Los recientes datos del Dane reportan que a abril de 2020 la tasa de desempleo es cercana al 20 % con 4,1 millón de desempleados, 5,4 millones de trabajadores desocupados en los meses corridos de la cuarentena y 4,3 millones de nuevos inactivos en el último año. Es decir, 13,8 millones de colombianos han perdido, en medio de la crisis y la pandemia, sus trabajos e ingresos y por tal se empobrecen.
A ello debemos sumarle la pérdida también de ingresos que el confinamiento ha traído para 14 millones de colombianos que antes de la pandemia eran informales y cuentapropistas y para los cuales el gobierno se ha negado a darles una renta básica universal.
Del lado empresarial, las mipymes representan el 99 % de las empresas y son las responsables del 80,8 % del empleo formal en el país y producen cerca del 52 % del PIB nacional.
La recesión y la pandemia, incluida la cuarentena, absolutamente indispensable para defender la salud y la vida, están descuadernando el tejido empresarial del país y el empleo formal. Todo ello nos llevará a una cifra negativa del PIB.
Esta situación ha llegado donde va, y puede seguir empeorando, dado que el gobierno de Iván Duque se ha negado a dar una renta básica universal de un salario mínimo para los desempleados e informales, se ha negado de manera oportuna y suficiente a subsidiar las nóminas y la prima de junio de las mipymes.
Solo ha usado la emergencia para darle liquidez a los banqueros, sus socios, incluso quitándole a los entes territoriales, los recursos de regalías y pensiones por valor de 14,8 billones de pesos y entregándolos al siesta financiero.
Países como Reino Unido, Alemania y Dinamarca, entre muchos, han subsidiado las nóminas de sus empresas entre un 80 % y 90 %, por periodos de tres a seis meses, salvaguardando el tejido empresarial, el empleo y la economía, al mantener así los ingresos y el consumo de la población.
Y en nuestro país, también hay de donde sacar recursos: reservas internacionales, emisión monetaria, suspensión de la deuda externa y eliminación de exenciones y reducciones tributarias hechas a los banqueros y a las grandes corporaciones.
Se pueden compartir plenamente las afirmaciones del presidente de la Andi, Bruce Mac Master, en su columna de El Tiempo del 25 de mayo #ApoyoLaEmpresaNacional que entre otros apartes dice que "La producción nacional de bienes y servicios debe estar muy alto en las prioridades de la agenda económica y política... Estructuralmente, lo único que defiende el empleo es la defensa del aparato productivo nacional. Esto siempre ha sido verdad, pero en el mundo actual, en el cual todos los países están pensando en defender lo suyo, sería inaceptable y torpe no defender lo nuestro." y adicionalmente llama entre otras cosas a "...revisión de las cláusulas excepcionales vigentes en el marco de los Acuerdos de la OMC y los tratados de libre comercio suscritos por Colombia..."
Y para ello se requiere como lo hacen esos países, de la intervención robusta del Estado, abandonando la ortodoxia neoliberal que antes de la pandemia y ahora en la pandemia nos ha llevado a esta desesperanzadora y caótica situación que vivimos.
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Los trabajadores, acompañando los llamados de la Andi al apoyo a la producción nacional, debemos reclamar que el empleo que está y el que se obligaría a generar se haga con los plenos derechos de ley
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Lo que sí debemos reclamar los trabajadores, acompañando esos llamados de la Andi al apoyo a la producción nacional, es que para que se constituya en una dinámica virtuosa de reactivación y reconstrucción económica nacional, el empleo que está y el que se obligaría a generar se haga con los plenos derechos que la ley y los convenios de la OIT nos han consagrado, mejorando así los ingresos y el consumo de hogares, palanca ineludible de nuestro mercado interno.
Por eso cualquier intento adicional al que hoy persigue el Consejo Gremial Nacional, del cual hace parte la Andi, junto con el gobierno de Iván Duque, de insistir en regresivas reformas laboral, pensional y tributaria, es recabar en la ortodoxia neoliberal y llevar aún más al país a una situación de inviabilidad.
Ni el mundo, ni Colombia serán lo mismo en lo que va corrido y en el final de la pandemia. Hay que hacer cosas distintas si queremos otros resultados.
Si Duque persiste en su recetario, llenará de más penurias a la población, a sus trabajadores y resquebrajará el débil tejido empresarial de las mipymes, haciendo más difícil la tarea de la reconstrucción nacional de apoyar la producción nacional y el empleo con derechos.
Y entonces se requerirá de la más amplia unidad y convergencia de todas las fuerzas sociales, políticas y gremiales que estemos dispuestos a creer en nuestra gente y en producir y consumir lo nuestro.
Se está configurando. Dispongamos nuestras voluntades y ánimos. No desperdiciemos la oportunidad. Otra Colombia es posible.
Twitter: fabioariascut
