amasijo conformista que ni tangencialmente se acerca a la esencia de arte, el ser irreverente con las injusticias y la muerte normalizada; reivindican esa estatua que no es más que el símbolo de la versión de la historia de los opresores, es decir una estatua que es la farsa del honor de poder de la colonia y los asesinos de hoy; que encubre genocidios e injusticias; la sangre y el lodo sobre el que se reproduce la dominación colonial de ayer y la mafiosa de hoy.

Ustedes, señores, es oportuno que recuerden, a su intelecto servil al poder y a su moralismo de siervos, que no hay patrimonio histórico neutral. El patrimonio es una construcción social que obedece a proyectos de sociedad distintos. Lo que es importante en una visión de historia y sociedad puede ser simplemente la versión de los opresores. Los pueblos indígenas reivindican la cultura de la vida frente a la de la opresión y la muerte. Un patrimonio vivo que hoy asesinan a los descendientes de colonizadores y opresores presentes.

Ustedes de intelecto servil reivindican el patrimonio cosificado de la muerte y la opresión; nosotros la cultura viva de los pueblos originarios y populares. Que se rompan las estatuas de los asesinos, para que se hagan trizas las cadenas de la opresión, y la muerte, deje de ser normal.

Dejad que caigan mil estatuas y florezcan mil pueblos con millares de utopías.

Dejad que caigan las estatuas de la muerte y defendamos la vida.

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