La era de las telecomunicaciones, la multimedia y la posverdad parece tener como misión predeterminada contagiar al sujeto de un recelo hacia todo lo que ve. El siglo XXI no dejará de ser el siglo de lo increíble, no por las maravillas que se auguraban en los 70 y 80, sino por el arduo trabajo que ahora representa distinguir entre lo verdadero y lo artificioso.
¿Sabes lo que es el deepfake? Seguramente si lees desde Colombia aún no lo sabes, pero será un dolor de cabeza para el gobierno en unos años; creer que la disputa por regular aplicaciones y plataformas digitales para pedir un vehículo de transporte está siendo un tormento para el Ministerio de Transporte es desconocer el ritmo del avance tecnológico en el exterior.
Nacido de las técnicas de CGI del cine y la fuerte presencia de las IA (inteligencia artificial) en los últimos años, el deepfake permite poner el rostro de una persona y su voz en otra totalmente ajena. Un trabajo arduo y relativamente caro, pero que a su vez se globaliza cada vez más rápido.
Su tránsito inofensivo por las redes sociales lo hizo pasar desapercibido al principio, videos graciosos de rostros de actores en cuerpos ajenos diciendo líneas hilarantes, todo muy divertido hasta que ya no lo es. Toda herramienta es útil y su efecto dependerá de la intención con la que se le use.
En abril 2018, Jordan Peele fue el doble para un video donde, con esta tecnología, usaron el rostro del expresidente de los Estados Unidos Barak Obama y su voz para que llamara al en ese entonces presidente Donald Trump imbécil. Mientras la noticia del video se hizo viral, Peele concretó así una campaña contra las fake news, un año después para julio de 2019 ya se estaban tomando legislaciones regulatorias para el deepfake en Virginia.
También en 2019 con la iniciativa tomada en EE. UU. se prendieron las alarmas en España y Chile, posteriormente en Argentina y así escalonadamente llevando a un mismo escenario, no había materia legislativa para esta tecnología, pues difícilmente se regula la tecnología como tal, las leyes se centran más en la intención de uso que en la herramienta de uso.
Después 4 años entre desarrollo y avance, mientras grandes potencias han concretado leyes para amortiguar efectos a largo plazo del deepfake, muchos países entre ellos Colombia no lo tienen ni en su lista de prioridades, cuando en materia social ya empieza a ser un problema.
El deepfake pasó de ser una fuente de diversión y sátira a ser una pieza clave en noticias falsas, mensajes para incitar el pánico y en los tintes más oscuros satisfacer la lascivia de varias personas. De esto último es víctima la actriz Emma Watson, quien irremediablemente debe soportar desde hace unos años que varios videos pornográficos en los que usurparon su rostro estén en la red.
Ahora mismo ni siquiera se limita a figuras del espectáculo. Recientemente se dio a conocer el caso de un streamer de la plataforma Twitch que utilizaba el servicio de un sitio web, prácticamente accesible para todo el mundo, para encargar material pornográfico donde se usara el rostro de otra usuaria de la plataforma.
Si aún no te suena escandaloso, piensa lo siguientes posibles escenarios en Colombia, un país donde gran parte de sus ciudadanos tragan entero lo que aparezca en Facebook, TikTok o WhatsApp, y donde los noticieros no se esfuerzan en desmentir o simplemente toman como verdad todo lo que alcance su teléfono:
- Un deepfake del alcalde local alertando de una emergencia o desastre natural viralizado por WhatsApp.
- Un desconocido usando el deepfake de algún famoso para pedirles fotos o videos a tus hijos a través de sus redes.
- Un deepfake del candidato de turno diciendo barbaridades creado precisamente por su competencia para perjudicarle.
- Un deepfake de su pareja siéndole infiel hecho con la intención de alguien que no le agrada su relación.
Esos y más casos evidentes podrían afectar de manera general o específica a cualquier habitante en cualquier momento porque no habría suficiente materia legal en cuanto a los derechos de su imagen, que ni siquiera apuntan a esta tecnología, causando así desconcierto, pánico y hasta traumas por experiencias desastrosas a gran parte de la población.
China es hasta ahora el único país que hasta el pasado 10 de enero instauró una base legal estable para regular el deepfake, Estados Unidos por sus autonomías estatales sigue en la carrera para alcanzar el mismo logro.
Ahora mismo, podrías encontrarte aterrado sobre la próxima vez que veas en redes un video de un político o un famoso y no sepas si ese rostro está encarnando a la persona a quien pertenece. Aun así, en Colombia seguimos en el embrollo de plataformas para pedir vehículos de transporte, como Uber, que fue creada en 2009, llegó a Colombia en 2013 e intentó ser regulada en 2016 por el gobierno Santos y no fue hasta 2023 que el actual gobierno volvió a poner la plataforma y sus semejantes en su lista de prioridades, cuando en gran parte del mundo estaban reguladas desde 2014.
¿Cuántos años crees que pasen para que Colombia se enfoque en priorizar a tiempo la regulación de las nuevas tecnologías?, ¿antes o después que el deepfake sea un problema para el país?
