Parece paradójico pensar que en la vida lo mejor llega cuando uno menos se lo espere, ese viejo dicho que nos hace pensar que nuestro esfuerzo se resume a una fuerza del destino que está más allá de nuestra comprensión. Normalmente es en las series, películas, deportes y programas de televisión que vemos a nuestros ejemplos a seguir. Esas personas que tienen una actitud fuera de lo normal, que tienen un talento inmenso y que materializan sus sueños numerosas veces ante nuestros ojos. Nos preguntamos constantemente cómo lo hacen, cómo se les facilita tanto hacer lo que hacen. Y no falta esperar a la clásica pregunta que ronda por nuestros pensamientos “¿Y por qué yo no puedo tener lo que él tiene?”, sin embargo esa no es la pregunta que nos debemos hacer.
¿Estoy dispuesto a hacer lo necesario para cumplir ese sueño? ¿Estaré actuando con la misma actitud positiva cuando las cosas se pongan mal?
Si nos dijeran desde que somos niños, que somos responsables de lo que suceda en nuestra vida, tal vez cambiaríamos nuestra manera de pensar. Es muy fácil estar sentado cómodamente y pensar que todos los caminos se abrirán ante nosotros. Muchas personas no quieren volverse quienes quieren ser porque están muy aferradas a lo que eran o han sido. Muchas personas viven en la frustración y en la decepción porque esperan en lugar de aceptar, esperan en vez de actuar y se resignan cada vez que algo sale mal. El escritor francés Honoré de Balzac afirmó claramente al decir: “La resignación es un suicidio cotidiano”. Y claro cómo no vamos a vivir resignados si no cumplimos nuestros sueños, si sólo observamos a los demás alcanzarlos. Más fácil es culpar a los demás, quejarnos por que las circunstancias no son las ideales. Siempre que sucede algo que no va acorde a lo que quiero, pienso en quejarme pero luego me doy cuenta que eso sólo me hará perder más el tiempo.
Vivir la vida que uno quiere, requiere más de un sacrificio. Vivir en un estado completo y constante de satisfacción es la mentira más grande para aquel que es consciente que esta vida es una montaña rusa llena de subidas y bajadas. Sin embargo, todo está a nuestro alcance. El religioso y místico italiano San Francisco de Asís dijo una vez: “Empieza haciendo lo necesario, luego haz lo posible y repentinamente, harás lo imposible.” Todo lo que vale en la vida es lo que pocas personas consiguen porque se han quedado pensando en la pequeñez de sus sueños. Del mismo modo para lograr tenemos que empezar, lanzarnos a la acción, mirar con fe y no con los ojos. He podido observar que las cosas no estarán bien cuando alcance mi objetivo, las cosas deben estar bien desde ya. Nada puede ser más poderoso que ser capaz de liderarse a uno mismo. Y nada nos puede hacer sentir más orgullosos, que lograr lo que anhelamos.
Sea quien sea, haya experimentado las mejores o peores situaciones de la vida, haya nacido en el barrio más rico o en el más pobre debe saber que usted es su propio héroe. Nadie más tiene el honor de vivir su vida, nadie más posee el poder de decisión que le dará a su vida en estos momentos. Tal vez no esté donde quiera estar pero recuerde que no es porque no lo ve que las cosas no están ahí. Como expresó el ilustre Benjamin Disraelí: “La vida es demasiado pequeña para ser corta”. Así que deje de quejarse, deje de culpar, deje de seguir pensando en lo que no ha logrado. Ya es hora de lograr lo que no se ha logrado y mostrarnos a nosotros mismos que el héroe está frente al espejo.
