Cuatro, cuatro son los niños que fueron abusados por el sacerdote de Cali William Mazo, en una de las parroquias del hermoso Valle, pero eso no es lo más paradójico del caso.
Ahora, cuando los niños tienen que vivir ese trágico suceso, las secuelas de saber que fueron abusados por un señor, que no era cualquier señor, era uno de las figuras más respetadas de la comunidad, por su papel de sacerdote.
Pero me pregunto, quién los juzga, ya que en las más recientes declaraciones, el abogado de la arquediosis, salió en defensa del sacerdote y aseguró, que la razón por la cual el señor Mazo, violó y abusó sexualmente de los menores se debía a descuido de los padres de familia, al permitir que los menores permanecieran en la parroquia que tenía dicho siervo de Dios a su cargo.
Que clase de ignorante es este abogado y con respeto de ese gremio, este señor paso por la universidad, pero tirando piedra porque perdió la plata estudiando.
No tengo hijos, pero señor padre de familia, desconfíe cuando el cura de su parroquia diga “Dejar que los niños vengan a mi” con todo esto, no hay que confiar en lo que hay debajo de la sotana o terminará su hijo, violado, abusado y como dicen las santas escrituras, bañados en sus puras aguas.
Pasar de ser demonios a santos, por favor, aquí ni hay que defender a un abusador, a un pederasta, si ya hizo eso con cuatro menores y que está condenado a 33 años de cárcel, no se les haga raro que termine como Garavito y peor aún, que este a un par de meses de salir de prisión.
Cinturón de castidad hay que colocarle a los menores en el país, ya que mientras en unas regiones se mueren de hambre en otras son el pan de la última cena de lujuria de algunos religiosos.
Eso sí, que los responsables tengan que pagar con todo el peso de la justicia, que contraten a verdaderos abogados y que todos los creyentes antes de entrar a la iglesia se crucen la bendición, porque usted sabe como entra, pero hoy en día no sabrá como sale…